Carlos Alcaraz, tras vencer a Tiafoe en cinco sets, se puso el objetivo de evitar alargar los partidos hasta la última manga. Dicho y hecho. Venció (6-3, 6-4, 1-6, 7-5) y sofocó a tiempo el ímpetu de un Humbert que amagó con prolongar y avanza a cuartos de final de Wimbledon por segunda vez en su carrera. [Así hemos vivido la victoria de Alcaraz sobre Humbert].

En uno de los peores días que se recuerdan en Wimbledon por el cruel tiempo del exterior, costaba distinguir el sonido de los golpes de Alcaraz por la fuerza del agua contra el techo. Los torrentes opacaban la violencia del español, pero no cambiaban el resultado. El paseo ante Humbert fue mayúsculo durante los dos primeros sets, antes de meterse en una espiral de malos servicios que le pudieron costar un disgusto mayor.

Humbert no es un mal jugador en pasto. Todo lo contrario. En su palmarés disfruta de un título en Halle y aquí, en 2019, solo le pudo parar Novak Djokovic, el a la postre campeón. Esta experiencia y su condición de zurdo, con el recuerdo de lo que ocurrió ante Jack Draper en Queen's, amenazaban los dominios de Alcaraz, pero el murciano, una vez acariciado el sufrimiento y haberlo empujado lejos, volvió a disfrutar. 

No sin antes ver como Humbert viró en el tercer set un partido que parecía decidido. El español se muestra cegado por momentos y acumulando errores no forzados que hacen despegar al francés. Bajo porcentaje de primeros saques (66 %) y de puntos con el segundo (30%), 10 fallos y gestos contrariados y enfados con su palco que se reflejan en los rostros del equipo. Un dejarse llevar que también es Alcaraz. "No sé qué hacer", le gritaba a su entrenador. 

"Jugar contra zurdos siempre es un poco complicado. Jugué en Queen's mi primer partido contra un zurdo y aprendí un poco de esos cortados que pueden hacer. Me he sentido genial hoy, creo que he jugado a un gran nivel, he intentado no pensar que era zurdo y poner mi propio estilo", asegura posteriormente Alcaraz.

No obstante, logra reconducir el partido hacia donde quiere. Bien con saques a 215 kilómetros por hora o escorados que obligan a Humbert a, en ocasiones, tener que intentar devolver la pelota una vez pasada su línea del cuerpo. Cuando peor estaba, mejor respondió, y su nivel fue en aumento hasta quebrar al francés.

Más allá de una de sus ya famosas desconexiones, el partido se complicó por la liberación de Humbert, que no tenía nada que perder, y pese a ello el español supo salir airoso. Lleva seis Grand Slam consecutivos disputando los cuartos de final, el Alcaraz más sufrido sigue ganando. Ya espera a Bautista o Paul