Alejandro Davidovich se ha convertido en el gran nombre de los últimos días en el tenis mundial. En una temporada que ha visto arrasar a Rafa Nadal y a Carlos Alcaraz, otro jugador español se ha convertido en la referencia absoluta del inicio de la gira de tierra batida. El tenista nacido en la provincia de Málaga está viviendo en Montecarlo su semana grande, la que puede catapultarle al Olimpo del universo de la raqueta.
A sus 22 años y después de más de tres cursos en el circuito al máximo nivel, Davidovich está viviendo ahora su primer momento de gloria como jugador profesional. Cierto es que hasta ahora no ha conseguido vencer en ningún torneo en el cuadro de individuales y que por eso su nombre ha pasado más desapercibido. Sin embargo, ya está en la final del Master 1000 de Montecarlo tras tumbar a Dimitrov, la primera de su carrera, abrazado a la oportunidad de hacer historia.
La historia de Alejandro Davidovich es de las más curiosas que puede presentar el deporte español. En un país que ha crecido en las últimas décadas tras los éxitos de Nadal, él siempre prefirió mirarse en sus otros dos grandes rivales, Roger Federer y, sobre todo, Novak Djokovic, su actual referencia.
Su tenis también se ha desarrollado bajo el legado de otro histórico de las raquetas españolas, ya que su brillante triunfo conseguido en Wimbledon en el año 2017 le convirtió en el segundo jugador nacional en reinar en el All England Club tras Manuel Orantes a pesar de ser todavía un niño. Ahora, ese chico ha crecido, se ha hecho mayor y tiene a una de las urbes más glamurosas del mundo totalmente rendidas gracias a su tenis extravagante y a su arrolladora personalidad.
Davidovich se hace mayor
Alejandro Davidovich, 'Foki' para su círculo más cercano, está alcanzando esta semana su momento de mayor esplendor. Comenzó su andadura en el Master 1000 de Montecarlo en el puesto número 46 del ránking ATP. Sin embargo, su imparable avance le hará estar el próximo lunes dentro de las 30 mejores raquetas del planeta, el tope de su corta trayectoria. Y será en el torneo en el que mejor se desenvuelve, donde en 2021 cayó en cuartos por problemas físicos.
Su tenis se caracteriza por la fuerza que es capaz de imprimir a sus golpes y que va ligada a sus estados de ánimo y a sus emociones, algo que tiene que aprender a controlar en la pista. Capaz de lo mejor y de lo peor, durante estos días en el Principado está sabiendo poner al servicio de la práctica todo lo mejor que tiene dentro, alejando sus fantasmas. Quizás, en este torneo encuentre la madurez que le falta para dar ese pequeño salto a la élite. Está haciendo click.
La potencia que genera con sus golpes de derecha contrasta con la brillantez de su revés a dos manos, especialmente si lo pone cruzado. Es para él su mejor arma, con el que más a gusto se siente y con el que más daño hace a sus rivales. Eso, cuando no le da por hacer un saque corto que siempre desconcierta y que genera el run run en las gradas. Pero eso a Davidovich también le gusta. Se podría decir que hasta le pone.
De momento, no ha conseguido victorias importantes en su carrera profesional, solo un título del circuito ATP250 en Santiago de Chile en categoría de dobles junto a Roberto Carballés. Por eso, esta oportunidad que se le presenta en Montecarlo en la gran final es única para él. A pesar de que todavía los éxitos brillan por su ausencia en su palmarés, Alejandro viene pisando fuerte desde que era solo un niño.
Pegado a una raqueta
El que podría ser su mayor éxito de su corta carrera, incluso por encima de esa victoria como profesional en Chile, fue haber conseguido ganar el Grand Slam de Wimbledon en categoría junior en el año 2017. Ni Rafa Nadal, ni Manolo Santana, ni Feliciano López, ni Juan Carlos Ferrero, ni Carlos Moyá, ni Carlos Alcaraz, por citar algunos nombres, habían conseguido esto. Solo Manuel Orantes fue capaz de hacerlo. Y Davidovich se convirtió en su sucesor. Ahí confirmó las sospechas que todos tenían a su alrededor. Iba para gran jugador profesional.
Davidovich creció pegado a una raqueta. A los dos años ya empuñaba con estilo todas las que se encontraba. Casi no sabía andar o hablar, pero ya dejaba ver que tenía madera de campeón. Por eso comenzó a jugar desde bien pequeño. Poco a poco fue creciendo y mejorando y sus primeros éxitos reseñables llegaron en categoría benjamín. Desde que tenía 11 años hasta la actualidad, siempre ha estado guiado bajo las enseñanzas de su técnico, Jorge Aguirre. Y a los 16, decidió volar de casa para completar su formación como tenista.
Poco a poco, su juego fue creciendo y pasó de ganar en su Málaga natal a hacerlo por toda España. En el año 2014 incluso se permitió el lujo de hacerlo frente a los ojos de Rafa en el Masters del Tour Mapfre Nadal que se disputaba en Mallorca. Una victoria que sin duda le sirvió para llenarse de confianza igual que ha hecho esta semana con su triunfo ante el número uno del mundo, Novak Djokovic.
Las carreras de los deportistas siempre están marcadas por momentos claves y estos han sido algunos en la trayectoria de Davidovich. Ganar frente a la atenta mirada de Rafa Nadal, vencer en Wimbledon o tumbar a Djokovic en Montecarlo son los recuerdos que va añadiendo a su álbum el tenista español. También forma parte de su libro de recortes su participación de este pasado verano en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Tuvo una meritoria participación llegando hasta los octavos de final, donde se encontró con un muro demasiado alto de escalar: Djokovic.
Español, cocinero y de Djokovic
El nombre de Novak siempre ha estado muy relacionado con la carrera de Davidovich. De pequeño, cuando comenzaba a dar sus primeros golpes, se fijaba en Roger Federer. Sin embargo, cuando se hizo un poco más mayor, el serbio pasó a ser su ídolo, una figura a la que aún hoy, siendo tenista profesional, todavía idolatra. Es difícil en tierra de Nadal ser seguidor de sus grandes rivales históricos.
Pero si algo es Alejandro es rebelde por naturaleza. Es parte de su personalidad, algo que no ha perdido con el paso del tiempo y que le ayudó a tomar una decisión que para él fue muy fácil: jugar con España. Davidovich nación en La Cala del Moral, en Málaga, pero sus dos padres son rusos. Eduardo, actualmente jubilado y nacionalizado sueco, y Tatiana, administrativa de profesión, le daban la oportunidad de haber jugado con Rusia, un país potente en la actualidad de la raqueta.
Sin embargo, Davidovich siempre lo ha tenido muy claro a pesar de todo lo que le han dicho: "Soy español, muy español". Y por ello, se siente tremendamente orgulloso cada que se pone la camiseta nacional junto a sus compañeros. Pero para Davidovich no todo es tenis en la vida. A pesar de que se define como amante de "no hacer nada", ya que le gusta mucho descansar cuando no está en la pista, también tiene gran afición por la cocina y por el bricolaje. Él mismo afirma que es un gran experto cocinando shushi.
Además del tenis, siente predilección por otros deportes. De hecho, de no haber empuñado una raqueta desde tan pequeño, le habría gustado ser futbolista como Cristiano Ronaldo. Otra personalidad por la que siente profunda debilidad es el boxeador Floyd Mayweather. Así es Davidovich, el talento español que busca en Montecarlo su primera victoria profesional para dar el tan esperado salto en su carrera.
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