Image: Omer Meir Wellber

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Música

Omer Meir Wellber

“Mi objetivo es incorporar más españoles a la Orquesta de la Comunidad Valenciana”

23 abril, 2010 02:00

El director israelí Omer Meir Wellber. Foto: IMG Artists.

Lorin Maazel ya tiene sucesor. El israelí de 29 años Omer Meir Wellber asumirá, durante tres temporadas, la titularidad de la Orquesta de la Comunidad Valenciana a partir de septiembre de 2011. Hoy desembarca en el Palau de les Arts de Valencia para realizar su primera toma de contacto con los músicos y presentarse oficialmente ante el público español. El Cultural ha hablado con Wellber sobre lo que él llama "el milagro de Valencia".

Poco se sabía del promisorio director Omer Meir Wellber (Beer Sheva, 1981), curtido casi clandestinamente entre los podios de varias orquestas israelíes, cuando Plácido Domingo lo mencionó para un proyecto en la Ópera de Washington. "Conocí a Domingo -cuenta Wellber en su cita con El Cultural- en Berlín, durante su debut como barítono del Simon Boccanegra. Entonces hablamos de la posibilidad de trabajar juntos en Washington, y parece que terminaremos coincidiendo en Valencia". No dirá más, a lo largo de la entrevista, acerca de una temporada que no se concretará hasta dentro de unos meses, y de la que sólo se han confirmado, entre los 12 títulos previstos, un Eugene Onegin de Tchaikovsky y el Mefistófeles de Boito.

En 2008 la revista italiana Classic Voice bendijo a Wellber como artista revelación del año a cuenta de una fastuosa Aida en Padua y varias colaboraciones con Daniel Barenboim en calidad de director asistente en la Staatsoper y La Scala. Por eso extrañó que cuando el pasado mes de febrero Francisco Camps y Helga Schmidt hicieron oficial su nombramiento como director titular para las temporadas 2011-2014, Wellber siguiera sin tener un perfil en Wikipedia y no hubiera rastro de su ejecutoria en el motor de búsquedas de Amazon. Era preciso peinar Youtube en varios idiomas para encontrar un vídeo de La Gioconda de Poncheilli que dirigió en la Ópera de Tel Aviv. Sabían los aficionados valencianos que después de Zubin Mehta y Lorin Maazel cualquier otro candidato sabría a poco. Lo que no imaginaban era la irrupción de una cara nueva en el organigrama del teatro.

Orgullo anónimo
Wellber lleva su anonimato con dignidad. "No tengo prisa por que la gente me conozca. Mi intención es llegar al público valenciano pausada pero decididamente", comenta el director israelí pocos días antes de su debut ante las huestes de la Orquesta de la Comunidad Valenciana, esta tarde, en el que será el cierre de la temporada de conciertos del Auditorio y su primer contacto con el público español.

Maazel se marchará de Valencia a finales de 2011 con los deberes hechos. Ha levantado una orquesta de la nada y surtido una temporada de ópera que, en apenas cuatro años, se ha colocado al nivel de las de Madrid y Barcelona. En 2009 expiraba el contrato millonario con el que, a razón de millón y medio de euros por temporada, Helga Schmidt consiguió retenerlo en el foso valenciano. Renovó el director norteamericano por dos temporadas más, a precio de stock y no sin avivar la polémica que enfrenta en Levante al contribuyente común con el melómano empedernido. Dicen que lo esperan en Múnich, para relevar a Christian Thielemann al frente de su Filarmónica, aunque los rumores sobre su siguiente destino llegan hasta Dubai.

La terna sucesoria
Antes que Wellber, en la terna sucesoria sonaron los nombres de Riccardo Chailly, Esa-Pekka Salonen, Riccardo Muti, Valery Gergiev o Gustavo Dudamel. La intendente Schmidt llegó a pronunciarse a favor de "un batuta de alto nivel" que tuviera, ante todo, experiencia en las profundidades del foso y destreza en el podio. Que Dudamel abandonara la quiniela por su juventud contradice la llegada de Wellber, nacido el mismo año que el venezolano, si bien los atributos que dicen haber encontrado en el israelí no pretenden equipararle en reputación a sus mayores tanto como solventar las necesidades de un teatro que ha vivido sus primeras temporadas en un exceso presupuestario.

Para entender la opción de Wellber hay que remitirse a las nuevas consignas presupuestarias: cobrará en tres años la quinta parte de lo que se le pagó a su antecesor. Y no desestimar su buena relación con Maazel, que lo invitó a dirigir la Filarmónica de Israel, y otras batutas de Valencia comprometidas con la causa judía, empezando por Zubin Mehta y siguiendo por Yaron Traub, titular de la Orquesta de Valencia. "Puedo decir que en Valencia me siento como en casa. No sólo conozco bien a los maestros Maazel, Mehta y Traub, quien fue director de la orquesta de mi ciudad natal, sino que existe una afinidad mediterránea entre Israel, Italia y España. Me refiero, sobre todo, al temperamento. En estos países la gente actúa y habla como piensa. Y eso, para mí, es primordial".

No es, en cualquier caso, un acto de fe lo que ha traído a Wellber a Valencia, sino una cuestión de principios. "En Israel decimos que una persona que no cree en los milagros es poco realista. Con el tiempo he aprendido que todo es posible si te juntas con la gente apropiada". Una mentalidad, entre emprendedora y temeraria, que en el caso del Palau se hace indispensable. En pleno centro neurálgico de la ciudad, el templo de Calatrava ha desarrollado un concepto de ópera que se ofrece con descuento en los catálogos de las agencias de viaje. Fue deseo expreso de Zubin Mehta y de Helga Schmidt que el Festival del Mediterrani participara de la oferta de sol y playa que congrega cada año a los turistas en torno a la Copa de América o la Fórmula 1.

La terapia Barenboim
Antes de instalarse en Berlín, en 2008, Wellber se había fogueado con la Orquesta de Cámara y la Sinfonietta de Israel, la Sinfonietta de Raanana y las Sinfónicas de Jerusalén, Haifa o Rishon LeZion. Fue también asistente de Asher Fisch en la Ópera de Israel y ofició, junto a Shlomo Mintz, los fastos del 60 aniversario de su país. "Reconozco que a veces se me hacía duro pasear por Berlín, una ciudad que durante tanto tiempo sirvió de escenario al Holocausto". Del contacto con Barenboim y su West-East Divan Orchestra aprendió los poderes terapéuticos de la música. "La calidad de Barenboim es resultado de un compromiso pleno con lo que hace. Él es músico las 24 horas del día". Dice sentirse especialmente cómodo en el repertorio italiano, pero su agenda habla francés, ruso y alemán. Ha sido testigo de la solvencia de la orquesta con el Anillo wagneriano de la Fura y Mehta y por eso ya tiene apalabradas una Salomé en Japón y una Daphne en la Ópera Semper de Dresde. "He quedado fascinado con el sonido que ha conseguido esta orquesta en tan poco tiempo. Pero queda mucho trabajo por delante. Uno de mis principales objetivos será incorporar más nombres españoles a la plantilla".

Wellber ha estrenado algunas piezas sinfónicas de su puño y letra. Por eso presta atención a la música de su tiempo, y ya se ha hecho eco de la vasta generación de músicos españoles. "He pedido algunas partituras, que pronto empezaremos a valorar, aunque no puedo dar nombres". De lo que sí puede hablar es del programa que desgranará esta tarde. "Ideal para una primera toma de contacto. Tiene una parte conocida, la Obertura Leonora III de Beethoven, un guiño, como la suite de West Side Story de Bernstein, y un homenaje a Berlioz, con su Sinfonía fantástica. Es mi repertorio BBB". Que, como saben en Valencia, es también acrónimo de lo bueno, bonito y barato.