¿Fue el mejor partido del año? Sí, lo fue, y pocas veces en los últimos tiempos se ha visto a dos rivales abriéndose en canal a toda pastilla y con tanta potencia. Aprendiendo del pasado, y poniendo el corazón por delante, Carlos Alcaraz se clasificó este miércoles para su primera semifinal de Grand Slam. [Narración en vivo: Alcaraz - Sinner]
Para superar a Jannik Sinner, que le había derrotado dos veces esta temporada (Wimbledon y Umag), el español firmó un encuentro lleno de convencimiento, golpes descomunales y decisiones inteligentes que le abrieron las puertas del triunfo, salvando un punto de partido en el cuarto set y abrochando una madrugada de adrenalina de las que no se olvidan: 5h15m de maratón en el duelo que más tarde ha acabado (2.50h) en la historia del torneo.
Así, Alcaraz ganó al italiano (6-3, 6-7, 6-7, 7-5, 6-3) y se citó el viernes con Frances Tiafoe (7-6, 7-6, 6-4 a Andrey Rublev) por una plaza en la final del US Open. Con solo 19 años, la oportunidad es extraordinaria: el murciano tiene a tiro su primer grande y la opción de convertirse en el número uno más joven de todos los tiempos.
“Diría que ha sido el mejor partido que he jugado en toda mi carrera”, dijo luego Alcaraz. "Después de cinco horas y cuarto, desde la primera bola hasta la última hubo una calidad inmensa. No ha habido ningún bajón por parte de ninguno. Hemos estado con unos rallies increíbles después de tanto tiempo. En todos los sets han habido puntazos”, prosiguió. “Hemos estado muy cerca ambos. Podía haber perdido en tres o cuatro sets. Él ha podido ganar también en cuatro. Hemos tenido muchas oportunidades los dos. Ha sido un partido que tanto Jannik como yo vamos a recordar durante el resto de nuestras carreras”.
A las cinco horas de partido, con 3-2 y saque para el italiano en la quinta manga, los valientes que aguantaban en la Arthur Ashe vieron algo sorprendente: a Alcaraz recuperando de nuevo un break (3-3), ganando su servicio (4-3) y lanzándose de cabeza a por un triunfo que seguramente ambos merecían, semejante espectáculo dieron, de tal dimensión fue el choque.
El Alcaraz contra Sinner, la rivalidad del futuro que poco a poco se está adueñando del presente, arrancó por todo lo alto, de poder a poder, la refriega que la gente esperaba. En 40 minutos, los oponentes solo habían disputado seis juegos (3-3), llenos de alternativas y discutidos con sangre. Hasta ese momento, los dos aguantaron bien la exigencia del encuentro: Alcaraz comenzó 2-0, Sinner neutralizó inmediatamente esa ventaja (2-2) y la pareja se enzarzó a puñetazos en un rosario de peloteos supersónicos, tenis de altos vuelos.
Las cosas, sin embargo, cambiaron cuando el español celebró un break (4-3) que el italiano no esperaba, y que le costó un poco digerir.
Ese quiebre tumbó a Sinner unos minutos, le hizo perder el primer parcial y le mantuvo fuera del encuentro un ratito, hasta que regresó a lo grande. Primero, inició la segunda manga rompiéndole el servicio a su rival; después, desaprovechó un 5-4 y saque para ganar el parcial; finalmente, salvó cinco pelotas de set (cuatro con 5-6, y una más en el desempate) para terminar imponiéndose en el tie-break.
Subido a la ola, el número 13 tuvo pelota de break en el inicio del tercer set. Alcaraz la anuló y tomó la delantera, colocándose 6-5 y saque. Sinner, inalterable, tremendamente frío, una máquina sin sentimientos, le frenó en seco: puso el 6-6 y se llevó el desempate en blanco (7-0), propinándole a su contrario una sacudida de las que dejan huella.
El italiano sacó por el triunfo con 5-4 en el cuarto set. Tuvo punto de partido. Alcaraz lo salvó. Hizo el break. Ganó el set, forzando la manga decisiva. Y se llevó el partido viniendo desde atrás en una actuación colosal, de campeón.