La última vez que Rafa Nadal jugó en Madrid fue hace dos años, cayendo en cuartos de final contra un emergente Carlos Alcaraz. Este miércoles, ambos entrenaron en la Caja Mágica en pistas contiguas y a su alrededor se agolpaba una enorme masa de gente que no se lo quería perder. Este jueves llega su esperado debut en una nueva edición, la última para él, del Mutua Madrid Open.
Todos quieren ver a Nadal porque es muy probable que sea la última vez que la mayoría de aficionados puedan observarle en activo. Rafa arrancó su gira de despedidas en el Godó, donde tras caer en su segundo partido contra De Miñaur reconocía que "casi con total seguridad" sería el último de su carrera en el torneo que más veces ha ganado (12) a excepción de Roland Garros (14).
En Madrid ha salido campeón en cinco ocasiones (la primera, en 2005, cuando se jugaba en pista dura) y la pista central no lleva su nombre sino el de Manolo Santana, pero eso no es relevante. En la capital, como en Barcelona y en todas las partes de España, Rafa es idolatradísimo y recibe un cariño muy especial ahora que su llama competitiva se va apagando. La locura ha invadido la Caja Mágica.
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Nadal lleva en Madrid desde la semana pasada, pero sus primeros entrenamientos eran sin público. El lunes abrieron las puertas del torneo y desde entonces se han repetido las mismas imágenes. Tres días seguidos con Rafa en el objetivo de todo el mundo. El lunes, además, se pasó por la Cibeles para estar presente en la ceremonia de la 25ª edición de los Premios Laureus. No iba a recibir ningún galardón ni tampoco entregarlo, pero fue aparecer y en los ojos de todos se veía cierto brillo por tenerle de cerca. Sólo Jude Bellingham pudo ganarle en el 'gritómetro' del gentío.
Martes y miércoles volvió a ejercitarse. En el segundo día de la semana tuvo un entrenamiento de dos horas con el checo Lehecka. No se lo perdieron ni Ilia Topuria ni Alcaraz, que minutos antes improvisaron una sesión relajada de MMA y tenis. El campeón de UFC y el actual número 3 de la ATP eran dos aficionados más ilusionados por ver entrenar unos minutos a Nadal.
A la noche, el doctor Ángel Martín cumplió con la tradición y organizó una cena en su casa como cada vez que Nadal compite en Madrid. Estuvo parte del equipo del tenista (Moyá, su agente Carlos Costa o su jefe de comunicación Benito Pérez Barbadillo), pero también amigos como Alejandro Sanz o David Ferrer. Incluso hubo una importante comitiva madridista, que incluía a los brasileños Vinicius y Rodrygo, Modric, Raúl o Figo.
Al día siguiente Nadal se saludó cariñosamente con Carlitos cuando coincidieron en las pistas de entrenamientos. Tras la sesión de práctica y el nuevo baño de masas, incluyendo un breve encuentro con el presidente del Partido Popular Alberto Núñez Feijóo, pasó por rueda de prensa. Allí confirmó que esta es su última vez compitiendo en Madrid.
La sala de prensa era casi una réplica de lo que se vio antes en las pistas de entrenamiento. Ningún periodista se lo quería perder ni dejar de pasar la oportunidad de preguntarle (¿también por última vez?) a una de las grandes leyendas del deporte. Casi un centenar de medios, entre ellos EL ESPAÑOL, atendía a las palabras del campeón de 22 Grand Slams.
En su comparecencia de alrededor de 20 minutos, reconoció que "las sensaciones de la semana no han sido perfectas". Para este jueves, "lo idóneo es jugar y no tener mucha limitación". Además apuntó que de no ser Madrid, quizás no saldría a jugar; y metió a Roland Garros en ese 'saco': "No voy a jugar en París tal y como estoy hoy". En Barcelona se tuvo que dejar ir y es una sensación que no le gusta.
Nadal juega sin red, sin saber qué partido será el último. Tampoco le motivan los homenajes: "No aspiro a nada más que salir, disfrutar, divertirme y tener la sensación de jugar en un sitio donde he recibido un cariño inigualable. Si quieren hacer algo bien y si no, nada. No tienen que demostrarme nada", dijo.
Sobre la locura desmedida de estos días, sólo tuvo palabras de agradecimiento: "Sé lo que me han dado durante toda mi carrera y mañana estoy seguro de que no va a ser diferente. El apoyo de aquí ha sido incondicional, me he sentido increíblemente apoyado y querido. Lo digo de verdad, no por estar aquí en Madrid. He jugado aquí Copas Davis, he jugado el torneo unas 20 veces, empezando en la pista cubierta. Ganando aquella final remontando dos sets a cero, en la que sin el público no hubiera podido ganar nunca. La historia solo ha sido de cariño, apoyo. He tenido la suerte de ser tratado fenomenal en todo el mundo, aquí es especial. Simplemente sé lo que va a pasar y me apetece vivirlo".
Nadal se mide a un adolescente
Desde la organización del torneo aseguran que las entradas están agotadas desde hace días. Cuando se supo que Nadal debutaría el jueves en Madrid, los tickets para ese día que quedaban por venderse volaron en muy poco tiempo. Rafa se estrenará contra el jovencísimo Darwin Blanch, que tendrá el privilegio de medirse contra uno de los mejores de siempre en su segundo partido como profesional.
Cuando nació Blanch -que habla chino y tailandés y entrena en la academia de Ferrero como Alcaraz-, Nadal ya había ganado 23 títulos como profesional (incluidos tres Roland Garros) y era el número 2 de la ATP. Su partido marcará un nuevo registro histórico del circuito como el de mayor diferencia de edad entre un tenista y el otro: 21 entre los 37 de Rafa y los 16 de Darwin.
Tal es la diferencia de edad, que Rafa admite que no ha visto jugar mucho a su rival de este jueves. Espera "un jugador joven con mucho potencia" y, por su parte, "disfrutar y estar lo suficientemente competitivo para tener opciones de luchar por el partido". "Veremos cómo estoy, es un poco incógnita", reconocía de cara a su debut en el torneo.
Blanch, que ha visto toda su vida a Rafa por televisión, se mostró emocionado por el duelo en declaraciones para la ATP: "Es una experiencia que no voy a olvidar el resto de mi vida". Tampoco lo harán los privilegiados que acudan este jueves a la Caja Mágica.