Era una final inédita, Kyrgios y Djokovic jamás se habían visto las caras en el partido decisivo de un Grand Slam. De hecho, el australiano nunca había llegado tan lejos y, a pesar de su inexperiencia, le ha puesto las cosas difíciles a Djokovic durante los cuatro sets que ha durado el partido. [Narración y estadísticas]
Un encuentro en el que la primera manga ha sido para un Kyrgios que ha salido concentrado y con un saque demoledor. Djokovic hacía lo posible por contrarrestar al australiano, pero los servicios de este y el break con que ha conseguido a mitad de la manga han decantado la balanza para Kyrgios.
A partir de ahí Djokovic ha mejorado sus prestaciones, ofreciendo un juego más sólido y tratando de alargar los puntos. Esa guerra de desgaste le ha ido pesando poco a poco a Kyrgios, menos físico y con menos aguante para los peloteos largos. Aun así tampoco ha regalado un segundo set con el que se ha hecho el serbio por 6-3.
La cara de Djokovic era la de alguien acostumbrado a la presión y al escenario de un Grand Slam, y con esa misma actitud ha iniciado un tercer set que ha sido determinante. Cuando ninguno de los dos conseguía distanciarse del otro, Kyrgios ha perdido los nervios en una bronca con su box, otra con el árbitro y varias miradas a la grada, donde parecía haber más ruido del deseado.
Ese ha sido el momento que ha aprovechado Djokovic para dar el picotazo, romper el saque del australiano y decantar un set que ha acabado 6-4 a favor del de Belgrado.
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Las caras de Kyrgios eran un poema, y en el descanso entre set y set se ha dirigido a voz en grito hacia su palco pidiéndoles silencio, que no se levantaran de sus asientos y que le dejaran jugar. Una situación que se ha alargado varios minutos y de la que parecía que no volvería a reponerse el australiano y que aprovecharía Djokovic.
Todo estaba cuesta abajo para 'Nole', pero nada más lejos de la realidad. Kyrgios se ha calmado, ha vuelto a jugar un tenis de máximo nivel como en el primer set y ha exigido de su mejor versión a Djokovic juego tras juego.
El set definitivo
Una manga en la que no ha habido roturas y en la que nos hemos ido al tie-break. El desempate sí que ha tenido un claro color a favor de Djokovic, que no le ha dado más vida a su rival y ha acabado levantando el trofeo de Wimbledon.
Un título que ha sido especial para él y que se ha notado en las lágrimas que ha derramado al final del partido. Y es que no ha sido un año fácil para Djokovic tras no jugar en Australia por la polémica del coronavirus y tras perder con Nadal en los cuartos de Roland Garros hace unas semanas.
Así, el serbio gana su cuarto Grand Slam consecutivo sobre la hierba británica (el séptimo de toda su carrera, a uno de Federer) y sigue firme en su persecución a Rafa Nadal como tenista con más 'grandes' de la historia. De momento Rafa suma 22 y Djokovic, con este nuevo trofeo, 21.