Música

Pendientes del vinilo

Los elepés ganan terreno a la industria del compacto

11 diciembre, 2008 01:00

A sus 60 años, el viejo vinilo aguanta el tirón de las nuevas tecnologías y lanza un órdago a los soportes digitales. La nostalgia, la sensación de directo y el culto al autor son algunos de los atractivos del LP, que irrumpe en las listas de ventas.

En 1948 la compañía norteamericana Columbia Broadcasting System lanzó al mercado un disco de larga duración (long play) que giraba a una velocidad de 33 (y un tercio) vueltas por minuto y recogía tres cuartos de hora de grabación sin interrupciones. Había nacido el vinilo, el gran catalizador musical del siglo XX.

El éxito del elepé es una aparente contradicción. Su condición de reliquia contraviene los principios dinámicos de los reproductores de bolsillo, las fluctuaciones de internet y las argucias del mercado audiovisual por abrirse paso en el mundo digital. Sin embargo, son precisamente estas inconveniencias (sumadas a la calidad y el efecto de directo con que se imprimen en él las canciones) las que mantienen viva su gloria. El vinilo vuelve a estar de moda, rezan los titulares, suspira la industria. Y, por raro que pueda parecer, esta reivindicación de hábitos no viene acaudillada por los puristas de antaño, sino por jóvenes que, en la horquilla de los 15 a los 25 años, acuden a La Gramola, Tony Martin, Up Beat Records, Khurcius, Tazmaniac o Sci-fic preguntando por el vinilo de marras; una nueva generación de entusiásticos coleccionistas, fetichistas redomados o simples frikis que mimetizan la nostalgia y el culto al autor propios de otro tiempo.

En Alta Fidelidad, un pequeño candem ovetense, Alberto Izquierdo lleva casi una década traficando con cartones de 30 por 30, primero desde internet y ahora desde su propio local. "No me puedo quejar, realmente hay mercado", explica. "Desde 2005 se hacen muchas cosas". El lugar, desde luego, no puede ser más propicio. Grupos asturianos como Doctor Explosión, Chiquita y Chatarra o Indinella, combinan la difusión por internet vía Myspace o similares con el lanzamiento de sus temas en 180 gramos. "Empecé vendiendo rarezas a coleccionistas, los primeros discos de Remains o de Velvet Underground". Ahora combina recetas para nostálgicos -no puede faltar en los estantes el Never mind de Nirvana- con los últimos trabajos de R.E.M., Coldplay, Belle and Sebastian o los Strokes.

La magia del directo. El último sondeo realizado por la Asociación de la Industria de Grabación Americana (RIAA) registró un incremento de casi el 37% en las ventas de elepés, que vive su segunda juventud mientras el compacto, con una merma del 17’5%, recoge las migas que dejan las descargas de internet, que se disparan un 50%. No es baladí que, en el mismo estudio, los DVD musicales hayan experimentado también un crecimiento de casi el 45%. El directo invade ávidamente las salas de cine, los móviles, youtube. Se viste de HD, de Blu-Ray y, si hace falta, de tres dimensiones. Ignacio Portela, responsable de ventas del Fnac, confirma que 2008, muy a pesar de la crisis, también ha sido un año muy favorable. "Y la tendencia es seguir creciendo". En El Corte Inglés, donde cada vez se reserva más espacio al plástico negro, Bob Dylan, Deep Purple, Depeche Mode, James Brown, Jimi Hendrix, Ramones, Gainsbourg, Neil Young, los Beatles o los Rolling copan el 90% de los reclamos. "Toda mi formación musical viene de los vinilos, combinados con cintas de casete y mixtapes", cuenta Kiko Amat, que se ha convertido en un suntuoso coleccionista con más de 4.000 álbumes en su poder. "También tengo unas cuantas montañas de compactos, ese formato enano y despreciable. Y cajas de K7 llenas de recuerdos entrañables".

La última moda, a la que se han sumado compañías como Universal o Matador Records, apuesta por la fusión analógico-digital incluyendo en el cartón del elepé un cupón para descargar la versión digital desde el ordenador. Un acicate para la industria que, ya cubre de mortaja sus compactos. ¿Jaque a la piratería? "Todo tiene relación", aseguran desde las casas discográficas. "Dischord, Merge y todas las independientes históricas siguen vendiendo, tienen miles de fans y producen vinilo alegremente", sentencia Amat. De lo que no hay duda es que el CD ha terminado banalizándose y, víctima de sí mismo, ha reestablecido las normas de juego. "La gente pide más que un simple CD: ediciones exclusivas, contenidos extra", apunta Portela. "En el Fnac contamos con un catálogo vivo de más de 2.500 referencias, además de todo lo que se puede pedir de importación". Para los indecisos, las nuevas pletinas, con salida USB, traducen la rugosidad de los surcos a lenguaje binario. Así de fácil.

La apuesta de Karajan. Pero los elepés no son en absoluto algo exclusivo de los clásicos del rock, del jazz o de la escena hip-hop. En La Metralleta, tienda de compraventa de música del centro de Madrid, "hay para todos los gustos: de Rocío Jurado a las Cuatro estaciones de Vivaldi ". En el contexto de la música clásica, los discos de larga duración tuvieron su particular pogromo durante el Festival de Salzburgo de 1981. En la cumbre del emporio musical europeo, el maestro Karajan, embebido de las promisorias bondades del nuevo soporte, condenó al ostracismo la grabación analógica al grito del "audio de ensueño" que proclamaban Sony y Philips. Las primeras piezas en reproducirse ópticamente fueron los valses de Chopin y la Sinfónica alpina de Richard Strauss. Pocos años después, hasta las macizas grabaciones en pizarra habían pasado por el mortero de la mastertización, amén de algunas masacres musicales, entre las que se cuentan las grabaciones de Dinu Lipatti, el Dichterliebe de Dieskau o Las bodas de Fígaro por Erich Kleiber, que han perdido quilates en la transición.
Los entendidos esgrimen que la falta de calidad es el eterno sambenito del long play. Con o sin ella, hay quienes prefieren abiertamente las imperfecciones del refrito sonoro de antaño, la reproducción ruidosa de las primeras y precarias grabaciones en pasta o piedra, cuyo efecto sólo es comparable al grano que desprenden algunas filmografías de autor o el empaste inimitable que da rugosidad a algunos lienzos. En la Novena de Mahler por Giulini y la Sinfónica de Chicago -dicen- se pueden oler las butacas del patio. De ahí que algunos sellos hayan dedicado ingentes esfuerzos en revivir los años gloriosos del Full Frecuenty Range Recording -sistema ideado por Decca para registrar el sonido de las grandes orquestas- en colecciones de compactos vinilizados, caso de la propia Decca (The Classic Sound), Deutsche Grammophone (The Originals), RCA (Living Stereo) o Mercury Records, que no pasan de ser, en la inmensa mayoría de los casos, un intento frustrado. "Cuando era pequeño -recuerda Pedro Halffter, actual director musical del Maestranza de Sevilla-, me quedaba dormido escuchando las sinfonías de Mozart de la pletina". ¿Y si la verdadera revolución del elepé estuviera aún por llegar? "Me encantaría que mi próximo proyecto con Warner -confiesa Halffter- se editara en vinilo. Pero creo que aún es pronto".