Con dolor en el pie izquierdo y tras ir avanzando a trompicones, pero Rafael Nadal ya está en las semifinales de Indian Wells. Este jueves, el español aplacó a Nick Kyrgios (7-6, 5-7, 6-4) y se citó por el pase a la final del primer Masters 1000 de la temporada con el ganador del Cameron Norrie-Carlos Alcaraz. Con un balance de 19-0, aún invicto este año, el campeón 21 de grandes tiene motivos para soñar con levantar su cuarto título en el desierto californiano. [Narración y estadísticas]
Nadal hizo descarrilar a Kyrgios cuando su rival lo tenía todo de cara para hacerse con el primer parcial. Sacando con 5-4, después de conseguir un break tempranero (2-1), el australiano vio cómo el español le incomodaba por primera vez en toda la tarde, leyendo su devastador servicio y poniendo la pelota en juego para obligarle a ganarle los puntos por la vía del desgaste, y no de manera exprés. Así, el número cuatro se salvó en el alambre gracias a un quiebre (5-5) antecedido de un resto extraterrestre con el drive (con 30-30, el que le dio la pelota de rotura) que reventó por dentro a Kyrgios.
Desde ese momento, el 132 del mundo dejó que los demonios le diesen la mano y perdió el control de sus emociones. Primero, destrozó una raqueta; después, se volvió hacia su equipo gritando la suerte que tenía Nadal (¡suerte!); finalmente, cedió la primera manga tras perder en blanco un tie-break que terminó con Carlos Bernardes, juez de silla del encuentro, quitándole el último punto tras sancionarle por lanzar insultos sin control.
La actitud de Nadal, positivo incluso cuando estuvo por debajo en el marcador, contrastó fuertemente con la de Kyrgios, quejoso y malhumorado durante gran parte del cruce. El australiano, sin embargo, demostró que tiene talento para enterrar toda la negatividad que irradia, un clavo que saca a otro clavo. En el tramo final del segundo set, todo empatado, Kyrgios enlazó un puñado de tiros incontestables que desmontaron a Nadal y le dieron a su oponente lo que buscaba: un break para hacerse con ese segundo parcial, empatando el partido y hallando una fuente de gasolina mental para creer en la remontada.
Impulsado por la adrenalina, Kyrgios arrancó la manga decisiva ganando sin problemas su saque y fabricándose dos pelotas de break. Al límite, Nadal las salvó y se levantó de la lona cuando estaba grogui para salvar otro duelo que se había puesto de color oscuro. Otra exhibición más del balear.