Manuel Liñán, baile sin guión en Jerez
Manuel Liñán en un momento de su pieza Baile de autor
El bailaor estrena en el Festival de Jerez, que arranca este viernes, Baile de autor, un ejercicio sobrio y esencial de su personalidad artística. En la ciudad andaluza también estarán Rocío Molina, Isabel Bayón, La Tremendita, Luis Moneo...
El Festival de Jerez, que cumple su vigésimo segunda edición, es un modelo y referencia segura, tanto por la calidad y originalidad de sus propuestas como por ser el espejo más fiable e inequívoco de la realidad flamenca de hoy. Con un público fiel, procedente de más de treinta países, desde Australia a Brasil o desde Japón y China a Alemania o Canadá, los cursos de baile, cante, guitarra y palmas constituyen asimismo un aliciente para conocer con más amplitud el flamenco, impartido por profesores de reconocido prestigio y en uno de sus centros fundacionales.
Desde este viernes 23 al 10 de marzo, en el Teatro Villamarta, Sala Compañía, Sala Paúl y la Bodega González Byass -lástima que no se haya contado este año con el salón del Palacio de Villavicencio para los recitales de pequeño formato- podremos ser testigos de la brillante diversidad en una programación con el baile como protagonista, aunque con notable presencia de conciertos de cante y de guitarra. Rocío Molina, convertida en gran estrella internacional, declara que "sólo mis zapatos y bailar donde sea. Esa es mi felicidad. Yo trabajo sobre mis emociones…". Y, en efecto, Caída del cielo, la obra que presenta en Jerez, es un relámpago de emociones impactantes, expresadas sin el velo del disimulo. Belén López con Flamenca, Rafaela Carrasco con Nacida sombra, Isabel Bayón con Dju-dju o Andrés Peña e Isabel Ogalla con La tournée, son algunos de los espectáculos anunciados. Y el cante de Luis Moneo, La Tremendita, Vicente Soto, Rocío Márquez, Gema Caballero, María Terremoto o David Palomar, entre otras brillantes ofertas, todas atractivas y muchas imprescindibles.
"Como en algunas obras mías", continúa diciendo Manuel Liñán, "en Baile de autor trabajo con los espacios y estos los acoto en secuencias. Pero siempre a la vista, no se oculta nada". En efecto, el público puede observar cómo se construyen los cambios y los movimientos, cómo a través de las insinuaciones del propio Liñán, que además de bailar hace de director de escena, se transforman las luces y las distintas atmósferas. "Para mí un espectáculo nace de la necesidad de manifestar algo: sensaciones, la intensidad de un afecto, la inquietud, el prodigio de la vida o la turbación, prescindiendo de una dramaturgia con guión establecido. No cuento historias". En su última obra ha llegado al despojamiento, a la conclusión de que el baile, por sí mismo, tiene la suficiente entidad y poder de transmisión como para suprimir cualquier aditamento teatral. "Es el resultado de un proceso espiritual en el que surge la exigencia de ir desnudándome en un escenario vacío, una situación que reclama sobriedad para dar paso a la esencialidad de la danza flamenca".