Image: Luc Bondy

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Escenarios

Luc Bondy

“El teatro anglosajón influye demasiado en los autores”

30 octubre, 2008 01:00

Luc Bondy. Foto: Sergio Enríquez

Por primera vez en España hay ocasión de conocer la faceta teatral del director Luc Bondy. Presenta en el Festival de Otoño dos espectáculos bien distintos: La segunda sorpresa del amor, de Marivaux (Valle-Inclán, desde el 31 de octubre y hasta el 2 de noviembre) y Las criadas, de Genet, (María Guerrero, del 14 al 16).

Nacido en Zurich (Suiza) hace 60 años, Luc Bondy es una de las grandes referencias escénicas de Centroeuropa. Su campo de acción son los teatros y las óperas de Viena, de Berlín y de París, por los que se mueve como pez en el agua. Lo mismo dirige un clásico que a un autor novel. Si Marivaux supuso su debú en los escenarios, Botto Strauss, Peter Handke y Yasmina Reza destacan en su larga lista de trabajos escénicos. Dirige teatro, óperas (la temporada pasada debutó en el Real con Idomeneo), también cine, pero con lo que realmente disfruta es "trabajando con los actores". Por eso grandes como Michel Piccoli, Juta Lempe, Emmanuelle Béart o Cate Blanchett, con la que prepara su vuelta a los escenarios, se han puesto a sus órdenes.

-Se estrena en Madrid con dos obras, ¿tienen algo en común?
-Que son en francés, pero tienen poco que ver. Admiro a Marivaux, sus obras siempre tienen una trama, mientras que Genet hace una parodia sobre la culpabilidad con el asesinato de una Señora por ser una Señora. A Genet lo que le importaba era trazar toda una filosofía de por qué los personajes son culpables, del lado criminal de la Señora y las criadas, de su sexualidad, sus represiones, también las suyas, como con sus obsesiones. él siente enorme simpatía por el culpable, por la edad que tienen, por la idea de que la persona que denuncia no es siempre la mala. Es muy extraño, muy autobiográfico, cuanto más rechazable es algo, más le atrae. Es parte de él mismo.

-Todo lo contrario a Marivaux
- Sí, Marivaux es muy diferente. Lo mejor suyo es cómo escribe el francés. Es un lenguaje moderno, muy transparente, muy entero. En La segunda sorpresa del amor consigue demostrar sin demasiadas palabras cómo las personas se enamoran, se hacen ilusiones y viven de ellas. Es el descubrimiento de la amistad y el amor por los adolescentes, aunque es una iniciación a través del dolor y los celos. Es curioso porque hablan como si conocieran todo, pero no han vivido nada, descubren las cosas a través de la perversión de la historia. Por el contrario, en Genet no hay iniciaciones ni ilusiones, sino sueños, aunque no necesariamente de libertad porque lo que las criadas quieren la mayoría de las veces es ser como la Señora.

-Con medios bárbaros…
-Genet estaba fascinado por el teatro burgués. En Las criadas quería utilizar la lengua de las personas con poder para contar las cosas más subversivas, por lo que hizo una extraordinaria parodia criminal que ambientó en la escalera de servicio de la casa.

Genet, clásico y salvaje
-Fue Jouvet quien primero la escenificó
-Sí, pero Jouvet -que era el Dios del teatro francés en esa época y le hizo reescribir dos veces la obra- le dijo que la ambientara en un salón porque pensaba que el público aceptaría mejor la historia. El contexto excesivamente incestuoso de la obra entre las criadas y su amor pervertido, sobre todo el de Solange, por la Señora (está enamorada de la persona a la que hay que matar) es todavía más chocante para la época por desarrollarse en un entorno burgués. Luego escribió obras más en la línea de Artaud y aunque evolucionó un poco, es un caso único dentro del teatro y la lengua francesa. Era muy extraño, le conocí y me entendí muy bien con él. Como Caravaggio, ambos eran clásicos y salvajes al mismo tiempo.

-¿Dirigió alguna obra de Genet cuando él todavía vivía?
-No. Conocí a Patrick Chéreau cuando hizo Le paravents y ví con Genet Combate de negro y de perros que Peter Stein estrenó en Berlín. Pero curiosamente Genet no hablaba de teatro, prefería hablar de política y de la vida. Podía recitar de memoria todos los monólogos de Racine y partes enteras de Proust porque los había aprendido en prisión. Conmigo estaba muy obsesionado porque yo soy judío y él era excesivamente antiisraelí. Tuvimos grandes discusiones, Genet adoraba discutir sobre el asunto. Muchas personas decían que era antisemita, pero eso no es en absoluto cierto. Lo que pasaba (risas) es que estaba enamorado de los muchachos palestinos como se pudo comprobar en su última novela. Cuando estuvo en Berlín me dijo que en 1943 los alemanes eran más guapos que en ese momento.

-¿Por toda la parafernalia nazi?
-(Risas). él lo decía con humor negro y, contrariamente a Cèline, no era fascista, que lo era por completo.
-Se dice de usted que es reconocido internacionalmente por su cuidadosa dirección de actores y por su sentido magistral en la mecánica teatral. ¿Qué piensa de ello?
-Sí, puede ser (Risas)

-¿Sólo puede ser?
-Me gusta mucho dirigir actores, es lo más interesante. La personalidad de los actores que elijo es lo que me proporciona la inspiración para la puesta en escena. No puedo trabajar con un actor que no tenga fantasía y con el que no pueda desarrollar el trabajo conjuntamente. Sería muy aburrido.

-¿En qué basa su trabajo con los actores?
-Se lo diré con el ejemplo de Marivaux. Yo tenía una idea de una puesta en escena, pero al conocer a Micha (Lascot, intérprete de la obra, presente en la entrevista) me ha hecho cambiarla y hacerla completamente distinta. Esto permite trabajar de una manera muy interesante. Es muy importante para mí poder reflexionar y construir con un actor una obra. Ahora ha venido a Viena Cate Blanchett y me ha pedido que le eligiera un papel. Y vamos a hacer una obra de Botto Strauss en Sidney, Viena y Londres para 2010.

Strauss y Fassbinder
-Ha dicho que en el teatro contemporáneo, a excepción de Strauss, no hay autores que estén exponiendo cosas nuevas…
-Algunos de los autores de la nueva generación alemana sí hacen cosas nuevas, pero están demasiado orientados hacia el teatro anglosajón, como les pasa a los ingleses con Estados Unidos. Me interesa mucho Strauss. Hace algo similar a lo que hizo en el cine Fassbinder sobre la Alemania de después de la guerra, aunque refiriéndose a la de los años 70, que se hizo tan rica y se instaló en el confort olvidando cómo habían sido antes.

-¿Qué conoce del teatro español?
- A los grandes autores. Valle-Inclán, Calderón, pero no el teatro moderno. Bueno, sí a Rodrigo García, muy creativo. Le he invitado al Festival de Viena (que él dirige desde 1988).

-García estará también en el Festival, pero en España casi no trabaja
-¿Por qué? ...Muchas veces ocurre que no trabajas en tu propio país.

Brook y Warlikovski

El Festival de Otoño presenta esta semana otros títulos de interés:

lWarum Warum (Por qué, por qué). Lo último de Peter Brook, un monólogo interpretado por la actriz de lengua alemana Miriam Goldsmicht, en el que el director desvela los entresijos de la creación teatral. Se ha inspirado en textos de Artaud, Gordon Craig, Dullin, Meyerhold, Motokiyo y Shakespeare. Teatro de La Abadía, del 4 al 8 de noviembre.

lThe Dybbuk. Original de S. Anski, está considerada como la obra seminal del teatro judío. Uno de los directores de moda del momento, el polaco Warlikovski, lo ha llevado a escena con la compañía TR Warszawa. Naves del Español, del 1 al 3 de noviembre.

lThe Monkey Trial. Recrea el el llamado "juicio del siglo", en el que se juzgó a un profesor que enseñó a sus alumnos las teorías de Darwin. Cuarta Pared, desde mañana y hasta el 2 de noviembre.