Image: Strauss en versión original

Image: Strauss en versión original

Música

Strauss en versión original

'El caballero de la rosa' llega al Liceo en un montaje de Dresde

7 mayo, 2010 02:00

Un momento del estreno de Dresde. Foto: Matthias Creutziger.

Laufenberg monta su segundo Strauss en el Liceo con Martina Serafin, Sophie Koch y un reclamo local: José Bros.

Cuando aún resuenan los brutales ecos de Salomé en el Real, el Liceo de Barcelona presenta el próximo lunes, y hasta el 26 de mayo, otro título de Richard Strauss, El caballero de la rosa, con el que su autor, muy a su manera, quiso rendir homenaje a la Viena imperial, con guiños tanto a Mozart como a la familia de los otros Strauss. Apoyado en un espléndido libreto de Hugo von Hofmannsthal, esta "comedia para música" es ante todo un nostálgico canto del cisne sobre una sociedad y una época que irremisiblemente se acababan, pero a las que el compositor bávaro todavía supo darles todo su esplendor. El teatro barcelonés ha cuidado siempre con especial mimo el repertorio germánico, y esta vez también lo hará, empezando por el notable reparto. Lo encabeza, como la Mariscala, la soprano Martina Serafin, dotada de un indiscutible brillo, que ha bebido esta música de sus mismas fuentes como hija de Harald Serafin, intendente del Festival de Mörbisch, una especie de Bregenz de la opereta.

Junto a ella estarán la impulsiva mezzo francesa Sophie Koch como Octavian y la valenciana, cultivada en Alemania, Ofelia Sala como la dulce pero enérgica Sophie. Sin olvidar en el papel de su padre, el nuevo rico Faninal, al veteranísimo Franz Grundheber -al que pudimos ver, con más de 70 años, en la Lulu madrileña-, o un lujo "local", el tenor José Bros, en esa deliciosa parodia del cantante de ópera del I acto.

El director musical del teatro, Michael Boder, tendrá que limar muchas asperezas en el foso, que sigue siendo el punto débil del Coliseo de las Ramblas, para lograr toda la sutileza y filigrana que exige la partitura. El estilizado montaje de Uwe Eric Laufenberg, después de las moderneces del reciente Rapto mozartiano de Christof Loy, será como un bálsamo. No en vano procede de la Opera Estatal de Dresde, la magnífica Semperoper, donde se estrenó la obra el 26 de enero de 1911.