Nick Kyrgios (Canberra, Australia; 1995) empieza a desesperarse. El tenista aussie volvió a tirar una oportunidad de oro de poder ganar su primer Grand Slam. El US Open había perdido varios favoritos, como Nadal o Medvedev -al que él mismo eliminó-, pero su camino terminó en cuartos. El ruso Karen Khachanov dio la sorpresa y le ganó.
7-5, 4-6, 7-5, 6-7(3) y 6-4. Ese fue el marcador que puso fin a la aventura por Nueva York de Kyrgios. Fue una batalla de tres horas y cuarenta minutos en la que Khachanov, a base de potentes saques, logró meterse por primera vez en la ronda de semifinales de un 'grande'.
La ira se apoderó una vez más de Kyrgios. Durante el partido, cuando las cosas no le salían, ya lo pagó con alguna de sus raquetas. Pero al final del partido fue a más. Totalmente fuera de sí, el australiano volvió a reventar dos raquetas contra la pista mientras Khachanov celebraba su victoria. El público no daba crédito.
Luego de su brote destrozador, Kyrgios se sentía hundido: "Ahora las derrotas duelen más, ahora mismo me siento como una mierda, siento que he defraudado a mucha gente", decía en rueda de prensa tras su derrota.
"Has perdido, punto. Esto es todo lo que la gente recuerda en un Grand Slam, si ganas o pierdes. Creo que casi todos los demás torneos durante el año son una pérdida de tiempo, uno debería correr y presentarse en los Grand Slams, eso es lo que se recuerda", explicaba.
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En cuanto a Khachanov, que se clasificó para las semis del US Open, su siguiente rival será el noruego Casper Ruud. El ruso, el 31 del mundo, se medirá al 7º después de que este arrollara a Berrettini en tres sets. Ruud aspira a salir del torneo neoyorquino como número 1 del mundo, para lo cual necesita llegar a la final como mínimo.
El nativo de Moscú, ganador del Masters 1.000 de París en 2018, conectó treinta saques ganadores ante Kyrgios, que llegaba a esta cita como jugador con más victorias en el circuito desde junio. Fue un partido entre dos especialistas al saque, con juegos muy rápidos y pocos intercambios, en el que pequeños detalles marcaron la diferencia.
"No tengo nada que perder", aseguró Khachanov al acabar su partido en la entrevista a pie de campo, sin esconder su sueño de irse de Nueva York como campeón.