Image: Paul McCreesh

Image: Paul McCreesh

Música

Paul McCreesh

“Para alcanzar un lenguaje actual hay que traspasar los límites del repertorio”

30 octubre, 2008 01:00

Paul McCreesh. Foto: Javier del Real

El director británico Paul McCreesh vuelve el domingo al Teatro Real para seguir con su proyecto haendeliano iniciado con Tamerlano. Será en una producción suiza, capitaneada por Jörgen Flimm, para la que ha contado con Isabel Rey en el cuadro vocal.

Es una de esas personas a las que les gusta llevar la sartén por el mango, empuñar batutas, encender y apagar la grabadora durante las entrevistas... Paul McCreesh (Londres, 1960) ha consagrado su carrera a la música antigua, pero cada vez son más frecuentes sus incursiones en la ópera, "lo que más me interesa ahora", confiesa off the record.

-¿Cómo llega Il trionfo del tempo e del disinganno, originalmente un oratorio, a convertirse en una ópera?
-Han sido necesarias algunas modificaciones del libreto original, pero eso no supone un problema en absoluto, pues la grandeza de esta pieza radica en su música. ésta es una producción enormemente imaginativa, que indaga y reinventa eficazmente la tradición católica sobre la belleza de espíritu.

-La música de Haendel parece tener vida propia, evolucionar con el paso de los años...
-Así es, siempre que consigamos huir del miedo que produce tener que interpretar una pieza compuesta en el siglo XVIII con los medios actuales, incluso si para ello tenemos que adaptarla, modificarla, pues aún entonces tendrá mucho que decirnos.

-Se dice que se involucra mucho en las decisiones escénicas.
-Me gustaría partir siempre de cero a la hora de abordar una ópera, trabajar codo con codo con el director de escena y llegar a una idea conjunta. En los reestrenos siempre hay imposiciones. Por otro lado, ya conocía esta producción y creo que es muy acertada.

-¿Cómo se las arregla para alternar con tanta destreza la música antigua con las orquestas modernas?
-La próxima vez que venga a Madrid haré el Réquiem de Guerra de Britten. Algunos podrán pensar que estoy loco, pero necesito acudir a Britten, Brahms, Elgar... cada cierto tiempo. Es algo que va en mi personalidad musical. Disfruto mucho con la música barroca, pero no quiero dirigirla cincuenta semanas al año. Prefiero dedicarme a repertorios más modernos, que conecten más fácilmente con la gente.

-¿Hasta qué punto ambas dedicaciones terminan influyéndose?
-Presto mucha atención a la técnica, independientemente del tipo de orquesta con la que trabaje. En las partituras más clásicas, estudio mejor los colores, trabajo la articulación, por ejemplo, pero igualmente trato siempre de traspasar los límites del repertorio, creo que es necesario. Hay que dotar a ese lenguaje de un sentido actual.

-¿Cree entonces que la música clásica necesita gente joven?
-Es una pena que los jóvenes consideren la música clásica un imposible. Vivimos en una sociedad de satisfacciones inmediatas, queremos hablar español en cinco minutos. Es necesario proveer a los jóvenes de las herramientas necesarias para que lleguen a entender el idioma de la música clásica desde la más temprana edad, lo que por supuesto no significa meter una orquesta en un club de noche.

-¿Qué se trae entre manos para 2009, el año Haendel?
-Alguien llegó a decir que el Gabrieli Consort and Players y yo nos haríamos ricos, pero lo cierto es que no tenemos demasiados compromisos. Los aniversarios sirven a los autores que requieren cierta rehabilitación, que no es el caso de Haendel. Para mí, todos los años son Haendel.

-La última vez que vino a Madrid fue para dirigir Tamerlano. ¿Cómo fue la experiencia con Plácido Domingo?
-Me divertí mucho. Domingo es un semidiós, un cantante portentoso y una maravillosa persona. Fue un honor poder participar en su primera incursión en una ópera barroca, todo un atrevimiento por parte de Antonio Moral que salió francamente bien, gustó mucho.

-El Real anda en boca de todos con las especulaciones sobre cuál será su próximo director musical. Daniel Harding, paisano suyo, se repite como un eco entre los candidatos.
-No me suelo meter en política. Harding es un gran director, aunque no lo conozco personalmente. Si viene, seguro que será tan bueno para el teatro como lo ha sido López Cobos.

-Con motivo de la polémica, se ha puesto en entredicho la calidad del foso. ¿Qué opinión le merece la Sinfónica de Madrid y otras orquestas españolas con las que ha trabajado?
-No tengo ninguna queja por mi parte. Todas las orquestas tienen que hacer repertorio barroco, que siempre es arriesgado, y la de Madrid lo hizo muy satisfactoriamente. Con respecto a conjuntos como la Orquesta Nacional o la Sinfónica de Galicia, estoy igualmente satisfecho, pues son orquestas jóvenes que resultaron ser mucho más receptivas y flexibles de lo que suele ser habitual.