El tenis es uno de los deportes más exigentes a nivel individual. Cada jugador tiene que exprimirse a lo largo de los doce meses del año para poder estar en lo más alto, lo que se traduce en horas y horas de trabajo para perfeccionar la técnica y pulir cualquier aspecto del juego. Una situación que lleva al límite a muchos de ellos. Es el caso de Benoît Paire.
El jugador francés siempre se ha caracterizado por un carácter indómito sobre la pista. Tiene una gran calidad, especialmente en su revés, pero se ha dejado llevar en muchos aspectos extradeportivos. Pese a que ya había dado muestras de su conducta en ciertos momentos, la llegada de la pandemia de la Covid-19 desató su cara más oscura. Un lado negativo que le ha acompañado en los últimos años.
Paire se había dejado llevar en los torneos durante varias temporadas, a los que accedía gracias a sus puestos de honor ya que llegó a ser número 18 de la ATP. Una decisión motivada por sus ganas de lograr dinero fácil, puesto que llegó a reconocer que había perdido la ilusión por este deporte. Prefería perder a luchar por continuar escalando puestos.
Una postura de la que culpó a la pandemia y a las altas exigencias de los torneos, que presentaban duras restricciones para participar. Un ejemplo de ello fue la burbuja impuesta por el Open de Australia para jugar en Melbourne. Los tenistas se veían obligados a someterse a distintos tests de manera continua y a vivir en cuarenta en las habitaciones de los hoteles de la organización.
Esto provocó que Benoît Paire se cansase del tenis y dejase alguna de las imágenes más icónicas de los últimos años. Dejó de luchar los puntos y poco más que se presentaba sobre la pista para poder sumar unos miles de dólares a su cuenta bancaria, que poco después gastaba con rapidez.
Los aficiones como el alcohol o salir de fiesta tomaron cada vez más importancia en la vida del tenista galo. Una espiral que le hizo descender hasta casi los infiernos, hundiéndose en la clasificación y perdiendo la opción de estar en los torneos más importantes como son los Grand Slams o los Masters 1000.
"Los que aman el tenis, que sólo tienen eso en mente y entrenan las 24 horas del día son felices y la burbuja nos les cambia nada. Pero a los que nos gusta el ambiente, la vida, la libertad, comer y disfrutar, esto es muy duro. Este circuito no es para nosotros", explica el francés en una entrevista en L'Equipe.
Tal fue su desidia con el tenis, que Paire se permitió el lujo de prescindir una persona que le entrenase. Su prioridad era recoger las ganancias de los torneos aunque perdiese en primera ronda, y le daba igual pues llegaba a sumar casi 10.000 dólares por presentarse.
"He dejado de entrenar y coger la raqueta. No tiene sentido pagarle a alguien ahora en el circuito. Ahora no tengo ni entrenador ni preparador físico. No estoy entrenando y no estoy preparado para jugar partidos importantes", reconocía hace tan solo un par de años.
Cambio mentalidad
Benoît Paire se ha dedicado al tenis, pero también a salir de fiesta y a disfrutar del dinero ganado. Especialmente con una peligrosa sustancia como el alcohol. Su gran adicción a la bebida fue uno de los principales causantes de su desplome en la ATP. Sin embargo, esa situación ha llegado a su límite.
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Tras un par de años llenos de altibajos y con más problemas de los debidos con el alcohol, Paire ha decidido dar un drástico giro a la situación que estaba viviendo. Esto le ha propiciado el regreso a los grandes torneos, ya que ha disputado las primeras rondas de los Masters 1000 de Miami y Montecarlo. De hecho, en el monegasco ha caído derrotado este domingo tras superar la fase clasificatoria.
Un cambio de mentalidad que ha llegado gracias a su madre. Su progenitora ha sido la culpable de que Paire haya decidido tomar un rumbo distinto y volver a apostar por el deporte. Un cambio de guion en su alocada, esta vez en la búsqueda de la estabilidad. Y, por fin, parece que la está encontrando. O, al menos, así lo ha confirmado en su última entrevista.
"En el momento en el que la cabeza estuvo en condiciones, me dije a mí mismo que también tenía que dejar de beber. Hice una desintoxicación. No es que fuese un alcohólico, pero bebía muchísimo. Me gustaba, lo hacía demasiado cuando salía de fiesta. No me puse ningún límite. Todo esto ya está dando sus frutos: además, he podido perder algunos kilos", declaró a RMC Sports poco antes de volver a Montecarlo.
Una situación que se debió a un click personal tras una conversación con su madre, que fue la que le hizo cambiar de parecer sobre los excesos a los que estaba llevando su vida."Todo hizo click en Waco, el 28 de febrero de este año. No podía encontrar la motivación. Me preguntaba:'¿Qué hago jugando torneos Challenger en una Universidad, delante de dos personas?'", explicaba.
"Medité muchísimo y tuve una conversación por teléfono muy larga con mi madre. Me marché hacia Puerto Vallarta con una mentalidad completamente distinta. Nicolas Mahut puede dar fe de ello, él también me ayudó muchísimo después de la primera ronda (en México), cuando salvé una bola de partido", sentenciaba en su nuevo cambio de mentalidad.
Recaída en Montecarlo
No obstante, Benoît Paire tiene todavía mucho trabajo por hacer. El jugador francés volvió a sufrí uno de esos cortocircuitos que tanto le han caracterizado en los últimos años. Fue en su partido de primera ronda contra Alexei Popyrin en el Masters 1000 de Montecarlo.
Todo parecía a favor del tenista galo, que se impuso en el primer set por un contundente 6-2. En la segunda manga, la calidad de Paire hizo su efecto y desarboló a su rival australiano hasta llevarlo prácticamente contra las cuerdas. El marcador reflejaba un 5-1 a su favor y acariciaba la victoria con sus manos.
Sin embargo, un nuevo golpe de realidad le azotó. Se quedó a un solo juego de ganar, pues Popyrin le dio la vuelta al partido y dejó hecho añicos a Paire, que vio cómo se iba de vacío y dejaba una imagen de desconexión total. A partir de ahí, el australiano se impuso por 6-2, 6-7 y 4-6.