Rafa Nadal venció a Novak Djokovic en un partido épico de cuartos de final de Roland Garros. El tenista español se impuso por un marcador de 6-2, 4-6, 6-2 y 7-6 (4) en un intenso duelo que se fue por encima de las 4 horas de duración. Tanto es así que empezó en el mes de mayo, el día 31, y terminó en junio, el día 1. Una particularidad reseñable teniendo en cuenta que es la primera vez que sucede en la historia del torneo parisino.
Una victoria que Nadal celebró casi con lágrimas en los ojos fruto de todo lo que ha padecido en los últimos meses. Su pie izquierdo le trae por el camino de la amargura con la lesión crónica que padece y ha mermado su rendimiento en sus últimas apariciones. Se pudo comprobar en Madrid, donde fue derrotado con claridad por Carlos Alcaraz, y en Roma, donde hincó rodilla ante el poderío del canadiense Shapovalov.
Por eso llegaba a Roland Garros con dudas y sin ser el gran favorito como viene siendo habitual. El español partía en las apuestas por detrás de 'Carlitos' y de su rival este martes, Novak Djokovic. Sin embargo, el jugador balear sacó toda su furia y toda su calidad tenística para cuajar un partido increíble ante el número uno del mundo.
Una lucha de poder a poder que además tuvo un momento clave. Fue en el cuarto set, el punto en el que Rafa Nadal cambió por completo el signo de un encuentro se le complicaba por momentos y que pudo levantar de manera casi imposible. Cuando otros se hunden mentalmente, el español saca todo lo que tiene dentro y es capaz de revertir situaciones que parecen abocadas al fracaso.
Nadal arrancó el partido apuntándose el primer set con mucha autoridad, sorprendiendo a todos los asistentes a la Philippe Chatrier que asistían maravillados a la exhibición del español. Así comenzó también el segundo set al ponerse 3-0 arriba con una doble rotura. Sin embargo, Djokovic consiguió darle la vuelta con cuatro juegos seguidos para terminar apuntándose el set por 6-4.
Llega el 'momento Nadal'
En el tercero, después de haber sufrido este gran varapalo, Nadal sacó su puño de hierro y su mejor versión para volver a llevarse el partido a su terreno con el 6-2. Y en el cuarto llegó el momento de la verdad. Djokovic, que venía de ceder con claridad, quería quemar todas sus naves y se puso con ventaja de 3-0 a su favor. El serbio no baja el ritmo y continuó hasta situarse con 5-2, a un solo juego de empatar la final, en los peores minutos de Nadal sobre la pista.
De haber cerrado ahí el set, el desenlace del partido en el quinto set podría haber sido muy diferente. Rafa aguantó su servicio para ponerse 5-3 y ahí sí llegó el momento de la verdad. Con su saque, 'Nole' tuvo hasta dos bolas de set. Dos puntos que, tras el choque, resonaban en su cabeza martirizándole por completo. Sabía que ahí había tenido la llave para haber cambiado su situación en el encuentro y en el Grand Slam de la tierra batida. Era el paso que Nadal le negó a base de honor, derechas y resistencia.
En dicho juego, Djokovic tuvo hasta dos momentos para haber certificado su triunfo en la cuarta manga. Dos bolas de set que fueron claves y que el balcánico no aprovechó. Una con 40-30 a su favor que se fue al limbo con un revés que no superó la red. La segunda, ya con la ventaja, a través de un gran passing de revés paralelo después de una mala aproximación de Djokovic a la red.
Vuelve el Nadal arrollador
El número uno del mundo había echado por tierra dos opciones que podrían haberle devuelto de lleno a la batalla. Sin embargo, ahí se hundió física y, sobre todo, moralmente. Nadal consiguió dar la vuelta a la situación, empató el set a cinco juegos y después lo envió al tie-break donde ya no tuvo compasión de un Djokovic completamente desquiciado y que había perdido la concentración por completo.
Nadal llegó a colocarse 6-1 en la muerte súbita. Cinco pelotas de partido y de billete a las semifinales que no iba a dejar pasar. 'Nole' consiguió salvar las tres primeras, pero terminó sucumbiendo por 7-4. Solo pudo ir hacia la red para felicitar a un Nadal visiblemente emocionado y que casi no se creía él mismo lo que acababa de hacer.
Mientras el español sonreía a su banquillo, Djokovic se torturaba por la oportunidad perdida de haber dado continuidad a la batalla. El balear despidió con aplausos a su compañero de lucha y se retiró a descansar y a preparar ya el encuentro contra Zverev de semifinales. Otro capítulo más de una rivalidad histórica que ya es leyenda del deporte mundial.
[Más información: Nadal sobre su lesión y una posible retirada: "No sé qué pasará tras Roland Garros, no veo solución"]