Un perro mira fijamente al visitante del Museo Guggenheim de Bilbao, y no es Puppy, la gigantesca y florida escultura de Jeff Koons que desde hace 26 años vigila la entrada. Este es mucho más pequeño y solo tiene dos dimensiones, pero impone más y, encima, gruñe. Nos referimos a Grrrrrrrrrrr! (1965), de Roy Lichtenstein (Nueva York, 1923-1997).
Con trazos gruesos, fondo con trama de puntos y rótulos al más puro estilo del cómic clásico, se trata de una de las obras inaugurales del arte pop, corriente que el museo bilbaíno repasa a fondo en la exposición Signos y objetos. Arte Pop de la Colección Guggenheim, compuesta por 40 obras clave de sus autores más representativos que pertenecen, como indica el título, a los fondos de la importante colección iniciada por el filántropo estadounidense que da nombre al museo bilbaíno. La muestra, comisariada por Lauren Hinkson y Joan Young, incluye también "una pequeña selección de creaciones contemporáneas" que evidencian "la innegable impronta del pop", informa el centro de arte.
Junto al perro de Lichtenstein se exhibe otra de sus obras más conocidas: Girl with tear I (1977), un claro homenaje del artista estadounidense a Salvador Dalí, un tributo que también rindió en otros lienzos a otros creadores que admiraba, como Mondrian o Picasso.
Además de Lichtenstein, forman parte de la exposición otros artistas pioneros del pop art como Claes Oldenburg, James Rosenquist y, cómo no, el más popular y mediático de todos ellos: Andy Warhol. En las salas del Guggenheim Bilbao se puede ver su Desastre naranja nº 5 (Orange Disaster #5), de 1963.
Esta corriente surgió espoleada por la pujanza económica y la expansión del consumismo de la sociedad estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial. Era la expresión plástica de una mentalidad plenamente inmersa en el presente y con la mirada puesta en el futuro, deseosa de sacudirse de la memoria los traumas de la depresión económica de los años treinta y, sobre todo, de la contienda internacional.
En ese contexto, los artistas mencionados exploraron el lenguaje visual de la cultura popular inspirándose en anuncios, revistas baratas, periódicos, vallas publicitarias, películas, cómics o escaparates. "La frialdad y el aspecto impersonal del arte pop suponía un ataque directo contra las tradiciones del "arte elevado", caracterizado por la expresión gestual y la libertad en la pincelada que habían preconizado los artistas del expresionismo abstracto de la generación anterior, como Jackson Pollock y Willem de Kooning", explica el museo.
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Además, "las obras de esta exposición, que a menudo incluyen humor, ingenio e ironía, pueden ser interpretadas como una celebración sin ambages de la cultura popular, o como una mordaz crítica de la misma". Una de estas reinterpretaciones de iconos populares es la obra de Maurizio Cattelan Daddy, Daddy (2008), que presenta una figura del Pinocho de Disney flotando boca abajo.
En realidad, el movimiento pop comenzó en Inglaterra a finales de la década de 1950, con artistas como Richard Hamilton (de quien también se expone obra en esta muestra), pero arraigó en Estados Unidos tras recibir el apoyo de algunos críticos, como el escritor y comisario de arte británico Lawrence Alloway, que fue quien acuñó el término pop art en 1958.
Ya desde sus comienzos, el Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York apoyó este movimiento. En 1963 organizó la exposición Six Painters and the Object, comisariada por el mencionado Alloway. La conexión entre aquella muestra y la que ahora presenta el Guggenheim de Bilbao se trasluce en el título elegida para esta, ya que inicialmente Alloway había pensado titular la suya Signs and Objects.
Una de las obras más llamativas de la exposición que ahora inaugura el Guggenheim (visitable hasta el 15 de septiembre) es Volante suave (1995), de Claes Oldenburg y Coosje van Bruggen, una descomunal escultura con forma de volante de bádminton. La obra nos presenta un pequeño objeto común convertido en una gigantesca mole que, sin embargo, no pierde su apariencia ligera. Según el museo, esta escultura (que ya estuvo en el museo en su exposición inaugural de 1997) "empequeñece en clave de humor el espacio museístico, al tiempo que subraya el papel del museo como sede, no solo de la cultura y la educación, sino también del ocio y el entretenimiento".
Si Lichtenstein simulaba en sus obras los puntos de la trama de impresión utilizada en los cómics y los periódicos, James Rosenquist se inspiró muchas técnicas y motivos procedentes del mundo de las vallas publicitarias, un campo al que se había dedicado previamente. Andy Warhol, por su parte, también se nutrió de estas referencias y adoptó la serigrafía, técnica que introdujo en el arte contemporáneo la reproducción masiva de imágenes, desdibujando así el concepto de original y copia.