Con un teatro lleno, Josep Maria Pou da vida durante noventa minutos a un anciano afectado por demencia o alzhéimer. La progresiva distorsión de la realidad que va experimentando el enfermo André, el personaje de Pou, la sufrimos también los espectadores siguiendo un "efecto de inmersión" que recuerda los de algunas obras de Buero Vallejo.
El autor Florian Zeller (París,1979) traza las escenas de la obra desde la perspectiva de André para que nosotros vivamos como público la misma confusión que vive el protagonista. Por ejemplo, André conversa con su hija Ana (interpretada por Cecilia Solaguren) sobre los planes de vida que esta tiene, pero luego veremos que ella negará haber dicho las palabras que André y nosotros hemos oído; también reconoce cada vez menos a los personajes que viven con él, como el marido de su hija.
Zeller es cuidadoso en los detalles cuando avanza en el deterioro cognitivo de André, evolución que Pou hace con una autenticidad inspirada y desnuda de todo ornamento interpretativo, lo que lo vuelve exacto y trágico a la vez. Camina desde el primer hombre todavía seguro de sí mismo, que nunca ha necesitado de los demás y que todavía mantiene intacta su soberbia y arrogancia hacia una caída al abismo que le irá arrancando su vanidad, le hará dependiente de los demás, casi un niño, y le sumergirá en un laberinto mental hacia la pérdida de su identidad. Reconocemos a su personaje y resulta dolorosamente cercano.
Imposible no remitirse a la película que rodó el propio Zeller con Anthony Hopkins y por la que ganaron un Oscar cada uno. Encuentro que la obra teatral refuerza los lazos sentimentales de los personajes. Sin embargo, la versión cinematográfica, con sus cualidades realistas, logra que el espacio escénico mucho más detallista subraye la desorientación creciente del personaje a través de los cambiantes escenarios que habita André, que pasa de vivir en su casa a la de su hija y de ahí a la residencia.
Esta información que recibe el espectador no está tan clara en la producción teatral; la escenografía minimalista de Paco Azorín lo sugiere mediante el vacío o despojamiento progresivo de objetos que experimenta el espacio escénico y que funciona más como metáfora del estado mental del personaje.
La grandeza del texto es su equilibrio, su exactitud y su sensibilidad, sin caer en el sentimentalismo ni en la culpa
A Pou le acompaña un elenco pulcro y solvente, —Jorge Kent, Lara Grube, Elvira Cuadrupani, Alberto Iglesias—, actores que trabajan desde la contención y los silencios bien apuntados por el director Josep Maria Mestres. Destaca Cecilia Solaguren como antagonista de Pou, en el papel de su hija Ana, que cuida con amor a su padre que a veces ni la reconoce, pero también lidia con el dilema de cuidarlo en casa o llevarle a una residencia.
Mestre logra unas bonitas y eficaces transiciones, cierra con acierto las escenas con un fundido a negro dejando iluminado únicamente al personaje principal y la enmarca con un hilo de luz rojo que produce cierto distanciamiento induciendo a la reflexión del espectador.
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El padre habla del alzhéimer o la demencia, pero por extensión toca uno de los problemas a los que quizá una gran mayoría de los espectadores que están sentados en la platea viendo la función se enfrentan en su día a día: ¿qué hacemos con nuestros viejos? La grandeza del texto es que lo hace de manera equilibrada y exacta, con sensibilidad, defendiendo a todos los personajes, y sin caer en el sentimentalismo ni en la culpa.
Florian Zeller es un prolífico autor teatral, novelista y director parisino, se diría que sucesor de Yasmina Reza si pensamos en un dramaturgo francés tan conocido como ella a nivel internacional. Nos lo presentó Josep Maria Flotats en 2012, cuando protagonizó La verdad. Luego Carlos Hipólito y Natalia Millán representaron La mentira, especie de anverso de aquella. Antes de esta producción de El padre, pudimos ver a Héctor Alterio en el mismo papel de Pou.
Se da la coincidencia de que en otro teatro madrileño, el Pavón, se representa del mismo autor La madre, protagonizada nada menos que por Aitana Sánchez Gijón. Zeller concibió estos dos títulos como una trilogía junto con El hijo, su última pieza. De La madre daré cuenta próximamente.
El padre
Teatro Bellas Artes, hasta el 28 de abril
Reparto: José María Pou, Cecilia Solaguren, Elvira Cuadrupani, Jorge Kent, Alberto Iglesias, Lara Grube
Autoría: Florian Zeller
Traducción: Joan Sellent
Dirección: Josep Maria Mestres
Escenografía: Paco Azorín
Vestuario: Nina Pawlowsky
Iluminación: Ignasi Camprodon
Espacio sonoro: Jordi Bonet
Caracterización: Núria Llunell
Producción: Teatro Romea (Barcelona)