Lo que empieza siendo un día tranquilo ofreciendo soporte a varios agentes, cada uno con sus pesquisas particulares, se torna más interesante cuandoun hacker buscado por delitos de ciberterrorismo consigue vulnerar la seguridad de su terminal y contactarle directamente. HAL le comunica que sus superiores le han ocultado información, que hay una conspiración en ciernes y que hay un topo en la agencia que está filtrando información a entidades oscuras. Tanner tiene sus dudas, pero las afirmaciones del hacker parecen encajar muy bien con la actitud extraña del director y los reporte de los agentes, por lo que empieza a descender por la madrigura del conejo.

The Operator es el primer juego de Bureau 81 y se merecen todos los parabienes imaginables. Han cogido una idea muy sencilla, muy rígida en su propuesta formal, y han sabido construir un thriller capaz de elevar el ritmo de las pulsaciones del jugador en los momentos de mayor tensión.

Todo sucede dentro de la pantalla del ordenador. No hay escenarios tridimensionales, ni niveles ni ninguno de los elementos que consideramos imprescinbiles en un videojuego convencional. Tan solo un sistema operativo a lo Windows con algunas herramientas extremadamente poderosas e intuitivas. En esencia, el juego es una colección de puzles de dificultad creciente, pero todos están muy planteados y son muy coherentes con la premisa de ficción.

Evan Tanner es un analista y por consiguiente, sus tareas comprenden gestionar volúmenes de información para destacar pistas y encontrar conexiones. El gran mérito del estudio reside en haber convertido una actividad en apariencia muy tediosa en algo electrizante. The Operator cuenta con un plantel de personajes más o menos diverso, pero todos se encuadran en arquetipos propios del thriller.

Fragmento del videojuego 'The Operator'

The Operator lo apuesta todo a la conspiración en el corazón de la trama. Los acontecimientos se suceden con rapidez. Todo el argumento se desarrolla en cuatro días consecutivos y, más allá de unos breves interludios al final de la jornada, este tiene lugar dentro de los límites de la pantalla del ordenador. Por ello, el trabajo de los actores resulta vital. Todo acaba recayendo sobre su voz, en llamadas sin apoyo visual, y consiguen sacarle el máximo partido a las circunstancias.

The Operator es una ideal genial y el mejor ejemplo imaginable sobre la versatilidad del medio. Resulta encomiable cómo un estudio primerizo ha sido capaz de aprovechar su propia limitación de recursos a su favor. La interfaz de usuario, a pesar de la ambientación de oficina, es muy atractiva, despliega la información precisa y está completamente enfocada a elevar las mecánicas, pero la verdad es que ha permitido al equipo ahorrar muchos recursos en el departamento de arte.

Hay algunos modelos de baja calidad que usan para el metraje de las cámaras de seguridad, pero casi todos los elementos se reducen a fotografías, documentos, bases de datos y diferentes herramientas informáticas. Es un ejercicio en minimalismo formal que me recuerda mucho al subgénero cinematrográfico del screelife: películas que se suceden por completo dentro de los confines de una pantalla de ordenador.

Fragmento del videojuego 'The Operator'

Nacho Vigalondo realizó su propia interpretación del concepto con Open Windows (2014), pero el productor ruso Timur Bekmambetov (al que precisamente pude entrevistar hace años en una Gamelab al respecto) le consiguió sacar el máximo partido con Searching (2018) y Missing (2023), dos películas protagonizadas por John Cho y Storm Reid respectivamente y que recomiendo desde aquí encarecidamente.

Son dos thrillers espectaculares que nos mantienen al borde del asiento desechando el 99% de los recursos propiamente cinematográficos para circunscribirse al rango de acción de herramientas y dispositivos cotidianos. El acercamiento formal de The Operator parte de la misma filosofía y el resultado es igual de satisfactorio. Muy recomendable.