Para abrirse paso entre los bloques de hielo de la primera división de la banca, es necesario llevar crampones. Más si eres mujer. Quizás por ese motivo Ana Botín no dudó en ponerse unos de verdad para pisar el hielo ártico de Groenlandia.
La presidenta del Banco Santander tomó un avión el pasado agosto en Copenhague para ver de primera mano cómo el hielo que corona el planeta se está convirtiendo en agua a una velocidad muy superior a lo que los científicos esperaban.
Aterrizó en Groenlandia. Y con el paisaje de fondo de sus cada vez menos gélidos glaciares y el rugido que emiten al derretirse, Botín protagonizó otro deshielo, el de su figura, ante los espectadores de Planeta Calleja.
La humanización de Ana Botín no es producto de un día. Forma parte de una forma de entender el liderazgo en el que el uso del poder para cambiar las cosas es su primer mandamiento. Para ello, hay que acercarse a la gente.
La hija del difunto Emilio Botín lleva tiempo compartiendo momentos de su vida pública y privada en Twitter, Instagram o LinkedIn. Suele hacerlo con mensajes intencionados. Uno de los últimos fue la imagen de los pies de su familia estrenando calcetines el día de Reyes, festivo que sus hijos aprovecharon para ir a conocer la Ciudad Financiera, su centro de trabajo.
Es una anécdota muy femenina. Porque Ana Botín es mujer. Y además, es feminista, entendiendo como tal la defensa de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.
Se lo confesó a Pepa Bueno causando un revuelo sin precedentes en 2018 y casi dos años después, se lo explicó una vez más a Jesús Calleja en Groenlandia, junto a su marido, Guillermo Morenés.
Gracias a su consorte, contó la ejecutiva en el programa de Cuatro, ha podido llegar a presidir un banco con 144 millones de clientes. Su exquisita formación académica, su experiencia financiera y su relación conyugal basada en el respeto y el reparto del cuidado de los hijos han sido clave para que Botín sea hoy presidenta del Santander.
También el papel de hombres, como Alfredo Sáenz, que apoyaron su trabajo. "Para cambiar la situación de la mujer necesitamos a los hombres porque son los que mandan en el mundo", sentenció Botín.
Al contar su experiencia y hacerlo en televisión una de las mujeres más poderosas del mundo se convierte en un referente en un momento en el que este tipo de figuras escasean. Y de paso, lanza un mensaje demoledor contra quienes han querido minusvalorar su trayectoria reduciendo todo a su apellido.
Botín confesó a Calleja algo que se había comentado en círculos financieros, pero nunca confirmado. La relación con su padre no fue buena en lo profesional. Quiso aclarar también que aunque la relación familiar con él se resintió por algunas decisiones duras que su progenitor tuvo que tomar por el bien del banco nunca se llegó a quebrar del todo.
El bloque de hielo entre ambos se formó cuando el banquero aceptó entregar la cabeza de su hija para no frustrar la fusión del Banco Santander con el Central Hispano.
"De no haberlo hecho, en el BSCH me hubieran matado seis meses después", confesó Botín ante las cámaras.
La relación entre padre e hija mejoró cuando le ofreció la presidencia de Banesto tras los cambios que acometió por la salida de Ángel Corcóstegui, con unas formas poco paternales. Pero quedó herida por las veces que Emilio Botín mandó callar a Ana Patricia (su nombre completo) en reuniones.
Ana Botín contó también a Calleja que perdió una niña, que tiene otros tres vástagos (33, 32 y 28 años) y la agenda de trabajo completa para los próximos tres años.
Y al igual que hizo con el feminismo se posicionó a favor del ecologismo. Afirmó ante las cámaras que la acción del hombre está calentando el planeta y se sintió abrumada por el imponente sonido del deshielo. "La dimensión [del calentamiento global] es mayor de lo que dicen los números", reconoció Botín en su despedida.
Horas antes de la emisión del programa, la presidenta el Santander había publicado en su perfil de LinkedIn una larga reflexión en inglés y en español sobre el papel que deben jugar el poder político y el empresarial ante este reto.
"Si seguimos haciendo las cosas como hasta ahora, en el futuro no habrá ningún negocio", afirmó la ejecutiva.
Sin ocultar que su banco financia todavía proyectos con huella de carbono, Botín señaló que para que la transición ecológica sea sostenible tendrá que ser inclusiva. Y en este punto, las empresas tienen un papel importante que jugar para preparar a la sociedad para esos nuevos puestos de trabajo de la economía 'verde'.
Groenlandia impactó a Botín. En su viaje aprendió que la urgencia de la tierra no es solo reducir las emisiones, también encontrar una solución para el carbono que ya está en la atmósfera. En su mano está ahora el utilizar la capacidad de impacto que le confiere su poder para acelerar la búsqueda de soluciones.