El público de la Arthur Ashe asiste absorta a una reivindicación y, con ella, el arribo en lo desconocido para Jannik Sinner, que se convierte en el primer tenista italiano en conquistar el US Open. Pasó por encima del local Taylor Fritz para estampar en su palmarés un torneo que ha disputado en medio de una extraña atmósfera tras su doble positivo por dopaje.
A Sinner le quedan peldaños por subir en su ascensión al Olimpo del tenis y los está escalando bajo un ritmo inexorable. A sus 23 años ya luce dos Grand Slam en su currículum y oposita a gran dominador de la pista dura con su tenis directo. Se impuso en Australia a principios de año y ha hecho lo propio siete meses después al otro lado del globo terráqueo.
De ahí su estabilidad en la cima del ranking ATP gracias a sus seis títulos este año. A los dos grandes suma sus triunfos en los Masters 1.000 de Miami y Cincinnati y otras dos en Halle y Róterdam, ambos Masters 500. Desde hoy aumenta sus puntos ATP hasta los 11.180 y amplía su ventaja sobre el segundo clasificado, Zverev, y el tercero, Alcaraz, más allá de 4.000 puntos. Cerrarrá la temporada sentado en el trono del tenis mundial.
Es el mejor final para un guion cuyo desenlace bien podría haber sido otro. Al menos así se podía vislumbrar después de que Sinner conquistara el Masters 1.000 de Cincinnati, el preámbulo al US Open. La organización del torneo recogía el confeti y la serpentina mientras el italiano posaba con el trofeo. Debía estar feliz. No obstante, su rostro reflejaba lo contrario. Se mostraba mustio. Su sonrisa era desdeñosa, no enseñaba ni un incisivo y enmascara una gran inquietud.
No pasaron ni 24 horas de aquella imagen, cuando se convierte en realidad lo que se barruntaba en la cabeza del tenista italiano. La ITIA (Agencia Internacional de Integridad del Tenis) comunicaba un doble positivo de Sinner en Clostebol, un esteroide anabólico que puede utilizarse para mejorar el rendimiento y que se encuentra en la lista de sustancias prohibidas por la Agencia Mundial Antidopaje.
La noticia desembocó en un terremoto mastodóntico en el mundo del tenis. "Es ridículo, ya sea accidental o planeado. Te hacen dos pruebas con una sustancia prohibida (esteroides)... Deberías estar fuera durante dos años. Tu rendimiento mejoró. Crema para masajes... Sí, genial", criticaba Nick Kyrgios, finalista de Wimbledon 2023, a través de sus redes sociales.
Sinner fue sancionado provisionalmente en marzo, aunque no se hizo público porque el italiano recurrió la sanción alegando que se llevó a cabo bajo una contaminación involuntaria. Y es que su fisioterapeuta le estaba aplicando, en un corte sufrido en el dedo, un producto que contenía Clostebol y, al masajear la zona, la sustancia se introdujo en el cuerpo de Sinner.
Opiniones diversas, la mayoría críticas, se vertían sobre la figura del italiano que llegó a Nueva York en el disparadero y justificándose. Reivindicando su inocencia y asegurando que lo ha pasado muy mal durante los últimos cinco meses. "Este título significa mucho para mí. El último periodo de mi carrera no ha sido nada fácil, pero mi equipo y la gente cercana me ha apoyado siempre. Amo el tenis", asegura con el trofeo del US Open entre sus manos.
Sinner apabulló a Frtiz en la final y se sitúa en la historia junto a Alcaraz como los dos tenistas que confirman el relevo generacional. 2024 es el primer año desde 2003 que ningún miembro del Big Three conquista un Grand Slam. El italiano y el español han aplastado al resto de aspirantes. Son los dominadores del tenis actual. Su sana rivalidad tiene cautivado al circuito. Sinner deja atrás el dopaje y abraza un nuevo título.