Djokovic advirtió que si jugaba en Wimbledon era para aspirar al título. Y como tal ha empezado. Después de superar por la vía rápiuda, aunque con cautela, al checo Vit Kopriva, coronó su segundo puerto, este de mayor altura, ante Fearnley, tenista local que fue creciendo a medida que avanzaba el encuentro. El británico le salió respondón al serbio que se dejó un set por el camino en su victoria (3-6/4-6/7-5/5-7) y estuvo cerca de verse obligado a la disputa de una quinta manga.
A Novak se le vio algo agarrotado en la central. Con mucho juego desde el fondo de la pista y contenido a la hora de entrar en un intercambio largo de puntos. Su intención era la contraria, busca que durasen el menor tiempo posible. Su físico actual da para eso, aunque sólo él mismo sabe realmente como está. Hace menos de un mes pasaba por el quirófano para operarse del menisco y ya suma dos victorias en Wimbledon. Un "superhumano" que dice Alcaraz.
Djokovic inició sin cautelas, sacando el revés ganador en los momentos que más apurado se veía y ajustándose esa rodillera gris que lucirá a lo largo de todo el torneo. Y cerró la primera manga del mismo modo que empezó, ganando su servicio. No obstante, ni su rostro ni su tenis cambiaban. Seguía serio, metido en el partido, concentrado a partes iguales en su rodilla y su juego.
Con marcador a favor, se vio la versión más afianzada del serbio. Trató de de minimizar errores y no ceder su saque para, de nuevo ganando su servicio, apuntarse el segundo set. Dos mangas arriba y poco más de una hora y cuarto de partido disputafo, guion ideal para el serbio que parecía finiquitar por la vía rápida su segundo partido tras la operación.
Hasta que Fearnley se quitó el miedo escénico y soltó la deracha que tantos puntos le había costado por el camino. Djokovic pasó de un 2-3 y saque a favor a perder su servicio, ganar el británico el suyo y verse en abocado a un cuarto set. De pronto, el viento había cambiado su dirección. Ahora eran las bolas de Fearnley las que entraban y las de Novak las que no superaban la red.
La grada también soplaba a favor de Fearnley. Cada bola era ovacionada con mayor júbilo a medida que se iba viendo un Djokovic en apuros y flaqueando. El 277 del mundo estaba superando en ese momento al siete veces campeón de Wimbledon. Ambos entraron en un intercambio de servicios ganados en el que ninguco cedía. Con 5-5 y saque para Fearnley, el serbio consiguió encontrar la manera de cerrar del partido.
Le rompió el servicio y sacó su tensión contenida llevándose el dedo a la boca intentando silenciar a la grada. Sus problemas estaban a un juego y con saque a favor de resolverse. Tan solo tenía que hacer lo mismo que en sets anteriores. Y así hizo. Precintó un partido que sobre el papel se parecía más a un trámite que otra cosa, pero que el césped de Wimbledon convirtió en una carretera con curvas al final del camino. Djokovic avanza a tercera ronda, con susto, pero avanza.