María Alché (Buenos Aires, 1983), directora del largometraje Familia sumergida (2018) y colaboradora de Lucrecia Martel en el documental Chocobar (2022), y Benjamín Naishtat (Buenos Aires, 1986), autor de la celebrada Rojos (2018), son dos de los directores jóvenes más interesantes del panorama del cine argentino. En Puan se han aliado para levantar una comedia filosófica en torno al mundo universitario que logró dos premios en San Sebastián (mejor actor para Marcelo Subiotto y mejor guion) y que de una manera directa conecta con el cambio de rumbo de la política argentina con la llegada al poder de Milei.
En el filme vemos como Marcelo (Marcelo Subiotto), tras la inesperada muerte de su mentor, asume que heredará su cátedra tras dedicar toda su vida a la enseñanza de filosofía en la Universidad de Buenos Aires. No imagina que el carismático y seductor Rafael Sujarchuk (Leonardo Sbaraglia) volverá de Alemania para disputarle el puesto. Una comedia inteligente y divertida que sirve un afilado duelo interpretativo entre Subiotto y Sbaraglia.
Pregunta. ¿Cuál es el encanto de Puan?
Benjamín Naishtat. Puan es el apodo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, un apodo que procede de la calle del barrio de Caballito en la que se sitúa, la calle Puan. Todo el mundo la conoce por ese nombre. Diría que es mucho más que una facultad, y eso es lo que trata de reflejar la película.
»Hay ahí unos personajes muy particulares con una identidad extraña que en medio del caos y del bullicio de Buenos Aires, y de la crisis interminable en la que estamos sumidos los argentinos, están ahí pensando en cuestiones aristotélicas, en metafísica alemana, en el pensamiento latinoamericano. Puan, al final, es una especie de abstracción, una burbuja mágica en medio de la ciudad, el teatro en el que ambientar nuestra historia.
P. ¿Qué les atrajo del mundo académico para querer retratarlo en clave de comedia?
María Alché. Nos parecía interesante revelar lo absurdo de un lugar como Puan en un sistema súper capitalista, preocupado exclusivamente por el dinero, en un país ahogado siempre por la crisis, en un mundo donde la gente está mirando todo el día el teléfono y las redes sociales. Que haya una serie de personas leyendo libros larguísimos y analizando palabras y conceptos nos parecía muy valioso por el momento que atraviesa el mundo y, por otro lado, le veíamos ese costado divertido y gracioso. Por eso el tono de comedia.
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P. ¿Cómo va apareciendo el personaje de Marcelo Subiotto?
B. N. Marcelo es un actor talentosísimo y siempre habíamos soñado con escribirle un papel protagonista. Ese fue, de hecho, el inicio del proyecto, crear un papel en el que mostrara todas sus capacidades en pantalla. El conflicto al que se enfrenta gira en torno a ser un hombre de mediana edad que no ha triunfado para los cánones comunes y que se da cuenta de que hay cosas que ya no va a hacer. Empieza a cuestionarse las decisiones que ha tomado en su vida a raíz de la muerte de su mentor, lo que desemboca en un mirada al abismo de su existencia como hombre de familia, profesor, filósofo…
»Es un hombre que está perdido. Pero no cargamos las tintas, el tono es de comedia y siempre buscamos la humanidad. Por ejemplo, su hijo pequeño tiene las cosas mucho más claras que él. Además, debe enseñar Filosofía a una señora acaudalada para redondear sus ingresos, y ella se queda dormida. Al final, es un vehículo para mostrar varios mundos, también la enseñanza en los barrios.
P. ¿Por qué eligieron a Leonardo Sbaraglia como oponente a Subiotto?
M. A. Leonardo es un gran actor, también en un registro cómico. Ha hecho papeles icónicos en el cine argentino y, por tanto, su presencia contrastaba totalmente con la de Marcelo, porque son muy diferentes: sus formas de hablar, sus presencias… En cuanto los vimos juntos en los ensayos, resultó evidente que la combinación funcionaba.
P. ¿Cuál era la apuesta desde el punto de vista visual?
M. A. Trabajamos con una gran directora de fotografía, la francesa Hélène Louvart. Queríamos que todo lo que es la calle y la facultad tuviera algo punk, como de documental, de cámara en mano. Teníamos algunas fuentes de luz artificiales, pero había mucha luz natural. Desde la dirección de arte se construyó cartelería y objetos que dieran cuenta de muchas épocas de la universidad. También hubo un diseño muy preciso de cada ambiente: la casa de Marcelo, la de su mentor, la casa de la señora millonaria… Y queríamos que los interiores contrastaran con unos exteriores más salvajes, con mucho sol.
P. ¿Cómo vivieron los premios que recibió la película en San Sebastián?
B. N. Con mucha alegría. San Sebastián es un festival que amamos, donde se le concede un papel muy importante al cine de América Latina, que es algo que valoramos siempre y agradecemos. Los premios nos han abierto para distribuir en España y para que la película tenga esta fantástica trayectoria.
P. Es curioso como un filme escrito hace varios años conecta de una manera tan directa con el momento que atraviesa Argentina, con la llegada de Milei al poder…
M. A. Es muy loco que una película que se escribió en 2020 funcione como una antena y sea capaz de hablar del presente. El arte tiene esa capacidad de percibir antes los cambios. Creo que por este tema Puan está teniendo una circulación muy linda.
B. N. Sí, nos hemos visto muy sorprendidos por la actualidad de la película, porque la escribimos en un momento en el que nuestro presente no estaba realmente en el horizonte. Esto ha hecho que el filme tenga una gran repercusión. Estamos recibiendo invitaciones a presentar la película en universidades, espacios públicos, comunitarios… Se ha vuelto una especie de herramienta de reflexión política. Es mucho más de lo que esperábamos lograr. Nos encanta que la película pueda ser un testimonio de este tiempo.
P. ¿Cómo piensan que va a afectar las políticas de Milei al cine?
B. N. No hace falta especular. Milei está destruyendo la industria audiovisual argentina, que en los últimos años estaba consiguiendo números de récord de exportación de contenidos. Sin ir más lejos, el año pasado la segunda película de terror más vista en todo el mundo fue la argentina Cuando acecha la maldad (Damián Rugna). Todo ello era producto de una política pública de fomento, pero hoy está en proceso de desaparición por un sesgo puramente ideológico del gobierno de extrema derecha.
»Saben que el sector del cine mayoritariamente no es adepto a sus ideas, y nos están atacando, destruyendo instituciones que tienen casi 80 años de funcionamiento virtuoso. Vienen luchas legislativas, legales, y mucha calle para cuidar del cine argentino y para enfrentarnos al peligro de la intolerancia en la sociedad.
M. A. El sector del cine argentino quiere mucho a su industria, tiene una ley del cine muy virtuosa y, a pesar de estos embates, está muy unido, peleando en los distintos frentes por el cine.