Es imparable. Tiene 36 años pero sigue con la misma ilusión que aquel joven chaval serbio que desde muy pequeño empezó a darle golpes a la pelota con una raqueta. Novak Djokovic se proclamó campeón de las ATP Finals, el gran torneo que sirve para cerrar el año por todo lo alto, después de barrer de la pista a un Jannik Sinner que hasta la fecha venía firmando una gran competición (3-6, 3-6).
Sufrió ligeramente en la fase de grupos, no dio opción alguna a Carlos Alcaraz en las semifinales y firmó algo similar en la gran final con un Jannik Sinner al que manejó como quiso gracias a su servicio. En una hora y 43 minutos la final fue historia. Nole voló sobre la pista y ejecutó a un rival que apenas tuvo oportunidades reales de meterse de lleno en la pelea por el partido.
Nunca antes nadie había conseguido sumar siete títulos en la Copa de Maestros, pero Djokovic está dispuesto a batir todos los récords posibles, incluso este. Se estrenó en 2008, y a partir de ahí sumó títulos en 2012, 2013, 2014, 2015 y 2022. En este 2023 ha reventado la historia y ha vuelto a demostrar que está en el trono del tenis mundial de manera indiscutible.
Jannik Sinner llegó a esta gran final siendo seguramente el mejor tenista del torneo quitando de la ecuación al propio Djokovic. Lo tenía todo a favor para dar la sorpresa (salvo el rival), con una plena confianza, un juego maravilloso y el público a favor jugando como local en su país. Ni por esas, Nole fue mucho Nole.
Infalible con su servicio
Si hubo un factor que marcó la diferencia en esta final ese fue el servicio de Novak Djokovic. El serbio ganó la primera manga perdiendo tan sólo 2 puntos en todo el set con su saque, una buena muestra de que para Sinner fue absolutamente impensable pensar en una rotura.
Todo arrancó con un juego en blanco del serbio, como un preludio de lo que iba a ser el primer set. Además, no tardó en llegar la primera rotura por parte de Nole. En su primera bola de break acertó de pleno y rompió el partido para poner el 1-3 que refrendó posteriormente con el 1-4 al ganar su saque.
Sinner se veía en una clara condición de inferioridad. Sufría para sacar adelante su servicio y se mostraba impotente para poner en apuros a su rival con el suyo, así que la ecuación era clara. El resultado, un 3-6 contundente para Djokovic al aprovechar su primera bola de set.
El partido iba cuesta abajo y sin frenos cuando el serbio rompió el servicio de Sinner nada más arrancar el segundo set. Disfrutó de tres bolas de break, pero Nole estaba tan enchufado que tan sólo le hizo falta una de ellas. Estaba arrasando y el italiano acudía a este espectáculo en primera persona sin poder hacer nada.
El set avanzó hasta el 2-3 y en ese momento, contra todo pronóstico, Djokovic mostró sus primeras debilidades. No estaba mal para ser la altura de partido que era. Sinner se esperanzó al ver cómo tenía a su favor dos bolas de break y el público italiano enloqueció. Sin embargo, pronto se bajó el suflé porque Nole supo salir de esta complicada situación con maestría.
Con el 2-4 llegó el juego más espectacular de todo el partido. Tenía una importancia capital en lo que pudiera pasar después y los dos tenistas lucharon con una intensidad máxima cada punto. El reflejo de ello fue que este juego duró 15 minutos, todo un cuarto de hora con alternativas para ambos que terminó con Sinner poniendo el 3-4 y soñando todavía con dar la machada.
No le importó a Djokovic no haber cerrado ahí el partido porque iba a hacerlo un poco más tarde. Con más tiempo para ofrecer espectáculo, el serbio terminó levantando los brazos en Italia y celebrando su séptimo título en las ATP Finals, uno más que los que llegó a conseguir Roger Federer. Nole sigue haciendo historia.