La final del Mutua Madrid Open en el cuadro femenino abre una nueva ventana en el tenis mundial. Ons Jabeur (Ksar El Hellar, Túnez; 1994) conseguía alcanzar su primera final de un torneo WTA 1.000 este jueves al superar a Simona Halep. La tunecina lleva varios años siendo un símbolo en su país, pero un triunfo este sábado colocaría en el mapa de este deporte a esta nación. Bajo la imperante cultura árabe a la que siempre ha estado sometida, ahora es un ejemplo de empoderamiento para las mujeres a las que representa.
Este miércoles el palco del Santiago Bernabéu estaba repleto de tenistas que disfrutaron de la espectacular remontada que consiguió el Real Madrid ante el Manchester City. Allí no estaba Jabeur. La tunecina descansó de cara a la gran cita que tenía este jueves. Aún así, los goles la despertaron. Con una disciplina ejemplar, Ons ha ido creciendo en el mundo del tenis femenino, un circuito en el que es muy difícil mantener una estabilidad durante muchos años como ha quedado demostrado en los últimos tiempos.
Jabeur, que sólo luce en su palmarés el título de Birmingham conquistado la pasada campaña, se declaró "emocionada". Hizo historia para el tenis árabe, convirtiéndose en el primer jugador, hombre o mujer, en entrar en el top 10 de la clasificación mundial. Ahora busca un lugar aún más grande en la historia con el primer triunfo en el circuito Masters. Su talento para el tenis también ha tenido que combatir con ciertas polémicas en su país por sus implicaciones políticas.
Ministra de la felicidad
En el circuito muchos la describen como una persona positiva y alegre. Dondequiera que vaya Jabeur, su sonrisa la sigue. Tener esta actitud le valió el apodo de "Wazeerat Al Sa'ada" en Túnez. La traducción sería algo así como "Ministra de la felicidad". "Lo primero que dicen es: me despierto a las 3:00 de la madrugada para ver tus partidos. Todo el mundo también me culpa por despertarme tan temprano. Es genial ver el apoyo de todo el país", explicaba este año.
Cuando era una niña que crecía en Túnez, Jabeur recuerda haber soñado con convertirse en tenista profesional. También recuerda las tardes que pasaba con su madre, que también era tenista, ojeando las páginas de la revista de moda femenina Sayidaty. Ahora también aparece en esta publicación, que es la de mayor circulación en Oriente Medio. Esto la ha convertido en un ejemplo de empoderamiento de la mujer en el mundo árabe.
Fotografiada en Dubái, Jabeur cambió sus cintas para la cabeza y equipo de entrenamiento característicos por tacones, joyas y ropa de diseñador. Pero lo más importante que repasó en la entrevista son las dificultades que tuvo durante sus primeros años de carrera en su país. Ons recibió poco apoyo financiero de la federación tunecina y recordó cómo los patrocinadores a menudo se resistían a apoyar a una mujer árabe.
Pero si hubo un día que formó revuelo en su país fue en el pasado Wimbledon. Jabeur sacaba de quicio a Iga Swiatek para superarla y alcanzar los cuartos de final. Nunca en la Era Open una tenista norteafricana había alcanzado esta ronda en el All England. Las gradas de la pista central estaban repletas de mujeres con velo y aficionados que voceaban como si la catedral del tenis "fuera un partido de fútbol", tal y como destacó Ons tras el partido. Esa es su mejor participación en un Grand Slam.
Polémica política
Aunque es un ícono para muchos en todo el mundo árabe, sufrió duras críticas por apegarse a sus principios de no mezclar deporte y político. Lo demostró la semana pasada cuando mostró su opinión sobre el veto de los jugadores rusos y bielorrusos en el torneo de este año tras la invasión de Ucrania. "Es una decisión muy difícil, entiendo por lo que está pasando el pueblo ucraniano y estoy totalmente en contra de la guerra. Pero lo que siempre me han dicho durante todos estos años es que nunca mezcle deportes y política", sentenció.
Jabeur tiene algo de experiencia en tales situaciones, ya que fue muy criticada cuando desafió la convención tunecina para jugar contra Israel en la Billie Jean King Cup en 2020. En febrero de ese año, Ons se enfrentó a rivales israelíes tanto en partidos de individuales como de dobles mientras su país no reconoce el estado con capital en Jerusalén por su conflicto con Palestina. Recibió hasta la oposición del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Todas estas presiones no han podido con Ons. Y eso a pesar de que sufre problemas estomacales cuando la siente. Lo mostró en el mismo torneo de Wimbledon del año pasado. Cuando se encontraba a un punto de la victoria ante Garbiñe Muguruza, se veía obligada a buscar una esquina en la pista, un lugar a los pies de la tribuna de los duques de Cambridge, para ponerse a vomitar: "Tengo problemas de estómago, una inflamación. Sufro mucho con el estrés y la fatiga. A veces, cuando bebo agua, esa agua ya no pasa".
Ahora Jabeur se enfrenta a sus miedos, a esas presiones que recibe desde Oriente Medio y a todas las convenciones que se establecen contra que una tenista árabe pueda tener éxito en la WTA. Hasta ahora solo tenistas sudafricanas han tenido éxito en el circuito viniendo desde el gran continente que está al sur de Europa.
[Más información: Paula Badosa, la esperanza del tenis español que no cede a la presión: parón y cuenta nueva tras la gloria]