Una batalla fiscal: así pagan impuestos Uber, Cabify y los taxistas en España
Cabify factura sus servicios en España, pese a tener su matriz en Delaware. Uber lo traslada a Holanda.
1 junio, 2017 02:30Noticias relacionadas
Es una batalla que también es fiscal. La del taxi contra Uber y Cabify también tiene a los impuestos como uno de los grandes argumentos esgrimidos por ambas partes. Se acusan mutuamente de evasión fiscal. Pero, ¿cómo pagan los tributos en España? ¿cuál es su estructura fiscal?
Tanto Cabify como Uber cuentan con sus empresas matrices dentro de paraísos fiscales o lugares con baja tributación. Sin embargo, mientras la española factura todos sus servicios y comisiones en España (aunque no ha pagado impuesto de Sociedades porque acumula años de pérdidas), la estadounidense traslada todas sus comisiones a Holanda, como hacen Google o Facebook con Irlanda. ¿Y los taxistas? Muchos viven bajo un régimen, el de módulos, también con beneficios fiscales.
Cabify: España registra todas las ventas
Cabify ha movido ficha tras las acusaciones por parte de Podemos de no pagar impuestos. Ha amenazado con querellarse contra el partido de Pablo Iglesias. ¿La razón? Insisten en que su estructura fiscal permite registrar todas las comisiones de su actividad en España.
La estructura fiscal de Cabify tiene su matriz en Delaware, el estado norteamericano que representa un ‘cuasi-paraíso' fiscal por su baja tributación. Aducen que radicaron allí la matriz debido a las presiones de los inversores para ello por sus importantes ventajas impositivas. Maxi Mobility Inc es el socio único de todas las filiales con las que opera en cada uno de los países. También la española, Maxi Mobility Spain SL.
¿Cómo se organiza en España? Todo el negocio de la compañía se registra a través de su filial española, cuyo objeto social no sólo se centra en el desarrollo de aplicaciones sino en el “arrendamiento de vehículos con conductor y las actividades propias de las agencias de viajes para la mediación en la prestación de servicios de transporte discrecional de viajeros”. Es decir, la sociedad española ingresa la totalidad del viaje y entrega a los conductores autónomos (o empresas de VTC con los que tiene suscritos contratos) lo correspondiente al restar su comisión de hasta el 25% por el servicio de intermediación.
Sus ingresos netos son los que proceden de esta comisión y de servicios a otras filiales del grupo. Y todos se registran por tanto desde España. En 2015, último ejercicio del que hay cuentas en el Registro Mercantil ingresó 5,4 millones de euros. Es la totalidad de su actividad en las ciudades en las que está presente.
Cabify: ¿Y los beneficios?
Más allá de los ingresos, una de las claves en la ingeniería fiscal de las grandes tecnológicas como Google, Facebook o Apple y que es el salvoconducto para reducir al mínimo la factura fiscal, tiene un nombre: precio de transferencia. Es una obligación fiscal para compañías que no sólo llevan a cabo servicios globales a través de sus filiales sino que explotan la propiedad intelectual.
Ese precio de transferencia es lo que pagan filiales a la compañía del grupo dueña de la propiedad intelectual (desarrollos tecnológicos, aplicaciones...) y prestadora de esos servicios globales. Muchas de estas multinacionales elevan de manera importante esos precios de manera artificial y, de esta forma, incrementan los gastos sobremanera de las sociedades locales y, por tanto, rebajan los beneficios (y el Impuesto de Sociedades a pagar)
¿Qué sucede con esa propiedad intelectual de Cabify? Esa propiedad intelectual ‘cuelga’ de la sociedad española, según confirman fuentes oficiales de la empresa consultadas por EL ESPAÑOL, y no de la matriz en Delaware. Es en España donde concentra todo su equipo de desarrollo (según confirman fuentes conocedoras, varios de los desarrolladores freelances que trabajan para la empresa facturan a la empresa española). Es decir, no es la española la que abona a Delaware ese precio de transferencia por explotar esa propiedad y esos servicios globales, sino al revés: la filial española cobra por ello al concentrarlos aquí. Según recuerdan desde la compañía, estos precios se encuentran regulados por la Ley de Impuesto sobre Sociedades.
No hay manera de conocer cuánto recibe, ni confirmar que esto sucede. En la cuenta de resultados del año 2015, sólo aparece que recibió 164.000 euros de otras sociedades del grupo pero no se desglosa si es en calidad de precios de transferencia o de servicios. Ni Cabify ni ninguna compañía tiene obligación legal de reflejar esa cifra en la cuenta de resultados presentada en el Registro.
Excluido ese gasto, ¿logra beneficios? No. Perdió en 2015 un total de 1,3 millones de euros. ¿La razón? Los aprovisionamientos (donde, en teoría, se incluyen lo que le pagan a los conductores) sumaron 4,7 millones, mientras que los gastos de personal se duplicaron hasta superar el millón de euros. Con esta estructura, cuando se consigan beneficios por sus operaciones en España, pagará el Impuesto de Sociedades en España.
Por tanto, ¿cuáles son los ‘privilegios’ de tener la matriz en Delaware? En cualquier, caso, habría que señalar los beneficios fiscales para las cuentas consolidadas. Las ganancias que llegan a la sociedad radicada en ese estado de otras filiales están exentos pues aterrizan como dividendo procedente de una sociedad con participación mayor al 5%, según confirma Remo Domingo, fundador y socio de iAsesoria. A esto suma otro potencial ‘premio’: la posibilidad, por ejemplo, de negociar comisiones bancarias u otros servicios generales a través de esta matriz y lograr gastos mucho más reducidos.
¿Qué ocurre con Cabify? Desde la compañía fuentes oficiales aseguran que la holding en Delaware no tiene actividad y no consolida las cuentas de todas las filiales, incluidas las españolas. Por tanto, la compañía no se beneficiaría de todo ello. "No estamos obligados a consolidar cuentas anuales en EEUU, según la legislación estadounidense, por nuestro tipo de actividad", aseguran.
Uber: negocio trasladado a Holanda
La otra gran señalada en este sector del transporte alternativo es Uber. La empresa, de origen estadounidense, opera con una filial española (Uber Systems Spain SL) que fue constituida en 2014. Su matriz, Uber International Holding B.V., está radicada en Holanda, cuya tributación es muy favorable para holdings con sede allí.
El esquema fiscal de Uber es muy distinto al de Cabify. Esta compañía repite la estructura de las grandes multinacionales tecnológicas: la facturación de todos los viajes que se llevan a cabo en Madrid -única donde opera con su servicio de vehículos con conductor (VTC)- se traslada a la sociedad matriz, donde concentran todo el negocio fuera de territorio estadounidense. Posteriormente entregan a los conductores -que sí tributan por ello- las cantidades ingresadas por cada viaje descontando la comisión del 25%.
¿Y qué hace entonces la filial española de Uber? Lleva a cabo sólo servicios de marketing y ventas en el mercado. Esa actividad genera unos ingresos muy minoritarios. En concreto, en 2015 sumaron 1,2 millones de euros. Pagó casi 38.000 euros de Impuesto de Sociedades. Nunca será posible saber el negocio ‘real’ de la compañía en España, al igual que sucede con otras empresas como Google, Facebook o la propia Amazon.
Esta es una estructura muy controvertida para la actividad propia de Uber, el transporte. Así lo confirma Domingo, quien insiste en que en el caso del transporte de pasajeros, la facturación ha de llevarse a cabo donde se da el hecho efectivo del transporte. En el caso de España, tanto el usuario como el servicio se ubican en España y no en Holanda. Por ahora, Uber no ha recibido ninguna inspección de Hacienda, al menos que haya sido reportada en la memoria anual de los años 2014 y 2015, cuyas cuentas han sido presentadas en el Registro.
En el año 2015, la revista Fortune desveló tras una investigación la estructura fiscal de la tecnológica: en su fórmula elimina la filial irlandesa de la ecuación y sólo se centra en Holanda. ¿Qué hace? Según esa investigación, Uber International C.V. explota la propiedad intelectual -principalmente su aplicación y la tecnología que hay detrás- de la compañía fuera de Estados Unidos. ¿Cómo funciona? Cuando un pasajero paga 20 euros en un viaje, todo se ingresa en el hólding B.V. Después, entre el 75% y el 80% se entrega al conductor. El resto es la que representa el ingreso para Uber.
Según el acuerdo entre el holding B.V. y comisiónUber International C.V., la segunda debe pagar un ‘royalty’ por explotar la propiedad intelectual que dejaría un margen de beneficio del 1%. El resto se entrega a Uber International C.V. como un ‘royalty’. Gracias a la ley holandesa, ese pago está exento. El último paso: ese dinero se envía a Bermuda, un paraíso fiscal, donde está ubicada su matriz.
¿Y los taxistas?
El otro contendiente en esta batalla es el taxi. Su tributación la puso sobre la mesa hace unos días Unauto, la asociación mayoritaria que engloba a las empresas de VTC. Denunciaban que muchos de los taxistas estaban adheridos al régimen fiscal de módulos, muy señalado por los expertos como favorable para reducir de forma importante la factura fiscal, y que eso implicaba que su factura fiscal fuera 9 veces inferior a las VTC, que se regulaban bajo el régimen de estimación directa.
¿En qué consiste ese régimen fiscal? Se basa en estimaciones de beneficio anual que lleva a cabo Hacienda en base a tres grandes parámetros que reflejan los medios de producción y de la supuesta rentabilidad que el negocio debería obtener de los mismos. Los parámetros son: personal asalariado y no asalariado y distancia recorrida con el vehículo. El último es el más peliagudo. “Deben declarar los kilómetros que hacen y es ahí donde se pueden hacer trampas”, apunta Domingo. A estos beneficios fiscales, el asesor fiscal añade otros como la devolución del IVA soportado de compras importantes como la del propio coche o la importante bonificación en el impuesto de circulación.