Oppenheimer, el espectacular biopic sobre el físico neoyorquino Robert J. Oppenheimer dirigido por Christopher Nolan, se ha impuesto en una gala de los Oscar que ha supuesto una decepción para el cine español: La sociedad de la nieve y Robot Dreams han sido derrotadas en las categorías de mejor película internacional y animación, respectivamente. Oppenheimer, por su parte, ha logrado siete galardones: mejor película, dirección, actor para Cillian Murphy, actor de reparto para Robert Downey Jr., fotografía, montaje y banda sonora.
El triunfo de Nolan es el de un hombre que ha impuesto sus reglas en Hollywood, otorgando al blockbuster profundidad, gravedad y oscura épica, cuando el género parece abocado al infantilismo en los últimos tiempos. Además, el cineasta británico mantiene la apuesta por el fotoquímico y los grandes formatos, cuando lo digital se ha impuesto en todos los ámbitos, poniendo en valor la importancia de las salas.
Es cierto que hasta ahora Nolan arrastraba una especie de maleficio en los grandes premios. De los seis Oscar a los que había optado antes de la gala de 2024, ya fuera como guionista, director o productor, no había conseguido ninguno. Pero era cuestión de tiempo que el cineasta británico, uno de los pocos que puede alcanzar la cifra clave de 1.000 millones de dólares de recaudación con sus producciones (lo lograron El caballero oscuro y El caballero oscuro: la leyenda renace y lo han rozado Origen u Oppenheimer) y además convencer a gran parte de la crítica, saliera por la puerta grande en la gran fiesta de Hollywood.
Oppenheimer tenía todos esos elementos que suelen seducir a los académicos: es un biopic sobre una figura clave del siglo XX, con una puesta en escena espectacular que contrasta con el intimismo del relato, un reparto impresionante (Cillian Murphy, Robert Downey Jr., Emily Blunt, Florence Pugh, Matt Damon, Josh Harnett, Jason Clarke…), un metraje de 180 minutos… “Nolan vuelve a demostrar con Oppenheimer su capacidad para confeccionar películas abrumadoras, en esta ocasión sirviéndose en primera instancia de la fuerza de la palabra”, escribía el crítico de El Cultural Manu Yáñez.
Tras dos ediciones de los Oscar en la que habían triunfado dos rarezas indies, CODA (Siân Heder, 2021) y Todo a la vez en todas partes (Dan Kwan y Daniel Scheinert, 2022), los académicos han vuelto al redil y han premiado una película que reivindica la tradición, el gran cine de estudio con recursos casi ilimitados en todos los apartados. Parece ideal para cerrar la herida de un 2023 marcado por las históricas huelgas de guionistas y actores, que han provocado enormes pérdidas en la industria.
Sin embargo, no fue la aplastante victoria que se esperaba. A Oppenheimer se le escaparon varios premios en los que partía como favorita, como guion adaptado. Y arrancó mejor Pobres criaturas, que se llevó los primeros premios técnicos (diseño de producción, maquillaje y peluquería y vestuario), lo que parecía anunciar que habría más batalla de la esperada. Pero no fue así.
La película de Yorgos Lanthimos consiguió finalmente cuatro galardones, con la victoria de Emma Stone como mejor actriz, que interpreta a la lujuriosa heroína Bella Baxter, una mujer en la que se combina la inocencia de una niña y el vigor de una superviviente para un filme que funciona como una actualización feminista del Frankenstein de Mary Shelley. Es su segunda estatuilla tras la alzada por La La Land (Damien Chazelle, 2016).
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A partir del Oscar a mejor actor de reparto para Robert Downey Jr., el primero para Oppenheimer cuando la gala ya llevaba más de una hora y media, y el primero también para el actor, la balanza empezó a inclinarse hacía el lado de Nolan. A partir de entonces, solo se le escapó el de mejor sonido, que estaba cantado para La zona de interés.
Bayona y Berger, sin estatuilla
La armada española al final no pudo arañar ningún galardón. La sociedad de la nieve lo tenía todo para triunfar, desde una historia de superación basada en hechos reales hasta el apoyo de un Netflix con pocas más cartas que jugar en la gala, pasando por un director bien conectado en Hollywood como J. A. Bayona. Sin embargo, el filme no acabó de arrancar en la temporada de premios -es cierto que arrasó en los Goya, pero no en los Forqué y en los Feroz-, sucumbiendo ante Anatomía de una caída en los Globos de Oro y en los Bafta.
Ni siquiera la ausencia en la categoría de la Palma de Oro de Justine Triet (Francia apostó por A fuego lento, de Tran Ahn Hung, y no se coló entre los nominados), ha servido para que el director barcelonés consiguiera la quinta estatuilla para España.
La ganadora finalmente fue La zona de interés (que estuviera nominada a mejor película ya anticipaba el resultado), en donde el británico Jonathan Glazer recurre a la estética de la telerrealidad y al fuera de campo sonoro para estudiar el día a día de la familia del comandante de Auschwitz Rudolf Höss, invocando el terror del campo de concentración sin atravesar sus muros. Una película fría y asfixiante que ha impactado a los espectadores y cuya victoria sirvió para que Glazer hiciera un alegato en contra de la guerra en Gaza. Por su parte, Anatomía de una caída se acabó llevando el premio al mejor guion original.
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Tampoco hubo suerte para La sociedad de la nieve en el apartado de maquillaje y peluquería, su otra nominación, pues el Oscar fue para Pobres criaturas. Por su parte, Pablo Berger tenía poco que hacer con Robot Dreams ante el prodigio visual y narrativo de Spider-Man: Cruzando el multiverso o ante el aura de testamento fílmico con el que contaba la abstracta y sinuosa El chico y la garza, del veterano maestro japonés Hayao Miyazaki, que fue quien se llevó al final el gato al agua.
El premio para Berger debería haberse colado en la gala con una humilde producción española, dejando fuera a la todopoderosa Disney por Wish: el poder de los deseos o a la segunda película más taquillera de 2023, Super Mario Bros: la película. En cualquier caso, Robot Dreams ha protagonizado una trayectoria espectacular desde su estreno en Cannes, y debemos valorarlo.
Da’Vine Joy Randolph se llevó el Oscar a la mejor actriz de reparto por interpretar a la jefa de cocina del prestigioso internado en el que deben pasar las Navidades aislados un profesor cascarrabias (Paul Giamatti) y un estudiante solitario (Dominic Sessa) en Los que se quedan, de Alexander Payne. Un personaje memorable que debe lidiar con el luto de la reciente muerte de su hijo en Vietnam y que la actriz ha sabido interpretar con sensibilidad y otorgándole una gran dignidad.
Un Jimmy Kimmel correcto, una Billie Eilish arrebatadora
Jimmy Kimmel ejerció de nuevo de maestro de ceremonias y parece que estuvo correcto. Y decimos que parece, porque es difícil hacerse una idea de la efectividad de su monólogo de arranque por culpa de la traducción simultánea de Movistar, a la que le costó seguirle el ritmo al presentador. Eso sí, bromeó con las estrellas, celebró las mejoras de las condiciones laborales logradas por actores y guionistas y reivindicó la gran cosecha de cine de 2023.
Uno de los momentos de la noche fue la interpretación de la canción What I Was Made For, de la película Barbie, por parte de una arrebatadora Billie Eilish, frente al emocionado equipo de la película, con Greta Gerwig y Margot Robbie -las dos grandes olvidadas de las nominaciones- muy emocionadas.
En un estilo más socarrón y divertido estuvo Ryan Gosling cuando cantó la otra canción nominada de la película, I’m just Ken. Al final la premiada fue Eilish, que lograba su segunda estatuilla tras la conseguida por Sin tiempo para morir (Cary Fukunaga, 2019). Fue el único Oscar para Barbie, cuyo éxito en taquilla (ha sido la película que más ha recaudado en 2023) es un buen premio de consolación.
Por su parte, American Fiction -que se ha estrenado esta semana en España directamente en la plataforma de Prime Video- logró inesperadamente el premio al mejor guion adaptado por su inteligencia para satirizar sobre la cultura woke, sobre lo que significa ser negro en EE.UU. y sobre las fallas del negocio editorial, a partir de una novela de Percival Everett.
Otra sorpresa fue el premio a mejores efectos visuales para la japonesa Godzilla Minus One, que con sus humildes 15 millones de dólares de presupuesto ha logrado vencer a megalómanas superproducciones como Misión imposible: Sentencia Mortal. Parte 1, Guardianes de la Galaxia Vol. 3 o Napoleón. Todo un logro.
20 días en Mariupol, de Mstyslav Chernov, se llevó el Oscar al mejor documental por seguir a un equipo de periodistas ucranianos atrapados en la ciudad sitiada de Mariupol durante el comienzo de la invasión rusa. “El cine crea recuerdos, y los recuerdos crean la historia”, decía el director en el escenario al levantar la primera estatuilla de la historia para Ucrania.
Por su parte, Wes Anderson, tras ocho nominaciones, logró su primer Oscar por el cortometraje La maravillosa historia de Henry Sugar. Una rareza, ya que no es normal que un director consagrado comparezca en esta categoría. Anderson ni siquiera se encontraba en la sala. Quién volvió a vivir una noche aciaga en los Oscar, y ya van unas cuantas, fue Martin Scorsese, que no recibió ningún premio por Los asesinos de la luna.
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En terminos generales, fue una gala animada, con glamour y ritmo, que tuvo aciertos como recuperar la presentación de los nominados en las categorías interpretativas por actores y actrices que ya han ganado la estatuilla.