En el abigarrado y sensual universo de Todd Haynes, cada imagen se presenta como un tupido entramado de signos y símbolos, de deseo y angustia. Licenciado en semiótica, el director de Carol (2015) tiende a construir sus películas a partir de la superposición de textos procedentes tanto de la alta cultura como de lo popular.
Un ímpetu posmoderno que se propaga por todos los recodos de la magnética Secretos de un escándalo, una película que se asienta sobre el improbable encuentro entre el imaginario de Persona (1966) de Ingmar Bergman, y una historia surgida de las revistas del corazón.
Lo nuevo del realizador de Velvet Goldmine (1998) utiliza como gancho narrativo la historia real de la profesora Mary Kay Letourneau, que en 1997 fue arrestada por mantener un affair sexual con un alumno de tan solo trece años.
Sin embargo, Haynes descarta reseguir la impactante cronología de los hechos –del matrimonio de Letourneau con su alumno, tras su paso por prisión, hasta el fallecimiento de la maestra en 2020, tras la disolución de la pareja– y se decanta por una opción más afín a su fijación por los desdoblamientos identitarios; cabe recordar que el auteur californiano convocó a seis intérpretes para encarnar a Bob Dylan en la indispensable I’m Not There (2007).
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Así, de la mano de un afilado guion de la debutante Samy Burch, Haynes sitúa Secretos de un escándalo veinte años después del estallido del “caso Letourneau”, cuando Elizabeth, una actriz de televisión (Natalie Portman), se acerca a los protagonistas de la historia, renombrados Gracie (Julianne Moore) y Joe (Charles Melton), mientras se prepara para dar vida a la maestra en una adaptación fílmica del suceso.
Un juego endiablado
En este contexto metafílmico, las dos figuras femeninas se enfrascan en un endiablado juego del gato y el ratón. Elizabeth (Portman), que disfraza de cordialidad una voracidad vampírica, intenta por todos los medios penetrar en el apacible universo de Gracie (Moore), quien ostenta uno de esos idílicos hogares que Haynes sabe convertir en infiernos claustrofóbicos.
De hecho, la incursión de la intérprete en la vida del matrimonio hace aflorar un turbulento trasfondo de neurosis y manipulación. Se diría que, en la sumisión de Joe a los mandamientos de Gracie, Haynes observa una inquietante inversión de los roles impuestos por una sociedad patriarcal.
Instalada en el fuego cruzado de una lucha por el poder, Secretos de un escándalo optimiza el talento de Haynes a la hora destilar la sensualidad de sus intérpretes y de los escenarios; en este caso, una Savannah soleada y señorial que exhibe su filiación con el gótico americano.
Tampoco falta a la fiesta la devoción del director de Lejos del cielo (2002) por el barroquismo escénico de Douglas Sirk. En unas escenas con alto potencial icónico, Portman y Moore se baten en duelo mientras se acicalan frente a un gran espejo.
Un fondo quebradizo
Nada permanece estable en el juego de máscaras de Secretos de un escándalo. La actriz (Portman), que se presenta inicialmente como una figura servil, se va contaminando de la displicencia de la maestra (Moore), mientras que la entereza matriarcal de Gracie va revelando, bajo la influencia de Elizabeth, un fondo inseguro y quebradizo.
Por su parte, el progresivo acercamiento del filme al territorio de la sinrazón abre una doble vía hacia el melodrama y un extrañísimo tono de noir telenovelesco. Más allá de la ficción, Haynes ofrece un fascinante retrato del trabajo de sus actrices, que se presentan como herederas del Método, una forma de transformismo que sacudió la América de mediados del siglo XX, angustiada por la Segunda Guerra Mundial y la lucha por los derechos civiles.
En definitiva, el director de Aguas oscuras (2019) vuelve a demostrar su buen ojo para la disección del desconcierto identitario que anida en las entrañas de la psique americana.
Secretos de un escándalo
Dirección: Todd Haynes.
Guion: Samy Burch.
Intérpretes: Julianne Moore, Natalie Portman, Charles Melton, Cory Michael Smith, Charles Green, Andrea Frankle.
Año: 2023.
Estreno: 23 de febrero.