Se conocieron hace casi dos décadas. La primera vez que Rafa Nadal y Roger Federer compartieron pista fue el 28 de marzo de 2004, en Miami. Más de 18 años después, este viernes lo harán por última ocasión. No como rivales sino como pareja de dobles. El partido será el vivo reflejo de cómo dos 'enemigos' históricos acabaron forjando una amistad.
Federer se retira con 41 años y el contador de Grand Slam ganados parado en 20. Cinco años mayor que Nadal y seis más que Novak Djokovic, Roger no pudo aguantar el pulso con los otros dos del Big Three en la recta final de su carrera. En 2022, el tenista español y el serbio se despegaron del suizo llevando sus cuentas a 22 y 21 'grandes'.
Pero con Federer, los números no lo son todo. Deja un legado legendario en el tenis que va desde su finura con la raqueta hasta su feroz forma de competir durante años. Se despide un deportista que dejó innumerables partidos épicos contra muchos rivales, pero sobre todo contra Nadal.
Federer y Nadal se han medido un total de 40 veces. Pudieron ser 41, pero una lesión de Rafa en Indian Wells 2019 dejó sin jugarse uno que hubiera sido de sus últimos duelos -el español se retiró antes de enfrentarse en semis al suizo-.
En la galería quedan un total de nueve finales de Grand Slam, entre ellas cuatro de Roland Garros, la de Wimbledon 2008 que para muchos es el mejor partido de la Historia o la del Abierto de Australia 2017 en la que Federer se resarció tras diez años sin ganar a Nadal un 'grande'. El balance total se inclina hacia el lado de Rafa por 24 victorias a 16.
La leyenda se inauguró el día que un joven de 17 años ganó contra todo pronóstico al número 1 del mundo. Federer tenía 22 años y entonces parecía imbatible para cualquiera del circuito. Nadal, que solo era el 34 del ranking, se llevó la batalla la victoria por 6-3, 6-3 en una intensa batalla de 70 minutos.
Dos estilos antagónicos frente a frente. Es curioso ver cómo Roger definía tras aquel partido a Rafa sin saber que este se acabaría convirtiendo en el mayor de sus rivales: "Creo que es algo tímido en pista. Me miraba como a un jugador increíblemente bueno. He sentido más respeto que nervios".
"Veremos lo fuerte que será dentro de dos años", lanzaba al aire Federer. Pasado ese tiempo, Nadal ya era doble campeón de Roland Garros y número 2 del mundo. Aún así, Rafa tardó en hacerse con el trono del tenis, ocurriendo esto el 11 de agosto de 2008. Roger estuvo más de cuatro años ininterrumpidos, 237 semanas, en el número 1.
Una de las imágenes más históricas de esta rivalidad se dio un año más tarde, en el Abierto de Australia de 2009. Nadal ganó a Federer la final en un partidazo a cinco sets (7-5, 3-6, 7-6 (7/3), 3-6 y 6-2) y el suizo no pudo contener las lágrimas. "Dios, esto me está matando", balbuceaba en la ceremonia de entrega de trofeos". Rafa, sorprendido y conmocionado, tuvo palabras emotivas para su rival: "Eres un gran campeón".
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El pulso se mantuvo durante años, con la entrada posterior de Djokovic a la pelea. Lo que era una dura rivalidad se fue transformando: para Rafa, Roger dejó de ser el enemigo a batir; Federer no vio más a Nadal como el 'jovencito' que le quería derrocar. Se hicieron amigos y disfrutaron de sus duelos en la pista tanto como los espectadores. Su relación era resumida así por el español este jueves: "Las relaciones personales son más importante que las profesionales".
También es justo hablar de lo que han sido capaces de grabar en las memorias de los fanáticos de la raqueta. Dejaron para la posteridad y en la retina de los espectadores uno de los mejores partidos de la historia: la final de Wimbledon 2008. El asalto de Nadal al jardín de Federer. Una oda al tenis que cayó del lado del español gracias a su incombustible fuelle para aguantar las embestidas del suizo. Rompió una racha de cinco títulos consecutivos para el de Basilea en una batalla de casi cinco horas.
Si dentro de las pistas dejaron entrever una feroz rivalidad, no hay que olvidar que los dos luchaban por el cetro del tenis y ser el hombre con más Grand Slam, fuera también dejaron instantes icónicos. Uno de ellos, las risas virales que compartieron al grabar un spot juntos. La complicidad de Nadal y Federer quedó demostrada en uno de sus momentos culmen.
Risas, miradas y carcajadas copan el anuncio. Una demostración del buen rollo que hay entre ambos. No es algo nuevo ya que siempre profesan admiración el uno por el otro. Un combo imperdible que ha sido capaz de dar show fuera del tenis. Por ejemplo, también fueron capaces de reunir en una exhibición a Pete Sampras y Andre Agassi, otros dos campeones absolutos y exnúmero uno del mundo. Dos genios capaces de reunir a más genios.
Dos generaciones, cuatro raquetas, cuatro jugadores, un total de 64 Grand Slam y muchas semanas como líderes de la ATP. Toda una combinación explosiva que es difícil de volver a conjugar sobre una pista de tenis. Una demostración del poder de convicción de Nadal y Federer para llevar a cabo proyectos juntos también.
En esos proyectos cabe la posibilidad de volver a enfrentarse una vez más, en otra exhibición, con el Santiago Bernabéu ya remodelado como escenario de lujo. Además, podrían batir el récord histórico de espectadores en un partido de tenis. Actualmente es de 51.954 espectadores y sí, el partido que se celebró fue un Nadal-Federer en Ciudad del Cabo (Sudáfrica).
Por última vez volverán a coincidir al máximo nivel. Y lo harán de la mejor manera posible: formando pareja. El adiós de Federer no podría tener mejor compañero, él mismo lo dejó claro tanto antes como después de la confirmación. Lo llegó a calificar como "un sueño" antes de la confirmación. "Es superespecial poder jugar con Rafa", aseguró tras hacerse público su partido. En 2017, también en la Laver Cup, jugaron juntos por primera vez.
Espalda y rodilla, sus azotes
Una alegría para Federer tras el suspense sobre su presencia en el torneo. El helvético se probó a lo largo de la semana y, tras declinar su presencia en individuales, se decidió a realizar su último asalto en el dobles. La menor exigencia y recorrido sobre la pista favorecían al tenista, que está muy mermado por sus problemas físicos.
Un azote en temas de salud que le ha hecho estar completamente fuera del circuito durante los dos últimos años. Las dolencias en la rodilla le han causado fuertes dolores y la incapaz de practicar el deporte donde lo ha logrado todo, tanto a nivel de títulos como a nivel de reconocimiento.
El último partido que disputó dejó evidentes síntomas de que algo no marchaba bien en su rodilla. Humbert Hurkacz fue su verdugo, pero más allá de eso la preocupante imagen dejada por Federer hizo saltar las alarmas. Y fue tan grave como se pensaba. Se tuvo que operar del cartílago de la rodilla, un paso por el quirófano en un tema tan delicado no auguraba nada bueno. Y así fue. Un constante quebradero de cabeza que le han evitado volver a jugar como profesional.
Todo empezó sin jugar al tenis. Un golpe fortuito bañando a sus hijos le hizo someterse a una cirugía en el menisco de la rodilla izquierda en 2016. Y tras varios meses fuera, las caídas en la siempre resbaladiza hierba de Wimbledon le volvieron a martirizar con cinco meses fuera.
Su espalda, anteriormente, también le produjo su ausencia en el circuito. Unas molestias le azotaron entre 2013 y 2014, llegando a disputar la final de Roland Garros con continuos dolores. Una década marcada prácticamente por la persistencia de resentimientos físicos que le han hecho decir adiós.
Pese a tratar de recurrir a la ciencia para intentar sin éxito su regreso, Federer decidió desistir y dar un paso al lado. Considerado ya leyenda del tenis y con un palmarés excelso, a sus 41 años ha decidido dedicarse a su familia y a disfrutar de la vida. No sin antes realizar su particular 'último baile' junto a su mejor amigo, Rafa Nadal. Muchas vivencias juntos y una carrera plagada de éxitos con él al otro lado de la pista.
Sus enfrentamientos les depararon un aprendizaje que les llevó a ser casi hermanos. Un conocimiento exhaustivo entre los dos. Constantes palabras de halago entre ambos marcadas por la caballerosidad dentro de la pista. Ni una vez Rafa y Roger se levantaron la voz ni tuvieron encontronazo alguno. Las horas en pista curtieron una amistad que termina de la mejor manera. Una dupla jamás vista antes en el tenis, al igual que los lazos que han forjado.