Image: Verdi despide la ABAO

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Música

Verdi despide la ABAO

Marco Armiliato lleva Falstaff a Bilbao

21 mayo, 2010 02:00

Falstaff de Verdi, en la producción del Teatro San Carlo de Nápoles.

La ABAO despide la temporada con Falstaff de Verdi en una producción de Arnaud Bernard y Marco Armiliato, que liderará, desde el sábado 22, a la Orquesta del Teatro Regio de Parma.

Ningún personaje representa en el mundo de la ópera los placeres del buen comer y el buen beber como el orondo protagonista de Falstaff con el que Giuseppe Verdi hizo la última mueca a sus espectadores y, de paso, a sus rivales, que ya le creían artísticamente muerto y a los que ya había sorprendido unos años antes con el estreno de Otello.

La deliciosa comedia lírica que encierra Falstaff, estrenada en La Scala de Milán el 19 de febrero de 1893, pone fin, desde mañana y hasta el 31 de mayo, a la temporada operística de la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera. Sobre una cuidada producción de Arnaud Bernard para el Teatro San Carlo de Nápoles, el maestro Marco Armiliato se pondrá al frente de la Orquesta del Teatro Regio de Parma, ciudad hermanada con la villa del Nervion en el monumental y siempre novedoso proyecto Tutto Verdi.

Michele Pertusi debuta en el papel del rollizo galanteador. Este magnífico barítono italiano se alejará sin duda de los excesos de otros artistas con menos dotes canoras. Entre los otros atractivos de estas funciones resalta la Quickly que encarna la esplendorosa Ewa Podles, la Alice Ford de la expresiva Amarilli Nizza o el prometedor Fenton del tenor navarro José Luis Solá. El sobrio barítono Ángel Ódena será el celoso marido, Ford, y la encantadora mezzo Manuela Custer, Meg Page.

A todos estos atractivos hay que añadir la lectura entre líneas que ofrece este prodigioso libreto. El Falstaff literario, de verdadero nombre Sir John Oldcastle, procede de El rey Enrique IV de Shakespeare. Cuenta la tradición que la reina Isabel tomó tanto cariño al personaje que pidió personalmente a Shakespeare que escribiese una comedia sobre él, y así surgió Las alegres comadres de Windsor.

Con ese material, Verdi y Arrigo Boito, autor del libreto, no quisieron contemplar al Falstaff melancólico de la vejez, sino a un caballero maduro y aún con maneras de hidalgo. A su alrededor supieron dibujar una moralizante sociedad, cuyos valores se tambalean en presencia del protagonista, al que, sin embargo, terminan idealizando. Sólo Falstaff, con su modales, consigue salvarlos del aburrimiento cotidiano, e incluso les ayuda a indagar en su interior. Al fin y al cabo, como nos dice la moraleja final de la obra: todo en el mundo es burla.