Rafa Nadal (Manacor, 1986) vuelve. Es una frase que se ha vuelto reiterativa durante la temporada, pero no por ello ha dejado de ser una noticia a celebrar. Lo hace en París, donde la próxima semana competirá en el último Masters 1.000 del año. El contexto para él es diferente, ya que es su primer torneo como padre, pero su ambición sigue siendo la de siempre.
Han pasado 37 días desde el último partido de Rafa -su derrota en el US Open ante Tiafoe- y solo 22 desde que él y Mery Perelló fueron padres de un niño en Palma de Mallorca. Nadal espera que estas semanas de parón hayan servido para poner en orden su vida y volver con fuerza, física y mental, a las pistas de tenis.
Retos tiene varios. El Masters 1.000 de París-Bercy será la primera parada de su final de temporada y Turín, donde se celebran las ATP Finals, será la segunda y última. No disputará a finales de noviembre la Copa Davis, fechas en las que celebrará una gira de exhibiciones por Sudamérica y México.
[El camino hacia la final soñada entre Carlos Alcaraz y Rafa Nadal pasa por Medvedev y Djokovic]
Los compromisos que vienen para Nadal en Francia e Italia comparten algo: el manacorí nunca ha ganado esos torneos. París-Bercy y ATP Finals son los dos campeonatos de mayor categoría que todavía se le resisten, sumando los Masters de Miami y de Shanghái a la ecuación. Poder estrenarse en uno de ellos ya es motivación suficiente para Rafa en su regreso.
En París lleva unos días, desde el jueves en concreto. Nadal quiso llegar más pronto que nunca a una ciudad en la que contrastan sus éxitos en Roland Garros con su palmarés nulo en esta cita que se juega bajo techo. Su rendimiento es bueno, con un balance de 22 victorias en 28 partidos y llegando siempre como mínimo a cuartos de final, pero sin el trofeo en sus vitrinas.
Nadal ha tenido varios entrenos en la pista indoor parisina, uno de ellos con el estadounidense Sebastian Korda. Se ha implicado en coger ritmo y es que el cuadro no le va a dar un respiro desde su debut. Le tocará contra Tommy Paul o Roberto Bautista y en el potencial camino hasta la final se le pueden cruzar otros nombres como Shapovalov (o Carreño), Tsitsipas y en última instancia Djokovic. No sería hasta la última ronda cuando podría medirse a Carlos Alcaraz.
Es el primer torneo en el que Alcaraz y Nadal serán los cabezas de serie 1 y 2, misma clasificación que tienen en el ranking mundial. Para el tenis español es un privilegio estar en esta situación, para Carlos un sueño y para Rafa casi un panorama idílico tras verse contra las cuerdas durante el año por culpa de las lesiones.
Alcaraz se mantiene una semana más como número 1 del mundo. Lo hace ampliando ligeramente su ventaja sobre Nadal, hasta los 920 puntos, tras alcanzar las semifinales del ATP de Basilea. Este sábado cayó derrotado contra un Felix Auger-Aliassime que es el tenista más en forma en pista cubierta.
La diferencia quiere decir que Nadal, sin puntos que defender, todavía tiene posibilidades de dar caza a Alcaraz antes de que acabe el año. Carlitos defiende hasta los octavos que alcanzó el año pasado. Si su participación fuera desastrosa y Rafa ganara, habría cambio de orden en el ranking. Es difícil que pase, sí, pero no imposible.
Carlos y Rafa se citan en Turín
Nadal puede recortar puntos a Alcaraz en París y, quizás, ponerse más a tiro de cara a la siguiente cita: las ATP Finals. Turín (del 13 al 20 de noviembre) marcará el final de la temporada reuniendo a los mejores del año, siendo Nadal y Alcaraz los que primero se clasificaron para la cita. Tsitsipas, Ruud y Djokovic también están clasificados, mientras que Medvedev roza estarlo. Rublev y Aliassime son los que tienen más cerca las dos plazas restantes.
En esas ATP Finals, el máximo de puntos que podrá ganar un tenista son 1.500 puntos. Para ello, ha de ser campeón invicto ya que cada victoria en fase de grupos da puntos. Es decir, las próximas tres semanas se pondrán en juego entre París y Turín hasta 2.500 puntos. La pelea entre Alcaraz y Nadal está abierta.
Olvidar los dolores
Después de los recurrentes problemas físicos de este año, que le afectaron en Wimbledon y en el US Open, Nadal, a sus 36 años, se ve en un panorama que sigue lleno de objetivos. Cada uno de ellos es un impulso para seguir para un tenista que pelea por ser el mejor de la historia.
Además, Nadal ha tenido tiempo para descansar y dar un respiro a su cuerpo que tan castigado ha llegado a estar. Habiendo participado en apenas cuatro torneos desde junio, la situación es diferente a cuando pensaba que no podría jugar más tras ganar el último Roland Garros. Ahora vuelve a París con el objetivo de sumar nuevos éxitos a una carrera de leyenda en el deporte.