'Hijos del Sol', Majidi y los Goonies de Oriente
El director iraní vuelve a retratar el drama del trabajo infantil añadiendo a su habitual relato de denuncia social un importante componente de aventuras. Destaca el joven actor Roohollah Zamani, premiado en el Festival de Venecia
14 mayo, 2021 09:07Según los últimos datos que maneja la Organización Mundial del Trabajo, existen en todo el planeta 152 millones de niños de entre 5 y 17 años que son víctimas del trabajo infantil, y 73 millones de ellos se encuentran en situación de trabajo infantil peligroso. Esto quiere decir que uno de cada 10 niños en todo el planeta se ve obligado a dejar la escuela para poder sobrevivir y ayudar a la manutención de su familia. Un drama que el iraní Majid Majidi (Teherán, 1959) retrata en su nueva película, Hijos del Sol. “Deberíamos considerar que el mundo es como una familia y que estos niños son miembros de esa familia, la nuestra”, explica el director. “Si los engañan o se ven implicados en bandas criminales, tráfico de drogas o robos, nuestra comunidad mundial sufre. Estoy profundamente comprometido con los derechos de los más pequeños. No se les debería arrebatar la infancia ni impedir su desarrollo. Merecen que los tratemos con más protección, dignidad y justicia y espero que mi película pueda contribuir a esto en alguna medida”.
Majidi lleva toda su carrera retratando la difícil situación que atraviesan los niños más desfavorecidos de su país. En su debut en el cine, Baduk (1991), se acercaba a la experiencia de varios chavales obligados a transportar mercancías ilegales a través de la frontera con Pakistán. En El padre (1996), con la que ganó el Premio del Jurado en San Sebastián, abordaba la historia de un joven de catorce años que era forzado a buscar empleo para mantener a su familia tras la muerte de su progenitor. Y, aunque el trabajo infantil no era el meollo de su narrativa, en su célebre Los niños del cielo (1997), el primer filme iraní nominado al Óscar a la mejor película de habla no inglesa, y en El color del paraíso (1999) y Lluvia (2001) el director seguía incidiendo en lo que significa ser pobre y menor de edad en un país como Irán. “Los niños siempre han sido una de mis preocupaciones”, asegura el cineasta a El Cultural.
El estigma de la ausencia
“El trabajo infantil es un problema a nivel mundial, no solo ocurre en Irán. El mensaje de Hijos del Sol es que todos somos responsables de estos niños, muchos de los cuales tienen un gran talento, y todos son valiosos. Es sencillamente intolerable que su estatus social y económico los condene a un futuro con escasas oportunidades y perspectivas casi nulas”. En Hijos del Sol seguimos los pasos de Alí (Roohollah Zamani) y de sus tres amigos, Mamad (Mohammad Mahdi), Abolfazl (Abolfazl Shirzad) y Reza (Mani Ghafouri), todos ellos marcados por el estigma de la ausencia de una figura paterna, ya sea por defunción o por la adicción al alcohol y las drogas. Juntos trabajan duro en un garaje para sobrevivir y mantener a sus familias, aunque a veces cometen delitos menores para ganar dinero rápidamente. Un día, un jefe mafioso local encarga a Alí la misión de encontrar un tesoro perdido en los túneles subterráneos de la Escuela del Sol, una institución benéfica que se dedica a educar a niños de la calle. Los cuatro chavales se inscribirán en el colegio para iniciar la búsqueda.
“La idea de esta película surgió de una escuela de Teherán fundada por una ONG nueva. Me inspiré en ellos y creo que esta iniciativa debería ser más amplia y tendrían que adoptarla todos los países”, asegura Majidi. “En esta escuela los profesores intentan de verdad comprender a los niños y se involucran en sus vidas y sus problemas. Hay que tener en cuenta que al entrar en el mundo laboral en edades tan tempranas los niños se enfrentan muy pronto con la sociedad y la dura realidad y se convierten en personajes complejos. Por eso es difícil relacionarse con ellos”.
Con una narrativa que bascula entre el drama de denuncia social y el cine de aventuras tipo Los Goonies (Richard Donner, 1985), y con una sencilla apuesta visual que busca la transparencia del documental, Hijos del Sol se presenta como el filme más dickensiano de su director. “Todo esto tiene mucho que ver con la propia historia”, asegura Majidi. “Los niños que trabajan tienen una vida muy activa, diariamente están expuestos al peligro, a abusos, incluso a ser explotados en trabajos ilegales. La vida de estos niños está mezclada continuamente con la aventura. Y cuando hago una película, aunque siempre quiero transmitir un mensaje, también tengo que mostrar el aspecto verdadero de la vida de estos chavales. Pero existe una simbología también en la película, porque, aunque los niños van en busca de un tesoro, en realidad quiero incidir en que el tesoro son los propios niños”.
“Aunque los protagonistas van en busca de un tesoro, en realidad quiero incidir en que el tesoro son ellos”
Bien lo sabe Majidi, ya que acostumbra a buscar a sus actores en los ambientes reales que retrata para dotar de verdad a sus filmes. Es el caso del protagonista, Roohollah Zamani, que se hizo con el premio al mejor actor emergente en el último Festival de Venecia. “Roohollah Zamani es un niño de la calle. Era puro, con una energía natural, decidido a dar más de lo esperado. Elegir al protagonista fue la tarea más difícil. Pero Rouhollah superó a todos los demás porque desprendía una gran intensidad, muchas ganas de salir adelante… Lo mismo que el personaje de la película, tan decidido a encontrar el tesoro y salvar a su madre. Actualmente ha cambiado de vida. Ya es un actor muy buscado y si no fuera por el coronavirus no hubiera parado de encadenar proyectos. En unos años será una superestrella del cine iraní”.
Para el director es tan importante que los niños rindan en la película como que el trabajo que realizan con él sirva para que recuperen su personalidad y su autoestima. “Después de tantos años trabajando con niños ya sé cómo hacerlo, pero no creo que exista un método. Los niños son seres adorables y solo hay que conocer cómo es su magnífico mundo, ala vez sencillo y complejo, para poder entrar en él y que todo se convierta en dulzura”.