Rellenando agujeros
La primera exposición de Pradiauto, una nueva oficina de proyectos dirigida por Vera Martín y Sofía Corrales, gira en torno a la propia historia del local: un antiguo taller mecánico que han transformado en sala de exposiciones. Y no se imaginen un espacio underground lleno de manchas de grasa, porque el resultado es justo lo contrario, un coqueto cubo blanco con alguna discreta licencia. Para acompañarlas en esta mutación, han invitado a seis artistas a crear obra nueva en diálogo con el lugar, algo que se agradece y que es cada vez más excepcional.
La interpretación es libre, pero todos ellos juegan con las formas, los llenos y los vacíos, y acuden, de manera más o menos evidente, a materiales que asociamos a un taller: la chapa, el aceite y las gruesas cadenas metálicas. Esther Merinero, por ejemplo, se contagia de la paleta de los charcos de grasa que vemos en la carretera tras un día de lluvia, y los transforma en medallones que cuelga en la pared. Gabriel Alonso rellena los trozos de chapa abollados de automóviles con arcilla y resina, creando orgánicos caparazones con cemento, barro, resina, flores, etc., que acumulan todo el proceso de caricias y cuidados de su elaboración de la obra.
Y si Alonso llena, Lucía Bayón y Víctor Santamarina vacían, con piezas-recipiente de pulpa de papel (Bayón) y armaduras de hierro galvanizado (Santamarina). Los patchworks de Elisa Pardo Puch están sujetos con pesadas cadenas y Rafa Munárriz replica y retuerce una copia de una de las vigas del local sobre sí misma. A esta muestra le seguirá un pequeño ciclo de performances y otra colectiva, ya en julio, en la que de nuevo mandará la escultura.