Daniil Medvedev no está teniendo unas semanas fáciles. El tenista que compite con Novak Djokovic por el número uno del mundo es una de las principales estrellas del deporte soviético. Y por eso, cada que vez que tiene una aparición pública, es preguntado por su opinión sobre la guerra que ha iniciado Rusia en territorio ucraniano.
La opinión de grandes estrellas como el líder del equipo ruso de tenis siempre juega un papel fundamental en la sociedad. Los deportistas están siendo obligados a manifestarse públicamente. Tanto es así que, por ejemplo, si un tenista ruso no se manifiesta en contra de su presidente, no podrá jugar torneos como Wimbledon.
De momento, en el mundo del tenis la repulsa a todo lo que tiene que ver con Rusia y Bielorrusia es total. Han sido apartados de competiciones como la ATP Cup o la Billie Jean King Cup y tampoco pueden usar su bandera. Y ahora es cada torneo lo que va decidiendo qué hacer con ellos.
Por ejemplo, en el Master 1000 de Miami o en el reciente que ha pasado de Indian Wells, sí han podido competir. Una vez termine el torneo de Florida, el siguiente reto de Daniil es jugar en Montecarlo para dar la bienvenida a la gira de tierra. Un torneo muy especial para él ya que es la ciudad en la que vive.
Sin embargo, Medvedev tiene un problema grave en otros torneos como los que se celebran en el Reino Unido donde le obligarán a significarse en contra de Vladímir Putin. Y no valdrá solo con condenar la guerra o con pedir la paz. "Debemos tener cierta seguridad de que no son partidarios de Putin y estamos considerando qué requisitos podemos necesitar para obtener garantías en ese sentido", decía el ministro de Deportes británico, Nigel Huddleston.
Medvedev juega al despiste
La competición en el tercer Grand Slam del curso no arrancará hasta el 27 de junio, pero Medvedev debe posicionarse de manera clara cuanto antes. Y algunos empiezan a dudar de él tras los últimos mensajes que ha lanzado en Miami. Daniil ha asegurado estar "a favor de la paz", pero prefiere reservarse su opinión sobre la guerra.
Una manifestación muy antigua y demasiado tibia que bien podría evidenciar un cierto miedo hacia las posibles represalias de Vladímir Putin o de la sociedad y aficionados del que es su país. El aspirante al número uno del mundo ahora solo quiere pensar en poder jugar los próximos torneos que tiene por delante y en que todo pase para no tener que mojarse. Quizás cuando llegue Wimbledon, ya no haya ni rastro de la guerra y se libre tener que hacerle un feo a su gobierno o al resto del mundo. La situación no es fácil.
"Yo intento ir torneo a torneo porque cada uno tiene sus normas. El siguiente es Montecarlo y me gustaría estar ahí porque básicamente es donde vivo". Después de Miami, el tenista ruso pondrá rumbo a Francia aunque no lo hará sin polémica porque tarde o temprano, tendrá que responder de una manera clara.
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