Image: Tannhäuser aún pinta mucho

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Música

Tannhäuser aún pinta mucho

Robert Carsen lleva al Liceo el Wagner más visual

13 marzo, 2008 01:00

Un momento del Tannhäuser que se podrá ver en Barcelona

El sábado 15 de marzo aterriza en el Liceo uno de los títulos más esperados de la temporada: Tannhäuser. La gran ópera romántica de Wagner llegará de la mano del canadiense Robert Carsen y bajo la batuta del director musical del coliseo barcelonés, Sebastian Weigle. Estará, además, protagonizada por los tenores Peter Steiffert y Robert Gambill.

Escrita entre 1843 y 1845, Tannhäuser es, probablemente, la obra más madura y de mayor riqueza dramática y musical de las obras de juventud de Richard Wagner, quien se inspiró para su creación en la historia de un caballero cantor alemán de principios del siglo XIII que, arrepentido de su pasado, se traslada a Roma para obtener el perdón del papa pero, sin embargo, recibe su condena.

A ello unió el concurso poético celebrado en el castillo del Wartburg, en el que participaron los más famosos trovadores medievales, como Walter von der Vogelweide o Wolfram von Eschenbach, todo ello aderezado con la leyenda de Santa Isabel de Hungría y el mito del Venusberg, anterior a la cristianización de Alemania. La obra fue calurosamente acogida en su estreno en la ópera de la Corte de Dresde, el 19 de octubre de 1845, y causó un verdadero escándalo cuando se presentó en la ópera de París, el 13 de marzo de 1861, con la inclusión de la bacanal en el primer acto.

El tema de la redención por amor, que impregna toda la obra wagneriana, está claramente presente ya en Tannhäuser, así como la dicotomía entre el amor carnal y espiritual, representado respectivamente por los personajes de Venus y Elisabeth, el sentimiento de culpa del protagonista o su búsqueda del conocimiento y la belleza, en medio de una sociedad opresiva que amenaza con aniquilar al creador que se atreve a desafiar las normas establecidas. El canadiense Robert Carsen, de quien en nuestro país hemos podido ver producciones tan memorables como Diálogos de Carmelitas de Poulenc en el Teatro Real, Jenufa de Janácek en el Teatro Campoamor de Oviedo o I Capuleti e i Montecchi de Bellini en el Palacio Euskalduna de Bilbao, es uno de los nombres más imaginativos de la escena operística actual.

De Tokio a París
En este nuevo montaje, que se ha presentado ya en los otros dos teatros que participan en la coproducción, la ópera de Tokio y la Bastilla en París, ha situado la acción en el taller de un artista plástico de nuestros días, proponiendo un espectáculo, como todos los suyos, de una impactante fuerza visual, que plantea una inteligente reflexión en torno al arte y a la vida, y en el que la profunda carga erótica que subyace en la obra tiene también una destacada presencia. Las 13 funciones previstas de Tannhäuser -que se extenderán hasta el día 22 de abril- constituirán uno de los últimos retos del actual director musical del Liceu, Sebastian Weigle.

Este maestro berlinés, nacido en 1961, que se presentó en el Festival de Bayreuth el verano pasado con la controvertida visión de Los Maestros Cantores de Nuremberg debida a Katharina Wagner, ha realizado una magnífica labor en el Coliseo de las Ramblas, premiada por los críticos barceloneses, que lo escogieron mejor director durante dos temporadas consecutivas. A partir de la próxima temporada, Sebastian Weigle pasará a ser director musical de la ópera de Frankfurt, dejando su puesto a su compatriota Michael Boder (que inaugurará el próximo curso con Tiefland de Eugen d'Albert), si bien aún dirigirá en el presente ciclo otros dos títulos durante el mes de mayo: Muerte en Venecia de Britten y otro Wagner, la versión concertante de La Walkyria, con un elenco estelar encabezado por Plácido Domingo, Waltraud Meier, Evelyn Herlitzius y René Pape. Para este Tannhäuser también se ha reunido un magnífico doble reparto, que cuenta con dos de los tenores más experimentados en el agotador papel titular, el alemán Peter Seiffert y el estadounidense Robert Gambill.

Elisabete Matos, en escena
El primero tendrá como Elisabeth a su propia esposa y su pareja habitual, la soprano vienesa Petra Maria Schnitzer, quizá un punto demasiado lírica para la parte, mientras que el segundo contará con la portuguesa Elisabete Matos, de instrumento más robusto y apropiado, como ya demostró recientemente en su Senta de El Holandés errante sevillano. La sensual diosa del amor estará encarnada por dos poderosas y temperamentales mezzosopranos, la vasco-francesa Béatrice Uria Monzon y la húngara Judit Németh. Y darán vida al sensible Wolfram von Eschenbach (que tiene a su cargo una de las páginas más bellas de toda la ópera como es la Canción de la estrella del acto III) dos barítonos muy eficientes, el danés Bo Skvhus y el alemán Markus Eiche.