Image: Soderbergh muestra su cara B

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Cine

Soderbergh muestra su cara B

Ante el estreno de The Girlfriend Experience

30 julio, 2010 02:00

Sasha Grey protagoniza The Girlfriend Experience

Soderbergh regresa a su otra pasión, el cine independiente, con The Girlfriend Experience (estreno el 6 de agosto), en la que retrata la crisis económica actual a través de una prostituta.

Se supone que hay dos tipos de películas de Steven Soderbergh: las A y las B. El ejemplo paradigmático es su díptico del Che. La primera parte, Che, el argentino, tuvo un millón doscientos mil espectadores. La secuela, Che, guerrilla, apenas llegó a los cientocincuenta mil. Las películas A de Soderbergh tienen una trama clara, un presupuesto millonario y grandes estrellas en el reparto. Las B son consideradas por algunos como "experimentos" del genio, por no llamarlos caprichos en los que se libera de los corsés de la industria para saltarse todas las normas. Al primer apartado pertenecen títulos tan conocidos como Erin Brockovich, Traffic o la saga de ladrones Ocean. Al segundo, filmes de culto como Kafka, Bubble, Eros o, quizá la mejor de la serie, The Girlfriend Experience, que llega a las pantallas españolas el próximo 16 de agosto.

Un mismo empeño
El propio Soderbergh es el principal enemigo de esta dicotomía y se siente muy molesto cuando la crítica o el público resta importancia a esos "pequeños" filmes, inspirados de forma confesa en Bresson, en los que asegura poner "el mismo empeño que en los otros", como explicó a El Cultural. The Girlfriend Experience, en este sentido, supone una confirmación de sus tesis. Rodada en apenas dos semanas, con actores semiprofesionales, entre los que destaca Sasha Grey, que pasa de actriz porno de largo recorrido a protagonista de todo un auteur, es una película fascinante que remite al universo neoyorquino cínico y ultramoderno de Bret Easton Ellis para proponer, nada menos, que una parábola sobre la actual crisis económica y la hipersexualización de la sociedad occidental. Según el director, "la hipocresía sexual que había en la época de Sexo, mentiras y cintas de vídeo (primeros 90) se mantiene intacta. Aún estamos enfadados por culpa del sexo, aunque al mismo tiempo está por todas partes y es una maquinaria industrial gigantesca. Nos va a llevar unos cuantos años superar estos lastres".

La película persigue a Chelsea (Sasha Grey), una meretriz de lujo en horas bajas debido a que sus clientes habituales, los expertos en finanzas que ahora odia todo el mundo, o bien tienen mucho menos dinero que antes o no quieren gastarlo para guardar las formas ante la debacle generalizada. A partir de una experiencia aparentemente trivial, Soderbergh se sumerge en las cloacas del capital con mayúsculas que ha circulado por Manhattan ofreciendo un panorama bastante desolador de un universo en el que el sexo es una mercancía, la apariencia física y el estatus es lo más importante. Casi todo rezuma nihilismo. "La idea del dinero me resulta fascinante. Relacionado con esto, la idea del valor y la forma en la que comenzó todo: ¿En qué momento alguien decidió que el diamante o el zinc tiene un precio? ¿Y cuándo se fijó ese precio? Esa idea del valor es la que refleja claramente lo que una sociedad es. La economía tiene la virtud de dar una imagen cristalina de nuestra sociedad".

Sexo y capitalismo
Lo más asombroso de The Girlfriend Experience es lo tonta que es la protagonista, su novio (un entrenador de fitness) y el mundo de ejecutivos que los rodean. La sensación es la de una sociedad opulenta y codiciosa que ha descuidado completamente su alma, todo ello con el sexo como paroxismo de los excesos de un capitalismo enfermo. "La vida de una prostituta me sirve como punto de partida pero no entro a valorar su trabajo. La mayoría de la gente cobra por cosas que no le gustan, ¿se prostituyen también?", se pregunta Soderbergh.