El deporte de élite requiere muchas veces de un esfuerzo sobrehumano a los deportistas. En unas ocasiones es físico, pero en otras es mental. Y es precisamente ahí, cuando el lado psicológico de las personas y de los atletas se pone más a prueba, cuando aparecen los mayores fantasmas de las estrellas.
Un universo en el que se suelen ver muchas tinieblas y mucha oscuridad es el tenis. El deporte de la raqueta es una de esas disciplinas en las que la mentalidad y la fortaleza psicológica juegan un papel muy diferencial.
Una vez Rafa Nadal afirmó que entre, probablemente, los 100 o los 200 mejores jugadores del mundo no hay grandes diferencias técnicas o relacionadas con el talento. Sin embargo, el margen entre ganar y perder, entre subir y consolidarse o bajar, estaba en la mente de cada uno, en lo que uno mismo fuera capaz de exprimirse para entrenar, para cuidarse, para viajar y para vivir metido al 100% en la profesión. Y eso se nota fuera de la pista, pero también dentro, en los momentos de la verdad.
Si el tenis es un deporte muy mental y muy psicológico, resulta alarmante como en el cuadro femenino esto se vuelve todavía un rasgo más marcado. Quizás porque el físico juega menos la diferencia, siempre y cuando no haya una fuerza de la naturaleza como la mejor Serena Williams. Sin embargo, es en el ranking WTA donde se encuentran los casos más alarmantes de grandes tenistas que viven un auténtico calvario en su lucha mental. Por eso, a muchos ya no les extraña testimonios como el de Jelena Dokic.
Al borde del suicidio
El nombre de Jelena Dokic quizás no esté entre los más conocidos de la historia del tenis. No obstante, durante una época llegó a estar en la élite, situada en la cuarta posición del ranking WTA. Fue a finales de la temporada de 2002, hace casi dos décadas.
Para hacerse una idea de la rivalidad que había entonces, las tres primeras eran tres prodigios del tenis estadounidense como Serena y Venus Williams y su compañera generacional Jennifer Capriati. El Top10 lo completaban nombres como Monica Seles, Kim Clijsters, Justin Henin, Martina Hingis, Amélie Mauresmo y Lindsay Davenport.
Mientras Jelena estaba compitiendo contra todas estas leyendas, estaba sufriendo un auténtico calvario mental. Todo se debía a la enorme exigencia que le transmitía su propio padre, quien durante muchos momentos estuvo al frente su carrera para intentar exprimir su éxito. Tanto es así que llegó a abusar de ella física y verbalmente.
La tenista australiana, aunque nacida en Croacia, confesó esta situación en el año 2017, justo tres años después de confirmar su adiós a las pistas. Un calvario que había callado durante mucho tiempo y ante el que no pudo evitar explotar. Ahora, su caso se ha reabierto porque Jelena ha vuelto a dejar otra confesión alarmante. Debido al estrés, a la pérdida de autoestima y la profunda depresión que le provocaron esa situación que vivió repetidamente durante toda su carrera, incluso pensó en quitarse la vida.
Una vez había dejado el tenis profesional, los viejos fantasmas que hasta entonces habían estado taponados por la exigencia de la élite irrumpieron todos en su mente. Así lo ha confesado ahora que ha encontrado fuerzas a través de sus redes sociales: "Casi salto desde el piso 26 de mi casa y me quito la vida. Nunca olvidaré ese día".
"Todo estaba oscuro. Nada tenía sentido. Solo había lágrimas, tristeza, depresión, ansiedad y dolor. Los últimos seis meses han sido muy duros. He estado llorando constantemente. Desde esconderme en el baño cuando estoy en el trabajo para secarme las lágrimas para que nadie lo vea hasta el llanto imparable en casa entre mis cuatro paredes. Ha sido insoportable".
Jelena lleva ya unos ocho años retirada y en este tiempo ha alternado momentos de olvido y abandono con otros marcados por apariciones públicas trabajando de comentarista. Poco a poco va saliendo del bache, especialmente desde que recibe ayuda médica para su caso. "Esto no es fácil de escribir, pero siempre he sido abierta, sincera y vulnerable. Creo mucho en el poder de compartir nuestras historias para ayudar al resto. Escribo esto porque sé que no soy la única que está sufriendo".
Amenazas de juguetes rotos
Tal y como afirma Jelena Dokic, la dura realidad del deporte y en especial del tenis femenino es que el suyo no es ni mucho menos el único caso. Son varios los ejemplos de grandes jugadoras que no han sido capaces de sobrellevar la presión, la exigencia de la élite, las altas expectativas y las críticas de los aficionados que siempre esperan un rendimiento heroico de sus ídolos.
Uno de los casos más celebres que se han vivido en los últimos años es el de Naomi Osaka. La jugadora japonesa llegó a la élite cuando solo tenía 16 años. Desde un primer momento, generó unas altísimas expectativas debido al gran talento que atesoraba a pesar de que era todavía una niña. Sus primeras apariciones llegaron en el año 2014 y solo cuatro años más tarde ya había ganado su primer Grand Slam. Después llegaría el número uno del mundo en el año 2019 y otros tres títulos grandes.
Una llegada a la élite fulgurante que Naomi no supo encajar. Con apenas 20 años ya se había convertido en la mejor tenista asiática de la historia y en la gran imagen del circuito, incluso por encima de leyendas como Serena Williams. Algo que le terminó pasando factura en el aspecto mental hasta sumirla en una profunda depresión.
Naomi se vio superada por los acontecimientos y empezó a encadenar derrotas, una tras otra, mientras vivía el lado malo de la fama. Enfrentamientos con la prensa y persecución a través de las redes sociales. El año pasado, durante su participación en Roland Garros, la tenista japonesa decidió retirarse del torneo después de negarse a hablar con los medios. Más tarde terminaría confesando que sufría una fuerte depresión que le estaba haciendo replantearse si poner fin a su carrera.
Afortunadamente eso no llegó y Osaka sigue jugando, aunque a sus 24 años se podría decir que es una sombra de lo que fue. Su última gran victoria llegó en febrero del año 2021, en el Abierto de Australia. Desde entonces ha emprendido una caída sin frenos que amenaza ya con sacarla del Top50 de mejores tenistas del mundo. Y todo mientras continúa su pelea contra los demonios que la atormentan.
De Badosa a Barty
El caso de Naomi Osaka, aunque es uno de los más duros y de los más mediáticos, no es ni mucho menos el único en el circuito actual. Otra de las situaciones que más se ha comentado, especialmente en España, es la de Paula Badosa. La jugadora nacida en Nueva York reconoció en un momento dado que ella también había sufrido una fuerte depresión que había puesto en serios riesgos su carrera profesional.
Paula ahora es una de las mejores del mundo. Instalada en el Top10 y después de haber llegado incluso a ser la segunda mejor tenista del planeta, ha cogido la bandera que en su día portó una ahora irreconocible Garbiñe Muguruza. Sin embargo, a finales del año 2018, su vida era un infierno.
El cartel de joven promesa y esperanza del tenis español cargaba sobre su cuello con mucha más fuerza de la que ella misma podía hacer. Un dolor muy superior al que se veía capaz de soportar. Por eso, la idea de tirar la toalla y abandonar se le pasó por la cabeza en más de una ocasión. Sin embargo, Paula pudo reaccionar a tiempo y cambiar su camino para encontrar su camino hacia la élite.
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No obstante, todavía no ha conseguido espantar sus fantasmas del todo y es demasiado víctima de la irregularidad que se vive en el circuito femenino. Además, confiesa que sigue teniendo muchos problemas con las redes sociales, cuyos contenidos le afectan bastante. Badosa siempre ha criticado la excesiva presión que se ejerce sobre jóvenes tenistas y deportistas y que ella misma sufrió en sus carnes.
Como sucede con Osaka o Badosa, hay otros muchos casos repartidos por el circuito. Uno de ellos es el de Victoria Azarenka. La ganadora de dos Grand Slam y que llegó a ser número uno del mundo en el 2012, también ha sufrido un cuadro de depresión por culpa de un estrés al que no ha podido hacer frente. La bielorrusa estalló esta misma temporada durante el Masters 1000 de Miami, cuando decidió abandonar un partido mientras lo estaba disputando. Sentía que había tocado fondo.
Al igual que Osaka, también ha pasado por momentos delicados en el ranking de la WTA, aunque ahora mismo ocupa el puesto 19. Su caso, el de Badosa o el de Osaka también recuerdan al de Ashleigh Barty, la tenista australiana que decidió retirarse del tenis profesional con solo 26 años y después de haberse convertido en la dominadora del circuito.
De hecho, cuando Barty decidió colgar la raqueta era la número uno del mundo y reciente ganadora del Abierto de Australia. Sin embargo, los problemas psicológicos le llevaron a mirar por su salud mental y no por su brillante carrera deportiva y aunque lo tenía todo de cara para convertirse en la gran dominadora de la década, decidió retirarse en lo más alto para intentar curarse.
Parece que lo ha conseguido ya que ahora se dedica a jugar al golf, a escribir libros para ayudar a niños y, sobre todo, a ser feliz sin la presión mental. Su caso, como el de tantas otras jugadoras, preocupa y mucho a la WTA ya que cada vez es más frecuente ver historias como todas estas. Aunque quizás ninguna tan impactante como la de Jelena Dokic.