"Las imágenes que vamos a ofrecer son, ni más ni menos, que el reflejo en el ojo de la cámara, de lo que está ahí. No se trata de una realidad previamente ordenada, pero tampoco de lo que suelen ver los ojos distraídos de los viandantes", advirtió Maria Aurèlia Capmany en la primera página de Antifémina (1977).
Con razón, ya que esos ojos, los de Colita (1940-2023), eran de todo menos descuidados. La fotógrafa catalana, cuyo nombre real era Isabel Steva, impregnó las páginas del libro con su mirada tierna y humanista, y junto con la escritura de Capmany, Antifémina se convirtió en un hito feminista.
Tras ser publicado en 1977 por Editora Nacional, con una tirada de tres mil ejemplares, el libro se retiró a los pocos meses por ser considerado subversivo y panfletario, ya que reflejaba la realidad de las mujeres durante la dictadura, y desapareció. Hasta que en 2021, cuarenta y cuatro años después, volvió a reeditarse a través de la editorial Terranova, gracias al apoyo del Ayuntamiento de Barcelona entonces liderado por Ada Colau.
Ahora, el Círculo de Bellas Artes inaugura Colita. Antifémina, exposición que se ha convertido en el primer homenaje póstumo y el último gran proyecto de la fotoperiodista, implicada activamente en el mismo hasta su muerte a los 83 años el pasado mes de diciembre.
La exposición, organizada conjuntamente por el CBA y La Fábrica, recoge 94 de las 176 fotografías del libro, junto con extractos de los diez capítulos en los que se divide la publicación: la vejez, el matrimonio, el trabajo, la religión, la prostitución, la cosificación, la marginación, las modelos, el disfraz y el piropo.
Colita, a la que le gustaba referirse a sí misma como una "perra callejera", era amiga de la calle, la gente, las mujeres. De ahí que, cuando a finales de los años 70 su amiga Capmany le propuso realizar conjuntamente Antifémina, se dio cuenta de que llevaba más de dos décadas retratando a mujeres; tenía archivo de sobra. Por ello, la mayor parte de las fotografías que componen el libro se tomaron años antes.
En ellas aparecen mujeres sumisas y "antifeministas", que se vieron sometidas a un gran sistema patriarcal, pero que también se alejan del estereotipo de "muchacha-bonita-de-un-metro-sesenta-y-cinco-que-nos-adora", siendo "tan veraces como la vida misma", las calificó Capmany en Antifémina.
Todas ellas se casaban,—"cásate y verás, tendrás la vida resuelta: dinero, cama y prestigio social", se lee al recorrer la exposición junto con algunas de las fotografías que Colita realizó en las bodas de sus amigas—, no trabajaban, sino faenaban —que es lo mismo pero sin el reconocimiento— a pesar de que sus manos eran "exactas a las manos de los hombres que trabajan".
Se cosificaban a través de la moda o la prostitución o se metían al convento, como "un refugio ante la vida". También envejecían, sometiéndose a la marginalidad que eso sigue conllevando, "porque un hombre viejo todavía es un hombre, pero una mujer vieja no es nada".
Colita retrató la historia de estas mujeres con admiración, sororidad e ironía, pero sin ápice de burla, simplemente porque "no hay nada más subversivo ni nada más revolucionario que la realidad", señaló Capmany.
En este sentido, la exposición también busca reinvidicar la figura de la autora de libros como Carta abierta al macho ibérico (1973) o El comportamiento amoroso de la mujer (1974), poco conocida fuera de Cataluña.
"Es una exposición de fotografía, pero no podíamos olvidar las palabras de Maria Aurèlia, que nos ayudan a ver lo que subyace en una fotografía que, aparentemente, se mueve dentro de la normalidad", señaló Francesc Polop, comisario y heredero del archivo personal de Colita, durante la inauguración de la muestra.
Palop aprovechó para asegurar que "tenía que haberse hecho en Barcelona" y no dudó en enmumerar la cantidad de exposiciones de artistas catalanes que se están realizando en Madrid y no en Barcelona, entre ellos, la de Jordi Socías en Canal de Isabel II o Tàpies en el Reina Sofía. Aun así, se declaró "agradecido" por haberla podido organizar en Madrid, y confió en que tras este arranque pueda viajar a la capital catalana y a otras ciudades españolas.
Modernas y empoderadas; en el centro de la muestra aparece una foto de ambas en el estudio, con un gran tablero simulando el proceso de creación del libro, que se basó en una especie de collage, un corta y pega, de fotografías y textos.
"Colita y Capmany se levantaron cuando era muy difícil. Ahora es más fácil, por suerte, muchas cosas se han conseguido, pero hay que seguir en la lucha porque sigue habiendo violencia, patriarcado que empuja y daña a las mujeres. No hay igualdad, seguimos sin tener igualdad en aspectos como el valor del trabajo. Ellas se lanzaron a trabajar y a ser libres en un momento en el que se trataba mal a las feministas", añadió Polop.
Además, también se ha recibido en el Instituto Cervantes, en su Caja de las Letras, el legado in memoriam de la fotógrafa, en el que ella quería que se introdujese los libros Luces y sombras del flamenco, libro que "contiene el germen de su mirada y sus primeros trabajos del mundo gitano", según Polop; y el libro Antifémina.
Durante el acto, en el que han participado el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero; la periodista Maruja Torres y Polop se ha presentado un recipiente que la fotógrafa deseaba que se abriese cuando ella falleciese y que contiene una foto de ella misma disfrazada de "payasa", una cámara, unas gafas, una pajarita y una nariz de payaso.