A lo largo de veinticinco años, una chica, May (Anaïs Demoustier) y el joven John (Tom Mercier) se reencuentran una y otra vez en el mismo club nocturno. Entre ellos existe un deseo latente evidente pero nunca llegarán a consumarlo. El protagonista de La bestia en la jungla, un tipo que según el director Patric Chiha (Viena, 1975), de origen húngaro y libanés, quien creció en Austria y vive en París desde los 18 años, está "desajustado" con la vida y espera una especie de señal del destino para salir de su letargo.
Incapaz de darse cuenta de que tiene el amor delante de las narices mientras espera una suerte de catarsis divina, ambos potenciales amantes se verán una y otra vez sin concretar nada mientras el tiempo "los atrapa". Basada en un relato largo de Henry James del mismo título, Chiha traslada la historia decimonónica del siglo XIX al período que va de 1979 a 2004, en el que vemos cómo cambia la música (del disco al techno, o del último coletazo del baile "en pareja" a bailar cada uno por su lado), la moda y el SIDA arrasa en medio con todo.
Mientras, exasperantes, los protagonistas discurren sobre lo divino y lo humano en una película que nunca abandona las cuatro paredes de la discoteca. Curiosamente, en pocas semanas llega La bestia a los cines, de Bertrand Bonello, adaptación del mismo relato de James aunque completamente diferente a la versión de Chiha, más fiel al original a pesar del cambio de época.
Pregunta. A veces se piensa en las discotecas como lugares frívolos, de diversión pura, pero todo el mundo tiene recuerdos más complejos en esos lugares. ¿Quería ver la poética del club nocturno?
Respuesta. Me gustan mucho los lugares en los que lo más frívolo se solapa con lo más grave, lo más serio, como la moda y el alma. Considero las discotecas lugares muy serios, donde hemos vivido emociones muy importantes, muy verdaderas. Detrás del artificio, la luz, los trajes, estamos desnudos con nuestras emociones. Es como si en un club estuviéramos fuera del tiempo porque allí vivimos en un presente permanente en el que no hay narrativa porque solo hay emociones muy fuertes: el amor, los celos, la tristeza, el aburrimiento…
"Las discotecas son también lugares políticos donde podemos inventar otra manera de vivir"
»Son lugares en los que he vivido emociones muy fuertes de mi vida, mucho más reales que las que he podido vivir en lo cotidiano. Se parece un poco a la razón por la que vamos al cine: quizá en la pantalla hay emociones más desnudas que nos atrapan. Respecto al disfraz, creo por ejemplo que cuando los niños se disfrazan detrás de esa máscara están ellos mismos. Los vemos a través del disfraz. El artificio de la discoteca, de la noche, permite ver el fondo de la gente. El disfraz no esconde, sino que revela a las personas. Son también lugares políticos donde podemos inventar otra manera de vivir, de estar juntos, quién somos… Hoy se habla mucho de "fluidez" y es una buena palabra. El club es el lugar en el que yo puedo inventarme, en el que entiendo que hay otra vida posible.
P. ¿La noche es el lugar en el que nos reinventamos?
R. No todo el mundo, pero por la noche vivimos cosas muy fuertes porque no están conectadas con el conflicto de lo cotidiano, creamos relaciones que son a la misma vez superficiales pero están desconectadas con lo rutinario. Tienen que ver con el amor, el deseo, el amor, la fascinación, la disputa… No son relaciones tan fuertes como las otras, son muy mitológicas, pero nos acompañan, esas figuras que hemos visto.
»En el club está el baile, pero también la mirada. Observamos a la gente que baila, esa relación de espectador es muy fuerte. Me acuerdo de esos bailarines. Proyectamos mucha ficción en esa mirada. Esa ficción forma parte de nuestra vida, son las historias que nos contamos. La ficción de la noche son nuestros recuerdos o nuestros fantasmas. No creo que ir al supermercado sea más verdad que un sueño.
"No creo que ir al supermercado sea más verdad que un sueño"
P. La película lleva al extremo eso de la "tensión sexual no resuelta". ¿Quería hablar de las oportunidades que perdemos en la vida?
R. Todos hemos pasado por eso. Hemos conocido a personas con las que podría haber habido una relación pero decidimos escoger otro camino. No sé si podemos hablar de arrepentimiento, pero siempre nos queda en la cabeza que pudimos haber ido en esa dirección. Todos tenemos historias de amor fallidas. Nuestra vida es una acumulación de lo que hemos vivido, pero también de lo que hemos dejado escapar y dejado de vivir; por miedo, por imposibilidad, incomprensión de una situación.
»El personaje de John no llega a vivir el presente. No es que sea malo, es que no logra tomar ese riesgo de vivir. Vivir es arriesgarse, es complicado, caótico… Las historias de amor bellas son aquellas en las que precisamente hemos decidido jugárnosla a perder.
P. El personaje de John es exasperantemente pasivo. ¿Cómo lo ve?
R. Es algo muy físico respecto a la actuación del actor porque es alguien que nunca llega a vivir en el ritmo de la vida. Todos tenemos amigos así, que siempre están "desajustados" socialmente, rítmicamente, hablan demasiado deprisa o demasiado lento, hablan en el momento equivocado. No llegan a hacerse con el mundo. Eso me conmueve mucho. Es gente que nunca sigue el ritmo de la vida y parece que están ciegos. John no ve el mundo. Es un gran hándicap que tiene. Deviene "fantasmal" porque está en esa desconexión. Lo más importante es que él es víctima de eso, es alguien que no llega a vivir.
"Las historias de amor bellas son aquellas en las que precisamente hemos decidido jugárnosla a perder"
P. John Lennon decía aquello de "la vida es lo que pasa mientras estás haciendo planes". ¿Nos cuesta vivir el presente?
R. Evidentemente, es eso. Voy a citar a mi abuela. Cuando era niño yo le decía "me aburro, me aburro" y ella me contestaba "ese es tu problema. El mundo no existe para llenar tu aburrimiento. Si te aburres, eres tú quien debe llenar ese vacío". Esa es un poco la misma idea, somos responsables de lo que hacemos con el tiempo. Como espectadores podemos decir que nos aburrimos con una película pero creo que es al contrario: en esos vacíos, en esos momentos aburridos o en que todo parecía complicado es cuando he vivido las cosas más grandes.
»Lo más fuerte está en lo real, cuando hace falta llenar ese vacío. La historia de la película es la de dos personas que intentan atrapar el tiempo pero el tiempo es quien les atrapa. En un momento dado ella tiene 40 años, ¿qué ha pasado con el tiempo?
P. Usted estudió diseño de moda y trabajó en ese campo antes de dar el salto al cine, lo cual es un camino poco frecuente. ¿Cómo se produce ese salto?
R. Paul Valéry decía que "lo más profundo del hombre es la piel". ¿Qué hacemos en el cine? Filmamos la piel, la superficie de las cosas, es evidente pero no debemos olvidarlo. El lujo no me interesa de la moda pero sí lo que la superficie cuenta de nosotros, un vestido cuenta historias y nos revela. nos esconde o transforma nuestro cuerpo.
»En los años 90 fue muy fuerte, hubo un cambio en la moda respecto a la idea del cuerpo por parte de diseñadores japoneses y austríacos que repensaron sobre qué cuenta la moda de nosotros en la sociedad. Hoy tiene mucho que ver con el dinero y no me interesa. Los vestidos son una ficción posible de ti mismo. En la moda se produce esa mezcla entre lo más superficial y profundo.
"En los años 80 aún existía la idea de que bailábamos juntos. Con el techno comenzamos a bailar solos"
P. Vemos ese grupo de amigos que forman parte de la "escena" nocturna parisina y que poco a poco se van distanciando. ¿Es duro el fin de los afectos?
R. Las rupturas de amistad son muy duras en la vida. Separamos la vida en segmentos, asociamos épocas a ciertas amistades, y cuando los amigos se acaban, ese trozo de vida de repente parece muy lejano porque ya no lo vemos. Creo que los amigos nos meten de verdad en el tiempo y al acabar es muy perturbador. Una parte de nuestra vida se ha terminado. Cuando piensas en viejos amigos parece muy lejano, hay algo muy conmovedor en los amigos perdidos. Es muy violento.
P. La película comienza en 1979 y termina en 2024. Vemos los cambios en la música, la moda… y el gran impacto del SIDA. ¿Cómo ve esa evolución?
R. No es una película histórica pero sí vemos los cambios. En los años 80 aún existía la idea de que bailábamos juntos. Con el techno comenzamos a bailar solos. Hay un dialogo con el otro pero no le vemos tanto en la pista de baile. No es tanto la cocaína de los 80 sino las pastillas, que son más sensoriales y disfrutamos en solitario. Y en medio está el SIDA, que lo cambia todo. Coincide el descubrimiento de la noche, divertirse, y está ligado a la muerte. Se puede morir de deseo. Fue trágico. La gente desaparece. Una noche lo conoces y te diviertes y luego morían a los 22. Me cuesta pensar que vivimos eso. Fue muy duro.
P. ¿Es fiel a la novela de Henry James a pesar del cambio de época?
R. Es curioso porque creo que mucho. Es muy fiel. He quitado muchos personajes, pero su camino es el de la novela. Hemos cambiado mucho la relación social, en el relato esa mujer no tiene dinero y lo entretiene. James se pregunta si una mujer puede sobrevivir en la sociedad sin pareja, eso no me interesa. Mi protagonista es más libre, más fuerte, ella decide. Ella puede vivir otra vida.