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Diego Forlán, legendario delantero uruguayo y dos veces ganador de la Bota de Oro en el fútbol europeo, ha dado un nuevo giro a su vida deportiva: a los 45 años, debutó como tenista profesional en el Uruguay Open, un torneo Challenger de la ATP.

En una emocionante transición, el uruguayo no solo ha retomado un deporte que siempre fue parte de su vida, sino que también ha seguido los pasos de su padre, Pablo Forlán, quien fue futbolista antes de adentrarse en el mundo del tenis. Con esta decisión, el exfutbolista demuestra que su espíritu competitivo sigue intacto, aunque ahora se manifieste en las canchas de tierra batida.

El exfutbolista debutó en dobles junto al argentino Federico Coria, enfrentándose a la pareja boliviana formada por Boris Arias y Federico Zeballos. Aunque el resultado no fue favorable —perdieron 6-1, 6-2— el debut fue un hito importante para el exfutbolista, que disfrutó cada momento a pesar de la derrota.

El estadio del Carrasco Lawn Tennis Club en Montevideo se llenó de aficionados que, con cánticos y aplausos, mostraron su apoyo a la exestrella del Atlético de Madrid y del Manchester United, en esta nueva faceta de su carrera.

Forlán, quien no oculta su inexperiencia en el tenis de alto nivel, expresó con humildad su satisfacción por participar en el torneo. "Fue una experiencia especial, me sentí como un bebé en la cancha", declaró tras el encuentro.

Su servicio y su juego de fondo mostraron su condición física, pero también evidenciaron los retos que enfrenta al adaptarse al nivel profesional del tenis. A pesar de las dificultades, la afición celebró cada punto que Forlán y Coria lograron, y el uruguayo respondió con sonrisas y gestos de agradecimiento hacia el público.

Un vínculo familiar

El amor de Forlán por el tenis no es nuevo; de hecho, tiene raíces familiares. Su padre, Pablo Forlán, además de ser un reconocido futbolista, también practicó tenis en su retiro deportivo. Diego empezó a jugar a la raqueta desde los dos años, alternando este deporte con el fútbol durante su infancia y adolescencia.

Durante años, el tenis fue una afición paralela a su carrera en el fútbol, pero al colgar las botas en 2019, decidió retomar la raqueta y probar suerte en torneos amateurs del circuito ITF (Federación Internacional de Tenis).

Desde entonces, Forlán ha demostrado un gran compromiso con el deporte. Ha pasado de participar en torneos locales y de menor nivel a competir en eventos como el Uruguay Open, que representa un importante escalón hacia el profesionalismo en el tenis.

A sus 45 años, Forlán sigue entrenando de forma intensa bajo la supervisión de Enrique Pérez Cassarino, un experimentado entrenador uruguayo y ex capitán de Copa Davis. Forlán entrena hasta cuatro veces por semana, afinando su técnica y su resistencia en un deporte que, aunque exige otras habilidades distintas a las del fútbol, también requiere disciplina y tenacidad.

Forlán ha dejado claro que no busca en el tenis una segunda carrera con el mismo éxito que logró en el fútbol. Para él, esta etapa tiene un significado diferente: "Mi objetivo es disfrutar, no ganar grandes torneos", aseguró.

Este nuevo capítulo en su vida le permite experimentar nuevamente la adrenalina de la competencia y disfrutar del deporte en un entorno familiar, rodeado de amigos y seguidores que han seguido su carrera desde sus inicios.

Una pasión de la infancia

Además de su padre, la familia de Forlán tiene una profunda relación con el deporte, en especial el fútbol. Su abuelo, Juan Carlos Corazzo, fue también futbolista y llegó a dirigir a la selección uruguaya.

Este legado familiar fue determinante para que Diego eligiera el fútbol como profesión. No obstante, el tenis siempre ocupó un lugar especial en su vida, y su regreso a las canchas representa la realización de una pasión que había quedado en pausa por su exitosa carrera futbolística.

Forlán ha demostrado su dedicación y su capacidad de adaptación, ya que a diferencia de su juego en el fútbol, en el tenis emplea la mano izquierda para empuñar la raqueta, a pesar de ser diestro en el manejo del balón.

A sus 45 años, Diego Forlán ha demostrado que la pasión por el deporte no tiene límites. Aunque el Uruguay Open probablemente sea una experiencia única en su carrera tenística, el exfutbolista no descarta continuar participando en torneos de veteranos.

De hecho, en su corta trayectoria en el circuito ITF, Forlán ya ha obtenido logros destacados, como alcanzar la final en el torneo MT400 de Asunción y conquistar el título de dobles en el MT1000 de Lima.

Forlán ha encontrado en el tenis una nueva vía para canalizar su espíritu competitivo y mantenerse activo, un aspecto fundamental para alguien acostumbrado a los éxitos deportivos. Aunque los resultados no sean siempre favorables, su dedicación y amor por el deporte siguen siendo su mayor motivación.

La historia de Forlán es un recordatorio de que nunca es tarde para perseguir viejos sueños y que, con trabajo y perseverancia, es posible reinventarse y seguir disfrutando de la emoción de competir.

Así, Diego Forlán ha demostrado que, tanto en el fútbol como en el tenis, la verdadera pasión y el compromiso con el deporte son cualidades que no se limitan a una sola disciplina.