Javier Arriero y Roger Álvarez (dcha.) dan vida a dos chiflados personajes que recuerdan sus sueños perdidos. Foto: Alicia Albiñana

Javier Arriero y Roger Álvarez (dcha.) dan vida a dos chiflados personajes que recuerdan sus sueños perdidos. Foto: Alicia Albiñana

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El 'spin-off' de 'Tres sombreros de copa' de Mihura, los viernes en el Teatro Lara

Fernando de las Heras da una nueva vida a dos personajes de la célebre comedia, un par de extravagantes amigos con nostalgia de un pasado mejor

25 enero, 2023 02:27

Las series de televisión nos han familiarizado con las precuelas y las secuelas, pero retomar de una obra clásica o emblemática unos personajes para llevarlos a un nuevo acontecer, tiempo o lugar es experimento de larga tradición literaria y teatral.

Un ejemplo reciente es Los sombreros olvidados, obrita encantadora y fantasiosa de Fernando de las Heras que se representa los viernes en el Teatro Lara, y donde el dramaturgo pone una lupa sobre dos personajes de la célebre Tres sombreros de copa para darles una nueva vida.  

Los sombreros olvidados se presenta bajo la dedicatoria “Para Mihura con amor” y en ella su autor reverbera el fulgurante humor de Mihura y el tono dislocado y onírico de su comedia más célebre.

De las Heras pone empeño en que su escritura tenga la verosimilitud de Mihura, no solo en el estilo, sino también en la historia que cuenta: amplifica e imagina un encuentro entre Dionisio -el protagonista candoroso de Tres sombreros de copa- y un sobrino de Don Rosario -dueño del hotel donde ocurre la obra original-, que emula en todas sus manías y excéntricas costumbres a su tío ahora fallecido.

A esta verosimilitud contribuyen los actores de la obra, Javier Arriero y Roger Álvarez, dando vida a dos chiflados y tiernos personajes que en su encuentro recuerdan su pasado y también sus sueños perdidos.

Por su parte, el director Luis Flor, con la sencilla puesta en escena, ha echado mano de recursos musicales y sonoros que le dan el perfume de los años cincuenta, donde la obra se sitúa ahora. La radio con sus melodías de copla, boleros, pasodobles… y sus noticieros y anuncios de publicidad contribuyen al recuerdo de aquellos años.  

Roger Álvarez tiene bien encajado su rol de sobrino de don Rosario (él ya dio vida a don Rosario en la acertada y bonita puesta en escena que hizo Natalia Menéndez en el María Guerrero de Tres sombreros de copa en 2019). Aquí es un entregado hostelero que ama tanto a sus clientes que no solo no les cobra, sino que les colma de atenciones que de tan extrañas y caprichosas son chistosas; es también un consejero amigo de Dionisio.

Javier Arriero y Roger Álvarez en una escena de 'Los sombreros olvidados'

Javier Arriero y Roger Álvarez en una escena de 'Los sombreros olvidados' Alicia Albiñana

Alvarez se dobla en otros personajes y Luis de Flor ha empleado para estos momentos un recurso hábil y sencillo pero muy cómico: el de busto parlante que actúa en playback, ya que la voz está doblada por Millán Salcedo, Loles León o Marta Fernández Muro.  

Por su parte, Javier Arriero es Dionisio, el ingenuo protagonista y mozo casadero cuya despedida de soltero sirve de argumento de la obra de Mihura; aquí se ha quedado viudo de Margarita, está solo en el mundo, soledad que se acentúa porque se acerca la Navidad. Ha pensado que quizá era el momento de recuperar a la mujer de sus sueños, la candorosa Paula.

La obra ya no transcurre en un hotel frente al mar, sino en el Hostal Fuenterrabía de Madrid; la Historia con mayúscula ha cambiado bastante -un rey exiliado, una república derrotada, una guerra- y en la suya propia se mezclan los sueños y los recuerdos de juventud.  

La pareja que Dionisio y Don Rosario es un acierto, par de extravagantes amigos en busca de tres sombreros de copa, símbolo de esa vida alegre, bohemia y espontánea que Dionisio dejó escapar y que ahora se propone recuperar.

Es la metáfora de esos “sombreros olvidados” que busca y que cuando los encuentra todavía mantienen el perfume amoramihura. Un olor que don Rosario define como “esencia misteriosa, medio triste medio alegre, impregnada de una nostalgia dulce y melancólica que te nubla los ojos…”.

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