Image: Zubin Mehta

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Música

Zubin Mehta

"El dinero nunca ha guiado las decisiones de mi vida"

8 enero, 2010 01:00

Zubin Mehta. Foto: G. Lucca Moggi

El Festival de Canarias arranca hoy con Zubin Mehta, que dirigirá a la Staatskapelle de Dresde. Con este motivo, El Cultural ha hablado con el director sobre la nueva edición del certamen, sobre su trabajo en el Palau de les Arts de Valencia y sobre la crisis que, también, vive la música.

Hace tiempo que Zubin Mehta (Bombay, 1936) no padece los efectos perniciosos del jet lag. Con 76 años y una agenda en diez idiomas, el director indio no contempla el momento de la retirada, ni le tienta la eventualidad de un descanso pasajero. "Disfruto de cada minuto y cada instante de mis días", cuenta a El Cultural desde Los ángeles. De su perseverancia depende el presente y el futuro del Palau de les Arts -que bajo su tutela ha conseguido levantar en cuatro años una programación operística de primer orden- y varias orquestas repartidas por todo el mundo. Las Filarmónicas de Nueva York y Los ángeles ya están familiarizadas con su capacidad de trabajo y su independencia creativa. El espectro del maestro abarca la foto junto a los Tres Tenores, el estreno de una Turandot en la Ciudad Prohibida de Pekín o los fastos a la memoria del Holocausto con la Filarmónica de Israel, de la que es director vitalicio y principal ideólogo. Ha grabado con Mitsuko Uchida, Ravi Shankar o Andrea Bocceli. Y su reciente idilio con La Fura del Baus ha llamado la atención del mismísimo Stéphane Lissner, que el próximo mes de marzo recibirá en La Scala de Milán su particular lectura del Tanhäusser wagneriano. Poco después de su renovación para el foso valenciano, Mehta regresa a la actualidad musical de nuestras salas con motivo de la inauguración del XXVI Festival de Música de Canarias que, al reclamo de su nueva gestora, Candelaria Rodríguez, ha conseguido convocar a Gustavo Dudamel, Mikhail Pletnev, Pedro Halffter, Vladimir Jurowsky y Lö Jia.

-Cuenta en su biografía que apunto estuvo de matricularse en Medicina. Después de tantos años de oficio, ¿cree en el poder terapéutico de la música?
-Absolutamente. No se debe subestimar el poder de cada partitura. Sólo la belleza de la música consigue reconciliar a la gente. Hablo de personas enfrentadas históricamente, a las que la Pastoral de Beethoven consigue reunir bajo el mismo techo. Siempre he estado convencido de que, después de cada concierto, de cada ópera, me encuentro en la sala a personas diferentes de las que había antes de que sonara la primera nota.

Ni norte ni sur
-Nació en Bombay, estudió en Viena y vive a medio camino entre Los ángeles y Valencia. ¿Cómo es el mundo desde esa perspectiva?
-Mi visión del mundo no tienen norte ni sur, este ni oeste. Mi condición de ciudadano global, de persona internacional, me permite involucrarme en asuntos que de otra manera no estarían a mi alcance. No es, sin embargo, tarea fácil. Hay que interesarse por los problemas a gran escala sin desatender las cuestiones locales. Por eso desde el primer momento entendí que mis responsabilidades en Valencia no acababan en el Palau de les Arts, sino que concernían también a la ciudad, a los valencianos, a su cultura y a las diferentes formas de ocio. El Festival del Mediterrani, la Fórmula 1, la Copa de América hacen que Valencia se esté convirtiendo en un importante punto de encuentro. Constatar mi contribución al conjunto me enorgullece enormemente.

-En comparación con el resto de España, el modelo de gestión valenciano contrasta por su abundancia. En su experiencia en teatros de toda latitud, ¿cuál considera que es el modelo más aconsejable?
-Tengo que decir que España no tiene demasiado que envidiar a otros países en lo que respecta a gestión musical. Dicho lo cual, no puedo dejar de insistir en la importancia que tiene la inversión de los gobiernos en nuestro ámbito. Valencia, Madrid o Barcelona ofrecen programaciones estables y han sabido hacer frente a la crisis con dignidad y producciones de primer orden. Es hora de que los gobiernos muevan ficha en el asunto y que no nos obliguen a mendigar.

Italia, Alemania e Inglaterra
-Se ha llegado a decir que, como consecuencia de la proyección a largo plazo de las agendas musicales, la peor cara de la crisis se hará sentir en unos meses.
-¡La crisis ya está aquí!, ¡la puedo tocar con mis manos! Aún es pronto para determinar su impacto dentro de tres o cuatro años. Pero le puedo hablar de la situación actual. Es verdaderamente lamentable lo que está ocurriendo en Italia, más que en cualquier otro lugar. En Alemania sobreviven a base de inyecciones del gobierno. En Inglaterra tienen que pelear cada céntimo que entra en los presupuestos. Lo que pasará dentro de unos años, insisto, es difícil de pronosticar. Pero le aseguro que la crisis ya está aquí.

-¿Y a qué se debe la debacle italiana?
-A la gestión que se hace desde su gobierno, que no da a estas cuestiones la importancia que merece y que ha tenido siempre. Es una verdadera lástima que habiendo sido Italia el epicentro de la cultura moderna europea se esté empezando a tambalear ahora. El tiempo dirá en qué términos sucederá el relevo generacional allí. Pero no hay motivos para ser optimistas.

-¿Qué medidas se están tomando en Valencia para capear el temporal?
-La previsión con la que actuamos nos da un margen de actuación con el que no cuentan la mayoría de los teatros. Nuestro hándicap ahora es la disminución de las aportaciones por parte de la Comunidad. Tengo una relación excelente con Camps, pero no quiero pensar lo que ocurriría si dejara de apoyarnos como lo ha venido haciendo en nuestros primeros años.

-Mientras muchos de sus colegas han denunciado cierto despotismo escénico, usted se ha embarcado con La Fura dels Baus en proyectos tan temerarios como una Tetralogía...
-No tengo constancia de tal despotismo. Y no suelo tener problemas con los directores de escena. Pero lo de La Fura ha sido algo especial, he de reconocerlo. Desde el primer momento ha habido fluidez y flexibilidad por las dos partes. Su concepto es aventurero, majestuoso y lleno de fantasía. Conocen bien los gustos del público.

-Lo de "embarcarse" con ellos llegó a ser literal.
-Durante los ensayos de Sigfrido tuve ocasión de conocer el barco donde preparan todos sus montajes. Es un locus amoenus, un sitio que inspira, con una atmósfera muy propicia para la creatividad y la innovación. Carles Padrissa es un profesional al que admiro y respeto enormemente.

¿Pocos ensayos?
-El ambiente del barco contrasta con la realidad en tierra firme. ¿Es cierto que las orquestas cada vez ensayan menos?
-No, al menos en lo que se refiere a mi propia experiencia. En Valencia tenemos ensayos suficientes. Lo mismo ocurre con el resto de orquestas que lidero. Son conjuntos estables, que no escatiman en preparación.

-¿Y qué se traen las nuevas generaciones bajo el brazo?
-Mucho talento. Creo que hemos sabido inculcar honestidad a los que ya empiezan a recoger nuestro testigo. Podemos estar orgullosos. Haciendo un balance grosso modo se podría decir que es una generación pródiga en violinistas. Quizá de pianistas empecemos a andar un poco escasos. No me pregunte por qué, pero así es.
-¿Cómo han hecho para conseguir pulir una orquesta en apenas cuatro años?
-El esplendor de la Orquesta de la Comunidad Valenciana tiene que ver con la labor desempeñada en este tiempo por mi colega Lorin Maazel. él ha sabido encontrar a los mejores músicos y construir un conjunto equilibrado en el que la juventud no está reñida con la calidad técnica. De no haber estado a la altura, no habríamos podido acometer la Tetralogía. No lo habría permitido. Pero me encontré con un grupo decidido y entusiasmado. Con unas ganas insaciables de aprender.

-Sin embargo, se le ha llegado a reprochar la escasa representación española del conjunto.
-Hemos escogido a los mejores, eso es todo. Los españoles tuvieron que competir en calidades. Y sólo eran admitidos si demostraban merecerlo. En el caso de que los aspirantes empataran a puntos durante las audiciones, entonces sí, dábamos prioridad a los españoles. Pero la idea era conseguir una orquesta de calidad, no una selección valenciana.

-¿Cómo se entienden dos directores de su talla en un mismo espacio?
-He de decir que la situación de Valencia es perfecta, en tanto que nuestros tiempos en el foso están perfectamente repartidos. De modo que la orquesta está siempre atendida y nuestro entusiasmo se renueva constantemente.

-¿Qué lo animó a prolongar su contrato en España?
-Digamos que nada me obligaba a irme, salvo la rescisión del contrato. Estaba satisfecho en todos los términos con la labor desempeñada por Helga Schmidt. Tanto en lo que se refiere a su gestión como a nivel artístico. He compartido la elección de cada reparto, los criterios para la elaboración de los programas y el diseño de los retos a largo plazo. Le aseguro que si no hubiera estado plenamente convencido no habría firmado ningún papel.

-Se llegó a insinuar que durante su renovación hubieron de sortearse no pocas discrepancias económicas.
-Mire, yo no pienso en los términos en que podría hacerlo una estrella de rock o un futbolista. Mis principios están en otro sitio. En ningún momento el dinero ha guiado las decisiones de mi vida.

-Usted siempre ha profesado la espiritualidad. ¿Es la música un acto de fe?
-Necesitaríamos tres entrevistas para responder a esta cuestión. La espiritualidad y el sentido de las grandes obras de la historia de la música desde Bach, y antes de Bach también, alimenta nuestra condición humana, nuestra calidad como personas. Su legado es como un inmenso museo que debemos custodiar y visitar periódicamente.

-Cita a Bach como si, más allá, el coto le estuviera vedado. ¿No le tienta la corriente historicista?
-No. Hay gente mucho más experta que yo en ese repertorio. Lo dejo para ellos, y respeto a quienes han decidido avanzar en esa dirección. Siempre he pensado que hay dos mundos bien diferenciados. Y yo he decidido no cruzar el umbral que los separa.

De Occidente a Oriente
-La música occidental parece estar calando en algunos países asiáticos. ¿Qué ha despertado el interés allí?
-Es cierto que algunos países asiáticos se están abriendo a la música occidental más de lo que jamás habríamos podido imaginar. Pero la explicación es sencilla y pasa por el proceso de occidentalización de sus políticas económicas. Hablo de China, Corea y Japón. En la India esta influencia no sucede en los mismos términos. Se consume cultura de Occidente, pero no ha olvidado sus raíces.

-En los últimos meses se ha prodigado con menos frecuencia por la actualidad discográfica. ¿A qué se debe?
-El panorama discográfico está atravesando un mal momento. Algo que ha estimulado, en parte, la comercialización de DVDs. No creo haber desatendido mis compromisos discográficos. Recientemente he grabado la Quinta de Mahler con la Orquesta Estatal de Múnich.

-Precisamente con Mahler, también con Webern, Strauss y Brahms, abrirá el Festival de Música de Canarias. ¿Qué le ha animado a volver 19 años después?
-Guardaba muy buen recuerdo de mi última experiencia en las islas. Y tenía ganas de comprobar el estado de las cosas. Ahora regreso con un programa muy especial para mí. Me acompañarán la Staatskapelle de Dresde y un experto mahleriano como es Thomas Quastoff. Creo que lo pasaré bien.

Un programa desigual

Arturo Reverter

Las vacas flacas en el Festival de Canarias se notan en la falta de un sólido apartado camerístico, que únicamente aparece, de refilón, en las islas pequeñas, y en la ausencia de recitales de solistas reconocidos. El presupuesto sigue siendo cuantioso, unos 3 millones de euros, pero ya sabemos lo caros que son los traslados de las grandes orquestas que, junto a sus prestigiosos directores, han constituido, desde que se fundara la muestra, con Nebot al frente, la savia principal. Los desequilibrios, la escasez de una oferta rompedora y la imposibilidad de servir en todas partes los mismos manjares que se paladean en Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife han lastrado en parte la suculenta oferta.

No deja de haber cosas de entidad. Citemos en primer lugar a quien abre el fuego, Zubin Mehta. Es sin duda y desde hace al menos cuarenta años una de las personalidades más brillantes en su especialidad por conocimiento, facilidad de comunicación, concepción musical y prontitud en la edificación de cualquier tipo de música, gracias a una soberana técnica que le permite dibujar y marcar con total claridad, el discurrir del curso sonoro. Tras su más bien grisáceo Brahms con la Filarmónica de Israel para Ibermúsica en Madrid, lo encontramos en Canarias al frente de la espléndida Staatskapelle de Dresde, con la que sin duda podrá desarrollar dos interesantes programas: Seis piezas de Webern, Kindertotenlieder de Mahler, con el excelente barítono Thomas Quasthoff, y Así habló Zaratrusta de Strauss, por un lado; monográfico Brahms, precisamente, por el otro: Obertura Trágica, Variaciones Haydn y Cuarta Sinfonía. La segunda luminaria es el superdotado venezolano Gustavo Dudamel. Su formidable e innato sentido del ritmo, su clarividencia para oír todas las voces y su eléctrico gesto, que actúa como una especie de imán para los instrumentistas, se habrán de evidenciar a lo largo de sus dos actuaciones gobernando a la Sinfónica de Goteborg, un conjunto muy apañado: Pastoral de Beethoven y Cuarta de Nielsen; Rituales amerindios de Benzecry (encargo de la orquesta), Concierto para piano nº 4 de Rachmaninov y Segunda de Sibelius.

Vladimir Jurowski, actual director en Glyndebourne, es el tercer elegido. Viene con su London Philharmonic para ofrecer programas con bastante música rusa: Cinco fragmentos op. 42 y Cuarta Sinfonía (una de las que menos se toca) de Shostakovich, Concierto par violín de Szymanowski (con Carolin Widmann), Concierto para piano nº 3 de Beethoven (con la delicada Mitsuko Uchida) y Sinfonía nº 4 de Prokofiev. La elegancia gestual del director, sus sólidos criterios musicales, la flexibilidad y finura de su rubato parecen ser buenas cualidades para rubricar tan atractivas sesiones.

Por su parte Mikhail Pletnev, magnífico pianista también, se sitúa al frente de la formación que él mismo creara hace unos años, la Orquesta Nacional Rusa, con la que viene realizando una amplia labor discográfica y con la que podrá llevar a la práctica contundentes programas de su procedencia: Sinfonías 1 y 9 y suite El perno de Shostakovich, Concierto para piano nº 2 de Rachmaninov (con el fortachón Denis Mantsuev), Obertura rusa de Golovanov y Sinfonía nº 4 de Taneyev, una novedad. Hay otras dos citas orquestales: la Sinfónica de Tenerife a las órdenes de su todavía, pero no por mucho tiempo, titular Lú Jia, con el estreno del concierto para piano In paradisum de la grancanaria Laura Vega (con José Luis Castillo al teclado) y la imponente Sinfonía Turangalila de Messiaen; la Filarmónica de Gran Canaria al mando de Pedro Halffter, con La tierra de Jesús Rueda, Rapsodia española de Albéniz (con el pianista isleño Iván Martín) y Los planetas de Holst. En las demás islas se han programado conciertos de cámara a cargo de Sphera Antiqua, Camerata Clásica y Orquesta de Cámara del Teatro Nacional de Praga.