Declan Donnellan rara vez defrauda. Se podrá disentir de que sus adaptaciones de clásicos suelan tender a lo bufo, como ocurrió con La vida es sueño, pero su estilo es

inconfundible, tiene un instinto dramático soberbio y un criterio escénico claro y directo.

Hoy y mañana todavía puede verse en los Teatros del Canal, en tres funciones, el Edipo rey (Oedip Rege) que ha montado con el Teatro Nacional Marin Sorescu de Rumanía, en el que participan nada menos que veintidós actores. Importante, el público ve la función de pie.

El director inglés ha dejado vacía la Sala Verde del teatro madrileño, eliminando las butacas, condenando al público a seguir a los actores en las escenas que representan por varios rincones y en una pequeña tarima algo elevada situada en el centro.

Durante una hora y media seguimos la atribulada historia de Edipo, interpretado por un joven actor, Claudiu Mihail, que nos guía por el espacio junto con el resto del elenco, incluso se dirige y entra en contacto con los espectadores, cogiéndoles de los hombros o dándoles la mano.

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Si entendiéramos lo que nos dicen sin leer los subtítulos que se proyectan generosos en las paredes, ese contacto tan físico lograría lo que imagino es el objetivo del montaje: hacernos creer que estamos en el ágora de Tebas, escuchando los males que se ciernen sobre la ciudad y sus reyes.

Lograría hacernos creer que somos el coro, del que surgen voces que nos representan y hablan directamente con Edipo, aconsejándole y, sobre todo, replicándole en la primera parte su demagógico discurso que tiene asombroso parecido con los que oímos de los políticos actuales.

La tragedia de Sófocles comienza con una epidemia de peste que asola la ciudad de Tebas; la primera escena que vemos es la de un enfermo en camilla entubado y asistido por un montón de médicos y enfermeros y la asociación con nuestra experiencia reciente es automática.

La versión rumana es sintética, ágil, agresiva, con las escenas necesarias para una buena comprensión de la fábula y del mito. Resulta asombrosamente actual y, a la vez, pone en valor lo universal del mito de Sófocles, su carácter espiritual.

Sus milenarias palabras chocan con la idea del hombre que hoy se predica, la de que puede gobernar su destino y que el bien y el mal son caras de la misma moneda. Edipo nos recuerda que no podemos cambiar la realidad a base de negarla o esconderla. Siempre emerge con tozudez.

Respecto al elenco, combina actores jóvenes con otros más veteranos, que lógicamente sobresalen sobre los primeros. De entre los jóvenes destaca Mihail como un Edipo ambicioso, un líder que arrastra al público con su discurso y sus acciones con este -a veces excesivas-, a la vez que mantiene la tensión dramática y experimenta una transformación de rey a paria.

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De entre los veteranos, me gustó mucho Ramona Dragulescu en el papel de Yocasta. La actriz tiene un amplio arco interpretativo que va de reina enamorada, con una apasionada y sexual escena que mantiene con Edipo, a madre de prole incestuosa, figura política y, finalmente, atormentada reina que prefiere mantenerse en la ignorancia del pasado. Ella y Mihail hacen una pareja muy convincente.

En general, da gusto ver y escuchar a esta nutrida compañía que actúa ¡sin micrófonos! Donnellan ha preferido que Tiresias sea interpretado por una mujer, Tamara Popescu, y entre los veteranos Nicolae Vicol y Eugen Titu sobresalen en personajes secundarios.

Edipo rey (Oedip Rege)

Teatros del Canal. Sala verde. 20 y 21 de enero de 2024

País: Rumanía

Idioma: rumano, con sobretítulos en español

Intérpretes:

Edipo – Claudiu Mihail

Yocasta – Ramona Drăgulescu

Creonte – Vlad Udrescu

Tiresias – Tamara Popescu

Sacerdote – Alex Calangiu

Mensajero – Nicolae Vicol

Segundo mensajero – Iulia Colan

Líder – Angel Rababoc

Coro – Anca Maria Ilinca, Marian Politic

Pastor – Eugen Titu         

Merope – Corina Druc

Polibio – Bruno Noferi

Texto: Sófocles

Traducción a rumano: Theodor Georgescu & Constantin Georgescu

Director: Declan Donnellan

Escenografía y vestuario: Nick Ormerod

Asistente de dirección: Laurențiu Tudor

Diseñadores asistentes: Adelina Galiceanu, Petri Ștefănescu

Música original: Cári Tibor

Diseño de iluminación: Dodu Ispas

Consultor de dramaturgia: Haricleea Nicolau

Producción: Teatrul Naţional Marin Sorescu (Craiova, Rumanía) y Cheek by Jowl