Hace apenas dos meses el mundo del tenis quedó sorprendido por la inesperada retirada de la italiana Camila Giorgi. La jugadora de 32 años dejó de aparecer en la lista de la (ITIA) como deportista en activo, todo ello sin confirmar en ningún momento su retirada como profesional.
Su último partido fue en el pasado Masters 1.000 de Miami, donde cayó derrotada por un doble 6-1 ante la vigente número uno del mundo, Iga Swiatek. Unos días más tarde, La Gazzetta dello Sport informó que la Guardia di Finanza le investigaba por "vacíos" en sus responsabilidades fiscales.
Además, el Corriere della Sera informó que Camila Giorgi "se escapó y se llevó algunos muebles antiguos valorados en unos 100.000 euros" y no pagó seis meses de alquiler de una villa en Calenzano. El propietario de la villa denunció en La Repubblica que "hicieron desaparecer la mitad de nuestros muebles. Alfombras persas, muebles finos e incluso una mesa antigua de media tonelada. Estamos hablando de pérdidas entre 50 y 100 mil euros".
Después de muchos días de silencio, la propia Giorgi salía al paso de estas informaciones para, en sus redes sociales, hablar por primera vez al respecto: "Estoy feliz de anunciar formalmente mi retirada del tenis. Estoy agradecida por vuestro maravilloso amor y apoyo durante tantos años. Ha habido muchos rumores inexactos sobre mis planes de futuro, por lo que espero brindar más información sobre las interesantes oportunidades que tendré en los próximos días", afirmaba.
En las últimas horas, su abogado Edmondo Tomaselli desveló que Camila Giorgi "no se escapó, está en Roma" y justificó la ausencia de su cliente por "motivos profesionales". "No se ha escapado en absoluto, como algunos afirman... Sus fans siempre la han seguido a través de su página de Instagram, ella nunca ha estado inaccesible. En ningún momento tuvo el deseo de no ser encontrada", insistió.
Su otra profesión
Camila Giorgi llegó a ser la número 26 del mundo y logró cuatro títulos WTA, con el triunfo en el Masters 1.000 de Canadá de 2021 como gran éxito, pero su popularidad llegó por su capacidad para compaginar el tenis con trabajos como modelo.
Y es que la exjugadora cuenta con una marca de moda llamada Giomila, un juego de palabras entre su nombre y apellido. Un nombre que le ha vestido durante sus últimas temporadas en el circuito.
Algo que le ha traído problemas en alguna ocasión. En una edición de Roland Garros llevó en el pecho una publicidad más grande de lo normal y el juez de silla le pidió que se cambiara para poder jugar.