'Al otro lado del río y entre los árboles': Paula Ortiz captura a un Hemingway fantasmal

Ahora, resurge con tres filmes que se estrenan próximamente: Al otro lado del río y entre los árboles, Teresa –adaptación de la obra La lengua en pedazos de Juan Mayorga- y Hildegart (2023), en donde vuelve a abordar el famoso asesinato de una joven de 18 años, educada para ser “la mujer del futuro”, a manos de su madre en 1933.

La primera que nos llega es Al otro lado del río y entre los árboles, basada en la última novela completa que Ernst Hemingway publicó en vida, también la menos lograda de toda su trayectoria según el consenso crítico. Que el material de partida no sea brillante nunca ha sido un problema para lograr un gran filme –de hecho, pocas son las buenas películas que surgen de obras maestras de la literatura–, pero Paula Ortiz se queda a medio camino.

La película sigue la historia del coronel Richard Cantwell (Liev Schreiber), un héroe de guerra que recibe en los estertores de la Segunda Guerra Mundial, en Italia, la noticia de que sufre una enfermedad terminal con estoica indiferencia.

A pesar de que el doctor le pide encarecidamente que ingrese en un hospital, Cantwell opta por marcharse a Venecia, donde intentará conseguir las armas adecuadas para disfrutar de una mañana cazando patos. Sin embargo, el encuentro con Renata (Matilda de Angelis), una joven condesa a punto de afrontar un matrimonio de conveniencia, hará que el coronel se enfrente a su pasado.

Con una producción al estilo del europpuding ochentero –dinero británico, actores internacionales, directora española, compositor estadounidense…–, el filme justifica su visionado por la impresionante presencia de Liev Schreiber, en cuyo semblante hastiado y rotundo creemos ver también al autor de la novela original en sus últimos tiempos, y por el magnético retrato en blanco y negro –obra y gracia del director de fotografía Javier Aguirresarobe– de una Venecia solitaria y fantasmal, en el extremo opuesto de la masificada ciudad que es hoy en día, capturada durante la pandemia de la Covid.

Sin embargo, ni el guion de Peter Flannery ni la dirección de Ortiz logran que las intensas emociones de los personajes se proyecten más allá de la pantalla.