Es de agradecer que en el últimamente bastante trillado género de los biopics musicales aparezcan películas como Segundo Premio, que huyen de clichés manidos y de estructuras casi calcadas para intentar reflejar la particular esencia artística y vital de un grupo musical como el que aquí nos atañe.
Porque una buena banda de rock, aparte de un multi-matrimonio, una singular empresa, o una libre asociación artística entre diferentes personas es, sobre todo, un sentimiento, una amistad, una esencia, un sonido y una filosofía. Y esto es exactamente lo que Isaki Lacuesta y su equipo han conseguido con Segundo Premio: penetrar con audacia y sensibilidad en el hierático, ruidoso y particular universo musical de la banda Los Planetas llegando a confeccionar un sorprendente (e instantáneo) filme musical de culto.
Pero obviamente, como toda película de culto puede no llegar a ser una experiencia fácil para el gran público, ya que tendrá que enfrentarse a un largometraje lento y envolvente, a ratos psicodélico y a menudo transgresor, que puede hacer salir de la sala a más de uno. Sin ir más lejos en el pase de prensa, prácticamente una quincena de personas desertó de la sala de proyección.
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Un filme que se centra más en la leyenda de esta banda granadina que en su biografía oficial y que está compuesto de diferentes voces, en el que cada personaje tiene una perspectiva distinta y en la que no hay una posición de verdad, el narrador son todos ellos.
Un caleidoscopio reflexivo (e inmersivo) con marcado espíritu underground, tal y como relata su director Isaki Lacuesta: "Desde el principio quise plantear una película que fuese ‘no oficial’, libérrima, sin ataduras y en la que corriese el aire creativo, para poder recrear de la mejor manera la esencia de una banda nada ‘oficialista’ como son Los Planetas".
Situada temporalmente en el tortuoso proceso de composición y grabación del disco más icónico de la banda de Granada, Una semana en el motor de un autobús (que casi cuesta su disolución), la película vuela libremente mientras reflexiona alrededor de los diferentes circunstancias que el grupo vivió en ese momento. Desde la deserción de su bajista Mai, hasta la tensión creciente con la discográfica pasando por los problemas con las drogas y la (casi) autodestrucción de su guitarrista Florent.
Un proceso que tampoco ha sido nada fácil para la película y que por medio de un rodaje accidentado, ha llevado bastante tiempo hasta su acabado final. Ideada primigeniamente por parte del cineasta Jonás Trueba, que más tarde abandonó por "perder la ilusión y dejar de soñar con el proyecto", posteriormente lo retomó un Isaki Lacuesta que, por motivos familiares, no pudo estar en el set de rodaje. De manera que tuvo que trabajar de manera telemática en colaboración con el también director Pol Rodríguez.
"Afortunadamente y gracias a la tecnología yo podía ver en directo el set de producción y los planos de la cámara, la comunicación fue fluida y como la peli se había ensayado y planificado bastante, creemos que no ha perjudicado mucho el resultado", relata Lacuesta. "Eso sí, creo que ninguno de los dos repetiríamos la experiencia, porque aunque salió bien, obviamente no compensa".
El filme transcurre a través de una certera recreación de aquella Granada de finales de los 90 y vemos los lugares más emblemáticos de su escena underground, como la sala Planta Baja, donde la banda dio sus primeros conciertos, así como la tienda de discos Bora Bora, el Sacromonte, su Semana Santa, ‘la mala follá’ y demás elementos de una de las ciudades más particulares de España. "De granada solo se puede escapar por el cielo", decía Lorca.
Pero quizá su mayor acierto sea el de estar protagonizada por un fabuloso elenco de actores-músicos que interpretan ellos mismos las canciones y que dotan de un excelente realismo musical tanto en las escenas de conciertos como de los largos ensayos en los que dan forma a los temas que luego aparecerán en el álbum.
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"Teníamos muy claro que la música fuese en directo y un elemento muy real, dejando espacio en el set de rodaje para que surgiese la intimidad y la improvisación necesarias", afirma Lacuesta, ganador de dos conchas de Oro en el Festival de San Sebastián.
El trabajo coral luce muy reconocible y nos acerca perfectamente a sus personajes, en particular a sus dos figuras principales, J y Florent. Sobre el proceso de interpretar al particular líder de la banda, el actor Daniel Ibáñez reconoce que en ningún momento quiso hacer una burda imitación, sino "crear algo que de alguna manera tuviese una entidad propia, buscar una representación interesante del personaje y desarrollarla. Se creó un buen espacio de juego en el que todos salimos beneficiados para recrear su intimidad de una manera cercana".
En esta especie de Ópera Rock camuflada, los momentos musicales fluyen de manera natural a lo largo del filme. "Queríamos hacer un homenaje al espíritu aventurero y audaz de Los Planetas que, a pesar de llevar 30 años juntos, siguen creando en la actualidad. Y creo que hemos confeccionado una película para que el público fan de Los Planetas esté entretenida con todas las claves que mostramos", explica el guionista Fernando Navarro. "De hecho nos encantaría que los fans cantasen las canciones en los cines, como si fuese un sing along, y desde aquí animamos a que la gente lo haga en los cines. ¡Para eso las hemos subtitulado!"
Y acerca de lo que sucedió realmente y de lo que no sucedió, de lo que parece cierto y de lo que parece no serlo, Lacuesta lo tiene muy claro: "Queremos que la película convenza al espectador de que lo que ocurrió era ‘verdad’, igual que las canciones de J te pueden convencer de que son cosas que le han sucedido realmente. Y también sería increíble si convencemos a toda una generación nueva, que desconoce a esta banda, de que nos la hemos inventado totalmente nosotros".