Carlos Alcaraz disputará en poco más de una semana el tercer Grand Slam de la temporada, Wimbledon. El torneo que se disputa en Londres es, posiblemente, uno de los más complicados. La enorme diferencia reside en el drástico cambio de superficie, puesto que se pasa a jugar en hierba.
La mayoría de tenistas están acostumbrados a disputar la gran mayoría de sus partidos sobre la tierra batida o en pista rápida. Estas superficies, por sus características, son radicalmente distintas a la tan llamativa hierba. Con Wimbledon como joya de la corona, muchos tienen que hacer una rápida adaptación para preparar el tercer Grand Slam de la temporada ante la escasez de oportunidades que hay para ello.
Wimbledon se disputa normalmente entre finales del mes de junio y la primera quincena de julio. Por ello, 'Carlitos' ha decido prepararse a conciencia para afrontar con garantías su tercera presencia en este Grand Slam. El español decidió alistarse en Queen's y allí está mostrando una fantástica imagen. Tal ha sido el nivel mostrado que se ha colado en la final en su primera participación en uno de los torneos más icónicos del circuito.
Lo cierto es que Carlos Alcaraz ha afrontado un duro y exigente desafío y lo está superando con creces. El número dos del mundo no se ha resentido por el drástico y brusco cambio de superficie, puesto que llegaba tras alcanzar las semifinales de Roland Garros, y se ha adaptado a la perfección a un estilo de juego muy distinto al que suele emplear.
La hierba, muy diferente
La temporada de hierba es la más corta del circuito, tanto en el femenino como en el masculino. Apenas se disputan una decena de torneos, todos ellos congregados entre los meses de junio y julio, teniendo como colofón a Wimbledon. Con él, se cierra el círculo a unas semanas frenéticas.
Para adaptarse a una superficie tan complicada como la hierba, los jugadores se ven obligados a cambiar radicalmente su estilo de juego. Acostumbrados a un estilo mucho más lento como es el caso de la tierra batida, los tenistas tienen que sobreponerse a los rápidos e irregulares botes de la pelota.
Esto se debe a la poca adherencia que tiene la pelota al impactar sobre la hierba, lo que hace que se deslice en lugar de botar, haciendo que coja una menor altura. Pero, además, ese bote es irregular, ya que no siempre lo hace de la misma manera e influyen muchos factores como el tipo de césped, la altura del corte o el drenaje de la pista.
Por dicho motivo, la bola no coge tanta altura y los jugadores se ven abocados a flexionar mucho más y recurrir a los golpes cortados como arma para ralentizar el juego en determinados momentos. También recurren a estrategias como el saque y volea para evitar que los puntos se alarguen en exceso, lo que provoca en ellos un alto desgaste. Algo completamente diferente a lo visto en Roland Garros o en torneos de tierra batida.
En la tierra batida el bote es mucho mayor y se abusa más de los golpes liftados, que imprimen una mayor carga de peso a la pelota. También los puntos son mucho más largo y se juega normalmente por detrás de la línea de fondo, algo casi impensable en hierba. Por dicho motivo, se hace imprescindible que los jugadores se preparen para Wimbledon disputando alguno de los torneos previos como Halle, Queen's, Mallorca o Eastbourne.
Alcaraz, en plena adaptación
Carlos Alcaraz va camino de un nuevo desafío con su tercera presencia en Wimbledon. Hasta esta temporada, desde que diese el salto al profesionalismo, el de El Palmar apenas había disputado un puñado de partidos sobre hierba, concretamente seis, sumando cuatro triunfos y dos derrotas.
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Sin embargo, tras su puesta en escena en Queen's, ha conseguido dar un paso adelante en su nueva odisea para afrontar su desembarco en el tercer Grand Slam de la temporada. En el torneo londinense ha logrado sumar las victorias en apenas una semana que en toda su carrera en la élite.
Arthur Rinderknech, Grigor Dimitrov, Jiri Lehecka y Sebastian Korda han sucumbido a su impecable juego sobre la hierba. El número dos del mundo ha sabido entender el juego y mimetizarse en esta superficie.
Tal ha sido su adaptación que ha mostrado ciertos detalles que hacen que tenga unos mecanismos comprendidos ya. En varios de sus partidos en Queen's ha demostrado su talento recurriendo al saque y volea, un estilo de juego muy característico de la hierba.
Por lo tanto, Carlos Alcaraz ha cerrado con éxito su preparación y ha sabido encontrarle el punto a jugar en esta siempre dura y complicada pista antes llegar a Wimbledon. Allí, espera realizar un papel más que digno y superar la cuarta ronda a la que llegó el año pasado.