No hay quien pare a Iga Swiatek en París. La tenista polaca, número 1 del mundo en la actualidad, se proclamó campeona de Roland Garros tras desbancar en la final de manera muy cómoda a la italiana Jasmine Paolini (6-2, 6-1).
Se trata del cuarto título de la mejor jugadora del momento en la tierra batida francesa, el tercero además de manera consecutiva, por lo que su dominio en el torneo se puede ya decir que es abrumador.
No hubo color. Fue un partido sin historia en el que la máxima favorita cumplió con las previsiones más optismistas. Swiatek desbancó por completo a una Paolini totalmente superada y que no supo en ningún momento encontrar la manera de parar la sangría.
Todo fue por la vía rápida. En apenas 35 minutos Swiatek cerró la primera manga, y eso que fue la primera en perder su servicio en el tercer juego. Aquello, sin embargo, fue un mero espejismo porque enseguida llegó el huracán polaco para firmar tres breaks consecutivos y despachar el primer parcial.
Con el encuentro ya de cara, todo fue coser y cantar para Swiatek. Fue increíble la superioridad de la número 1 del mundo, que se siente en casa jugando sobre la tierra batida de París. En un paseo se embolsó su cuarto Roland Garros en el último lustro y demostró que es la gran dominadora de la Philippe-Chatrier.
Muy fácil
Todos los indicios apuntaban a que Swiatek barrería de la pista a Paolini. La número 1 venía imparable y tan sólo había pasado apuros en la segunda ronda ante Osaka. El resto de rivales habían ido cayendo una tras otra sin haber conseguido ganar ni siquiera un solo set.
La final, eso sí, comenzó con sorpresa. Paolini consiguió firmar un break en el arranque del encuentro y sorprendió a Swiatek, pero enseguida la polaca se puso el mono de trabajo. Sin lugar a las contemplaciones, enseguida recuperó el saque perdido y puso el modo apisonadora porque en todo el resto del encuentro tan sólo dejó ganar a su rival un único juego más.
El festival de la número 1 fue deslumbrante para cerrar con un claro 6-2 el primer set. Incontestable y arrollador a partes iguales Swiatek, que ya tenía medio título en el bolsillo.
Era prácticamente imposible imaginarse otro escenario diferente al de una victoria de la polaca en el segundo set. Efectivamente, así fue, porque si el marcador de la primera manga ya fue contundente, todavía lo fue mucho más el que se dio en el segundo set.
Basta con decir que Paolini tan sólo fue capaz de aguantar su servicio en esta segunda manga en una única ocasión. El resto de intentos fueron breaks de Swiatek, que no tuvo ningún tipo de contemplación y pasó el rodillo a pasear haciendo gala de una gran superioridad.
Paolini y la Philippe-Chatrier se rindieron a la evidencia. Hace mucho tiempo que no hay otra jugadora mejor que Iga Swiatek en la tierra batida de Roland Garros, y sus cuatro títulos en los últimos cinco años así lo atestiguan.