No se han cumplido ni tres meses desde que está en prisión, pero la leyenda del tenis Boris Becker ya ha sido noticia en más de una ocasión por su vida en la cárcel. En ella pasará año y medio hasta optar la libertad condicional, condenado a dos años y medio por ser culpable de ocultar activos y préstamos de hasta tres millones de euros.
Boris Becker se encuentra cumpliendo su condena en la cárcel de Categoría C de HMP Huntercombe. A esta prisión 'de extranjeros' fue trasladado ni un mes después de haber ingresado en la HMP Wandsworth, considerada la peor de Reino Unido. En su nueva prisión la vida es más cómoda, especialmente para él.
The Sun ha revelado cómo es la vida de Becker en Huntercombe y cuáles son sus privilegios que están provocando el recelo de otros presos y sus familiares. Lo último es que le han concedido trabajar enseñando ciencias del deporte, considerada una de las tareas más cómodas de la presión y a la que se suele tener acceso tras pasar años en otras labores de servicio.
[El callejón sin salida de Boris Becker: culpable de 4 delitos y el final de una leyenda]
"Normalmente, servirías años antes de conseguir un trabajo como asistente de clase, ya que se considera un privilegio. Pero Becker recibió el trabajo a las pocas semanas de ser sentenciado... Hay mucho resentimiento", escribe el citado tabloide inglés citando a una fuente de la prisión.
"Boris Becker no tiene en la cárcel exactamente la vida de lujo a la que está acostumbrado, pero lo tiene mejor que la mayoría de los reclusos", se añade. Esto ha provocado que a la cárcel de Huntercombe hayan llegado cartas de familiares de los presos que denuncian los privilegios que recibe el extenista alemán.
Las quejas de Becker
El enfado crece en las instalaciones carcelarias. En Inglaterra se publicó que Becker fue trasladado a una zona más cómoda de la prisión por sus quejas. El tres veces campeón de Wimbledon se aguantaba el poco espacio de su anterior celda, siendo costumbre que llamara a los funcionarios con el botón de emergencia para pedir que le dejaran abierta la puerta. La comida y la falta de higiene fueron otros motivos de su malestar.
Boris Becker, lejos de hacer amigos en prisión, ha encontrado la vía para hace más cómoda su vida entre rejas. Después de empezar dando clases de inglés a otros pesos, ahora enseñará ciencias del deporte. Por delante le queda más de un año encarcelado y no parece que a su alrededor el ambiente sea bueno.