Hay dos espectaculares edificios en Dubái que simbolizan el pasado, el presente y el futuro del emirato conocido como “la perla del Golfo”, sobrenombre que procede de cuando su principal actividad era el comercio de perlas recolectadas a pulmón en las profundidades de sus aguas. Uno de ellos es Dubai Frame. El otro, el Museo del Futuro.
Dubai Frame es un rascacielos con forma de gigantesco marco dorado. Su interior contiene una exposición sobre la historia de la ciudad y en su parte más alta, el visitante, además de experimentar el más absoluto vértigo al caminar por su pasarela transparente suspendida a 150 metros de altura, puede observar al norte la vieja Dubái, con sus casas tradicionales y su bullicioso zoco de oro, especias y tejidos.
Hacia el sur, el edificio enmarca el presente de la ciudad, ese oasis de arquitectura ultramoderna, barrios financieros y rascacielos imposibles como el imponente Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo con sus 828 metros de altura, que domina la ciudad y ejerce como punto de referencia y brújula para ubicarse en todo momento.
Y al este, uno de los últimos y más llamativos edificios públicos, la Biblioteca Mohammed Bin Rashid, con forma de libro abierto sobre un atril islámico tradicional. Ubicada junto a la ría de Dubái, se trata de la biblioteca más grande del mundo árabe, con siete plantas y una superficie de 54.000 metros cuadrados. En sus modernas instalaciones alberga más de un millón de títulos y lo último en tecnología para bibliotecas. Entre sus vastos fondos podemos encontrar, por ejemplo, libros de viajes sobre España escritos por autores árabes a principios del siglo pasado.
Así será la vida en el espacio
Si Dubai Frame representa el pasado y el presente, el Museo del Futuro permite vislumbrar el porvenir no solo del pueblo emiratí, sino de toda la humanidad dentro de 50 años. Inaugurado en 2022, es un singular edificio con forma de anillo ovalado recubierto de inscripciones en árabe que lo hacen parecer una escultura o una inmensa pieza de joyería. Diseñado por el arquitecto Shaun Killa, fue reconocido como uno de los 14 museos más bonitos del mundo por National Geographic, y en uno de los tres textos que rodean su fachada se lee: “El futuro pertenece a quienes pueden imaginarlo, diseñarlo y ejecutarlo. No es algo que esperas, sino que creas”.
En su amplio vestíbulo nos dan la bienvenida uno de los famosos robots cuadrúpedos de la firma Boston Dynamics y un globo aerostático con aletas de cetáceo, que planea majestuoso y autónomo. La exposición que nos ofrece el museo, con afán divulgativo y cierto aire de parque temático, imagina cómo será nuestro mundo en las próximas décadas en función del vertiginoso ritmo al que avanzan tecnologías como la inteligencia artificial y la realidad aumentada.
En cada planta del museo se exploran áreas como la ecología y el cambio climático, el transporte, la salud, el bienestar y la espiritualidad. Incluso se aborda el futuro de la vida en el espacio con una sorprendente experiencia inmersiva que simula un viaje a una estación espacial mediante un gran ascensor recubierto de pantallas que hace las veces de transbordador.
De hecho, los Emiratos Árabes Unidos tienen su propio plan para plantar su bandera en el campo de la exploración espacial. El país está atrayendo a start-ups del sector, cuenta con un centro espacial y su propio plan para establecer colonias humanas en Marte en 2117. Un ambicioso objetivo que, como todos los planes de futuro de Dubái, proceden de la mentalidad visionaria del jeque Mohammed bin Rashid Al Maktoum, gobernante del emirato, así como primer ministro, vicepresidente y ministro de Defensa de los EAU.
Rumbo a la huella de carbono cero
Dubái no solo imagina el futuro, sino que ha empezado a construirlo. Ubicado en medio de un inhóspito desierto, el emirato debe garantizarse el suministro de energía y agua potable. En una visita privada, El Cultural pudo conocer de primera mano el parque solar más grande del mundo construido en una única ubicación (los hay más grandes pero distribuidos en varias localizaciones separadas), a las afueras de Dubái.
Esta inmensa macroplanta, que también lleva el nombre del jeque Al Maktoum, ocupa un área de 122 kilómetros cuadrados y tiene más de 10 millones de paneles solares que alcanzará una potencia de 5 gigawatios (es decir, 5.000 megawatios) para el año 2030. Multiplica por diez el tamaño y la potencia de la mayor planta fotovoltaica de Europa, la Francisco Pizarro, en Cáceres.
Además de placas fotovoltaicas, el parque contiene, en su fase tres, el mayor proyecto del mundo de concentradores solares, con 400.000 reflectores parabólicos que redirigen los rayos solares hacia un tubo por el que pasa aceite sintético que alcanza los 400 grados. Este calor hace hervir el agua de un depósito, que mueve una turbina donde se genera la electricidad.
Por último, el parque cuenta también con la torre solar más alta del mundo; un sistema similar al anterior en el que los reflectores dirigen los rayos hacia la torre, llena de sal líquida que llega a los 700 grados y calienta el agua que genera la electricidad al convertirse en vapor. La gran ventaja de este método es que la sal puede mantener su temperatura hasta 15 horas, por lo que puede seguir generando electricidad durante la noche.
El futuro de la energía: ¿paneles solares en la luna?
Actualmente, el 17% de la electricidad que consume Dubái (2,3 Gw) procede de la energía solar, y el resto se genera a partir del gas. En 2030, los 5 Gw de potencia que tendrá este parque solar serán el equivalente del 25-30% de la electricidad que consume el emirato. Este parque y otros proyectos en marcha, como una planta para obtener hidrógeno verde (es decir, usando energías renovables en el proceso) y plantas hidroeléctricas, permitirán a Dubái alcanzar en 2050 la huella de carbono cero, es decir, obtener toda su electricidad a partir de fuentes de energía renovables.
En la entrada del parque solar se encuentra el DEWA Innovation Centre, inaugurado en 2021, en el que la agencia pública que gestiona la energía y el agua (Dubai’s Electricity and Water Authority) explica al visitante, mediante instalaciones interactivas, la historia de las fuentes de energía, el funcionamiento y la evolución de las renovables, así como este plan del emirato para obtener toda su energía de manera limpia.
En el apartado dedicado a la evolución de las placas solares, el centro de innovación informa de que hace unos años casi todas se compraban a España, uno de los mayores productores del mundo de esta tecnología. Sin embargo, cuando los paneles con células solares de película fina dieron paso a un nuevo tipo de paneles más productivos y baratos, fabricados principalmente con silicio, China se convirtió en el principal proveedor no solo de Dubái, sino de todo el mundo.
En el centro también se explica cómo obtiene Dubái su suministro de agua a partir de la desalinización. Para ello existen dos métodos. El primero se basa en la evaporación y posterior condensación del agua, pero es muy caro y tiene efectos en la vida marina, porque el agua sobrante aumenta la salinidad y la temperatura del océano. Por ello, el emirato está apostando por la ósmosis inversa, que consigue desalinizar el agua mediante presión y sin necesidad de calentarla.
El centro de innovación no escatima en medios para divulgar el conocimiento entre los visitantes. Con unas gafas de realidad virtual y a bordo de un asiento mecanizado, se puede hacer una visita virtual por el parque solar a vista de pájaro; y en su auditorio, se proyecta un espectáculo holográfico divulgativo sobre el universo, el sol y la energía solar, que concluye con una coreografía lumínica de drones sobre el escenario.
El propio edificio del DEWA Innovation Centre es un ejemplo de sostenibilidad, con un certificado LEED de nivel platino y una puntuación de 101 en su escala de 110 puntos, lo que lo convierte en el único edificio gubernamental del mundo con una puntuación superior a 100. Un logro basado en su eficiencia hídrica, su calidad ambiental interior, su eficiencia energética, su innovación y un diseño con forma de caracola que asciende en espiral, basado en la proporción áurea.
El Museo del Futuro también imagina y explica uno de los métodos de obtención de energía limpia que podría desarrollarse dentro de medio siglo. Consiste en la instalación de paneles solares en la luna, que enviarían la energía recolectada mediante rayos láser hasta una serie de satélites que, a su vez, dirigirían la energía a la Tierra en forma de microondas.
Apuesta por la sostenibilidad
“En los últimos 18 años, este país ha cambiado mucho”, afirma el canadiense Phil Dunn, que llegó a Dubái como paisajista y hoy es un experto en sostenibilidad que hizo el experimento de comer durante un año solamente lo que crece en los huertos urbanos de su comunidad local, el barrio Dubai’s Sustainable City, construido expresamente para potenciar un estilo de vida sostenible. Si antes Dubái pretendía ser un oasis artificial, ahora "ha abrazado el desierto", iniciando un cambio hacia la sostenibilidad muy importante”.
Dunn ejerce como guía en Terra, uno de los cuatro pabellones que siguen abiertos al público en Expo City, el complejo donde se celebró, con un año de retraso debido a la pandemia, la Expo 2020 de Dubái, y que el año pasado acogió la COP 28, la mayor Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático hasta la fecha.
En las exposiciones interactivas de Terra, pabellón dedicado a la concienciación sobre el cambio climático, la deforestación y la contaminación del planeta, se puede aprender, por ejemplo, que detrás de todo el proceso necesario para obtener un simple café con leche hay un consumo de 130 litros de agua y una huella de carbono de 340 gramos, o que 10.000 toneladas de animales son atrapados por error cada año por las redes de la pesca de arrastre.
A algunos kilómetros de allí, en el moderno Dubai Design District, grupos de investigación y start-ups muestran al público novedosas arquitecturas efímeras y materiales de construcción que apuestan por la sostenibilidad. Allí encontramos bloques sustitutivos del hormigón tradicional, realizados con materiales reciclados como lentillas, desechos plásticos, desechos de papel e incluso semillas de dátil.
Por supuesto, Dubái sigue siendo sinónimo del lujo más exclusivo, donde uno puede recorrer los pasillos del centro comercial más grande del mundo mientras ve a las sirenas danzar entre tiburones en un acuario gigantesco; disfrutar de uno de los mejores espectáculos gastronómicos inmersivos del mundo en el restaurante Krasota, donde el cubierto ronda los 450 euros; alojarse en un ultramoderno hotel diseñado por la célebre arquitecta Zaha Hadid en el corazón financiero de la ciudad, o darse un chapuzón en una piscina infinita mientras contempla a lo lejos los rascacielos de la ciudad y la noria, cómo no, más grande del mundo.
Sin embargo, la perla del Golfo ha puesto sus esfuerzos en llamar la atención del mundo de otra manera y convertirse en un referente indispensable en los campos de la ciencia, la innovación y la sostenibilidad climática y energética.