Corría el segundo juego del tercer set y en el horizonte se vislumbraba un partido largo. La batalla en la primera semifinal de Roland Garros entre Carlos Alcaraz y Novak Djokovic estaba siendo titánica y cada uno se había hecho con una manga, así que la igualdad era lo que imperaba sobre la pista mientras todo el público se divertía de una manera increíble.
Sin embargo, todo se torció de la forma más imprevista. Con 40-30 y bola para colocar el 1-1 en el marcador, Nole sirvió y Carlitos restó a la red para cerrar el juego a favor del serbio. Sin embargo, algo no fue bien en ese golpe. Parecía que no había tenido nada fuera de lo común para un deportista con unas cualidades físicas excepcionales, pero rápidamente Alcaraz se quedó cojeando sobre la pista.
No había sido un mal apoyo, tampoco una torcedura de tobillo. En el momento de posar su pie derecho sobre la tierra batida de la Philippe-Chatrier, el murciano notó que algo no iba bien. Había sentido un pinchazo en su gemelo, un problema muscular que pronto iba a dejar síntomas de su gravedad.
El partido debía seguir porque con el 1-1 en el marcador no era momento para ir a los banquillos, pero Alcaraz tuvo que pedir igualmente asistencia médica. Las normas del tenis dicen que el choque no se puede detener por este tipo de calambres hasta que no hay un cambio de lado salvo que el damnificado ceda todos los puntos del próximo juego, pero tan mal vio la situación el murciano que decidió perder el siguiente juego para poder ser atendido.
La juez de silla bajó para ver qué le sucedía al número 1 del mundo y para confirmar la pérdida del siguiente juego (algo que no gustó al público), mientras que el propio Djokovic también abandonó su mitad de la cancha para interesarse por el estado de salud de su rival.
Alcaraz sigue pese a todo
Dentro de sí mismo, Carlitos sabía que en aquel instante el partido tal y como se venía desarrollando hasta el momento se había terminado. Fue atendido y regresó a la pista con el 1-2 por debajo en el marcador para ver cómo se encontraba, pero enseguida comprobó que la musculatura no respondía y que apenas podía moverse sobre la pista buscando las bolas de su rival.
Los siguientes peloteos fueron un auténtico calvario, y dos juegos después, con el nuevo cambio de lado, Alcaraz solicitó de nuevo atención médica con 1-4 en contra. Ahí, mientras recibía los pertinentes masajes del fisio, giró la cabeza para establecer contacto con su banquillo, especialmente con Juan Carlos Ferrero, su entrenador.
El extenista seguramente le pedía a su pupilo que si se encontraba realmente mal que se retirase del partido, ya que se estaba viendo que su físico apenas respondía. "Sí, sí, lo sé, Juanki. Pero es muy pronto para retirarme", respondió el propio Carlos Alcaraz a la petición de su entrenador en una frase que resume el carácter de garra que tiene el actual número 1 del mundo.
El de El Palmar sabía que sus problemas no iban a ir a mejor y que Djokovic le arrollaría en los siguientes juegos hasta el final del partido. Le daba igual. Prefirió aguantar estoicamente sobre la pista, jugando cojo, sin poder correr detrás de las bolas, sin poder prácticamente realizar su servicio. Todo eso antes que abandonar y marcharse de Roland Garros con una triste retirada.
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Carlitos lo dio todo sobre la pista y se quedó con el mal sabor de boca de saber que una lesión le privó del sueño de jugar por primera vez una final de Roland Garros. Le estaba plantando cara a Novak Djokovic, pero seguro que a este nivel tendrá más oportunidades de brillar sobre la tierra batida de París.